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La Pena De Muerte

Lera070717 de Marzo de 2015

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¿La pena de muerte es justificable éticamente?

Réplica a la propuesta retributiva de Lorenzo Aldrete Bernal

El presente texto es producto de mi asistencia a un curso de actualización para profesores organizado por DGAPA en la Facultad de Filosofía y Letras. El curso es sobre ética aplicada y la charla de hoy fue sobre la pena de muerte en el contexto de los sistemas democráticos laicos actuales. Ante la serie de argumentos carentes de rigor, presento el siguiente resumen para contextualizar y luego las críticas

1.- Básicamente, la charla trató sobre una crítica pseudofilosófica de las propuestas abolicionistas (las cuales tocó superficialmente) de la pena de muerte y una justificación pretendidamente ética de su aplicación en lo que denominó “crímenes atroces” de “perpetradores implacables”. La idea era que las éticas abolicionistas y los marcos jurídicos actuales han obviado la existencia de tales crímenes y tales perpetradores, lo que evidencia su insuficiencia y falta de rigor filosófico y carencias éticas.

2.- Su recurso principal fue de tipo historiográfico. Haciendo uso de una pedante erudición propia de una persona acostumbrada a la práctica conferencista, se dedicó a hacer un recorrido histórico de la ética contextualizando y descontextualizando a placer. Por ello, su planteamiento fundamental tenía como basamento el principio de autoridad (Platón y Aristóteles, hasta donde me quedé en su explicación). En ese sentido, para subsanar tal defecto, hizo también gala de un buen uso de la retórica, suscribiendo, por ejemplo, la racionalidad clásica en cuanto a la justificación de la pena de muerte, pero no con respecto a la esclavitud, como si ambos fenómenos pudieran ser explicados como dos racionalidades distintas. Peor todavía: concediendo que dos fenómenos (pena de muerte y esclavitud en el mundo clásico) pudieran verse como dos racionalidades diferentes que los justifican, no reparó que éstas correspondieran a un mismo horizonte hermenéutico y ontológico, es decir: a una misma forma de comprender el mundo y la vida. Es a esto a lo que me refería con que su justificación no era ética; resultaba carente de racionalidad y rigor y constituía una retórica jurídica maquillada de reflexión ética. Mi idea es que no hubo reflexión ética; si tuvo algo relacionado con ésta fue más bien en términos de recuperación de los discursos ético-históricos.

3.- En cuanto a la propuesta, el ponente (que reitero: partió del principio de que los “abolicionistas” no justifican racional y filosóficamente su posición) defiende su posición a partir de la idea de “retribución” a la víctima de un crimen atroz por medio de la pena de muerte. Pero no sólo la víctima tiene que ser retribuida; también tiene que serlo la sociedad. En este caso el Estado tiene que sopesar dichos elementos para generar marcos legales que puedan castigar de modo efectivo al “perpetrador implacable”. Para el caso de la filosofía, a la que le correspondería dar los elementos formales y normativos en la creación de dichos marcos legales, las preguntas éticas (según él) serían: ¿queremos vivir con personas que han cometido crímenes atroces?, ¿tienen derecho a vivir entre nosotros? El ponente responde a esto que no. Para éste, quien rompe el marco ético y legal de manera atroz e implacable (irreversibilidad del daño) puede y debe ser castigado con la muerte sin que la sociedad y el Estado falten a la ética y la moral. El ponente dice que la pena de muerte, en una sociedad ética, es aceptable. Lo ético en relación con la pena de muerte reside en la capacidad de una sociedad que en tanto ética puede castigar privando de la vida a quien ha cometido un crimen atroz. Sólo una sociedad ética puede justificar éticamente la pena de muerte. Aquí mi pregunta es: ¿hay sociedades no-éticas?

4.- Mi opinión es que esas no son las pregunta éticas fundamentales. Mi idea es que las preguntas fundamentales de la ética versan sobre la validez lógica y axiológica de la postura que sostiene que la pena de muerte es ética. El objeto de estudio en el caso de la pena de muerte es la moral que la sostiene y no las críticas que la desautorizan, porque la moral que sostiene la factibilidad de la pena de muerte, trasladada al campo de la ética, tiene que sustentarse universalmente a sí misma. Ahí el ponente falla al obviar, poniendo por delante la sinonimia de las palabras, la diferencia histórica entre ética y moral. Al reducirlas por el lado de su etimología, despotencia la capacidad crítica de la ética-filosófica y, localizándose en una línea pseudo-metaética, reduce sus cualidades científicas. La ética queda reducida a una función ideológica. Y no solamente eso: el ponente no solamente no distingue (convenientemente) “ética” y “moral”, sino que no distingue entre ética, éticas históricas, metaética y éticas aplicadas. Hay un error de método y de concepto.

