La crisis de la polis ateniense en el ámbito cultural

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El siglo V a. C. es el siglo de mayor esplendor de Atenas en todos los ámbitos (político, filosófico y cultural).

Platón nace en Atenas en el siglo V a. C. en la más alta aristocracia. Inclinado a la política activa, las enseñanzas de Sócrates y la decepción que le supuso la democracia instaurada tras el régimen oligárquico de los Treinta Tiranos, le harán declinarse por la filosofía. Convencido de que es la ignorancia de ciudadanos y gobernantes es la causante de la decadencia de la polis, orientará toda su vida a la elaboración de un gobierno de filósofos basado en el saber. Según nuestro autor, los sofistas y su demagogia han sido responsables de la anarquía reinante en Atenas, y el escepticismo de estos pensadores han impedido la búsqueda de una verdad universal. El relativismo sofístico ha reducido el saber a una pericia o habilidad: la de manejarse con destreza entre las apariencias cambiantes. Por todo ello, el pensamiento platónico supone un intento de superar esta situación y posibilitar de nuevo la filosofía, y la intencionalidad de toda su obra estará dirigida por estos dos aspectos:

1. La búsqueda de algo permanente y inmutable: la ciencia (episteme).

2. La instauración de una república ideal basada en la educación.

La crisis de la polis ateniense en el ámbito cultural: se produce un giro hacia el naturalismo psicológico frente al tono heroico-trágico anterior. De ahí aparece la biografía como género, y avanza la prosa frente a la poesía.

El arte griego busca un mundo idealizado y racionalmente abstracto. La belleza se entiende como armonía, medida y proporción conforme a un canon arquetípico.

Esta concepción idealizada de lo real se refleja en el diálogo que estamos trabajando: La República. Una obra que que supone una exposición completa de su metafísica y gnoseología, La teoría de las Ideas. El diálogo fue escrito durante dos décadas, el Libro VII que vamos a comentar está dedicado al mito de la caverna.

Así, desde un contexto filosófico, recibe influjos de otros pensadores, como los ideales pitagóricos tanto en la valoración de las matemáticas como en la concepción del cuerpo-cárcel o la transmigración del alma racional. Las características del Ser de Parménides inspirarán la naturaleza inmutable de la Idea, y la irracionalidad de la materia en su confuso devenir conduce hasta Heráclito. Incluso, una interpretación personal del NOUS de Anaxágoras sugerirá la figura del Demiurgo como ser intermediario entre los dos mundos platónicos.

La influencia más profunda es, sin duda, la de su maestro Sócrates. Para este, el conocimiento versaba sobre lo universal. Platón radicalizará su planteamiento al conferir a las Ideas una sustancialidad y existencia independiente. De esta manera, se opone a las enseñanzas sofísticas, ya que para él sí es posible una verdad única.

El Libro VII de La República está dedicado a la educación del filósofo-gobernante liberado de las servidumbres de la materia estará capacitado para conducir rectamente al resto de los ciudadanos y comprometido en el ejercicio de la justicia.

2b-

Platón es uno de los filósofos más influyentes de toda la historia.

Se considera que la Tª de las Ideas es el núcleo de la doctrina de Platón, que va evolucionando a través de sus diálogos, y que puede resumirse en la realidad de lo inteligible, esto es: las Ideas entendidas como sustancias independientes. Platón es un filósofo dualista que divide su ontología en dos ámbitos: el mundo sensible, cambiante, sometido al devenir (influjo de Heráclito); y el mundo inteligible, el de las Ideas, la auténtica realidad que solo es accesible por la razón, caracterizado por ser atemporal, eterno e inmutable (influjo de Parménides).

Según Aristóteles (discípulo de Platón) el interés de Sócrates por método mayéutico “inspiraron” la Teoría de las Ideas. Así pues, cuando Platón afirma la separación de las Formas (Ideas) respecto del mundo físico, estas no dependen de las cosas sensibles. Las Ideas son Formas del mundo material, su esencia, sustancias independientes, además de causan todo lo inteligible del mundo de las cosas y del devenir. Al igual que el Ser de Parménides, son eternas, inmutables e indivisibles.

La Tª de las Ideas puede formularse de este modo: existen entidades inmateriales, absolutas y universales independientes del mundo físico. Este mundo está jerarquizado y las Ideas comunicadas entre sí (Koinomia). El Bien, objeto final del conocer, es bien moral, pero también orden y logos. Nuestro filósofo lo coloca en la encima, y es causa de la inteligibilidad del resto de las Ideas (al modo como el sol ilumina y clarifica), es causa de su naturaleza y esencia y actúa como causa final de todas ellas. El aprendizaje desde la ignorancia hasta la cúspide, la Idea de Bien, es la ascensión del prisionero del mito de la caverna.

El mundo físico ha sido modelado por el DEMIURGO, ser intermediario entre los dos ámbitos. El Demiurgo justifica el paso del caos de la materia original al mundo sensible. Para ello, se sirve de las Ideas como