5.- Por otro lado, en mi caso sostengo que la norma que prohíbe matar es universal, a menos que haya un peligro inminente que ponga en riesgo la vida. Ejemplo: si me encuentro con que estoy siendo secuestrado y conmigo viene mi familia, mi deber es salvaguardar mi vida y la de mi familia. Ponerme a razonar con los secuestradores resulta ilógico. Mi acción de matar para preservar mi vida y la de mi familia resulta ética y moralmente válida. Sin embargo, una vez apresado el “perpetrador implacable” y habiendo cometido el “crimen atroz”, ¿pueden la sociedad y el Estado matar al mismo como retribución a las víctimas y la sociedad? Mi idea es que matar al que mata no retribuye en nada a las víctimas y por el contrario deja una herida moral en la sociedad. Hay un falso universalismo en dicha propuesta. ¿Por qué? Porque ello involucraría pensar que la retribución y la justicia son per se éticas. ¿Puede verse como un acto justo matar a quien mató alevosamente? ¿Puede verse como retribución a la víctima? Sí. Pero, ¿es eso necesariamente moral y/o ético? ¿Fue justo y se retribuyó a la víctima (que era la sociedad misma) matar a Sócrates? Según las normas de Atenas fue justo y se retribuyó a la víctima. A toro pasado podría considerarse de forma contraria. Pero en su contexto, el crimen de Sócrates era imperdonable. ¿Fue ético matar a Sócrates? Lo dejo a la reflexión, aunque me animo a decirlo: no fue ético y no se retribuyó a la víctima. ¿O acaso es sólo una excepción porque se trata de Sócrates?

6.- La pena de muerte es justa en la emotividad y no en la razón (en la razón kantiana, para dejarlo claro). Retribuye al que busca venganza (ojo por ojo). La razón (en sentido no kantiano) puede intervenir para justificar la emotividad y el deseo de venganza, pero eso no hace ética la pena de muerte. A eso me refería con la idea de que la justificación racional no hace que algo sea ético. La razón también puede jugar hacia el lado contrario. La pena de muerte puede ser justa, retribuir y ser racional, pero no necesariamente es justa y racional en términos éticos. Una sociedad ética (uso la misma perspectiva del ponente que, apelando a Aristóteles, no hace diferencia entre ética y moral) no mata. Una sociedad ética (¿puede haber una sociedad sin ética y sin moral?) es mesurada y toma decisiones de acuerdo a los principios que le conducen a castigar a quien mata, es decir: sin faltar a ellos.

7.- Para que una propuesta ética tenga rigor filosófico debe ser de tal modo que se sustente a sí misma. Para mostrar lo anterior me gustaría recrear una situación que, casi seguro, todos los que hemos dado un curso de ética hemos vivido:

Nunca falta el alumno que en aras de justificar la pena de muerte recurre a lo que identificaría como una relativa empatía con la víctima. Por ello, siempre me salen con una pregunta incisiva que intenta despertar en mí la misma empatía. Me dicen: “oiga profe, y qué pasaría si un día llega usted a su casa y se encuentra con que su esposa fue violada y asesinada”. Mi respuesta, también, es siempre la misma y va más o menos así:

“Desde la emotividad, como individuo, lleno de odio y rencor, pediría que me dieran una pistola para matarlo yo mismo. Lo justo para mí pudiera ser que me dieran en ese momento el arma para disponer de la vida del perpetrador implacable. ¿Y por qué no? Parece que la razón es simple: matar de ese modo es arbitrario e irracional; responde más al deseo de venganza. Yo no puedo disponer de la vida del perpetrador implacable; sería inmoral y no-ético el castigo directo. Así, parece que la única forma en que matar al que mata pudiera ser justo y ético, es que esa decisión sea tomada socialmente (la sociedad es la segunda víctima del mismo hecho) y por medio del Estado. Según esta idea, matar es ético y justo si ha pasado por un proceso de racionalización del evento que permite considerar la pena como algo más que un acto de mera venganza.

8.- Pero por ejemplo: yo creo que la pena de muerte es injusta e inmoral. Mi esposa, asesinada, también lo pensaba. El Estado y la sociedad toman el hecho para justificar racionalmente la pena de muerte. Eso en sí mismo es inmoral. Pero hay otro problema: la legitimidad política y jurídica no implica validación ética (luego vuelvo sobre eso). Paradójicamente, aunque me gustaría matar al infeliz que me privó de mi esposa, nunca pediría que mataran a nadie: yo no le doy permiso al Estado para que mate en mi nombre y la sociedad (en una democracia liberal) no puede usarme a mí y a mi esposa para justificar su castigo. En el reino de los fines, ni mi esposa ni yo podemos ser usados como medios para nada… tampoco para castigar.

9.- Pero además de que nunca me ha pasado algo tan horrible y espero que

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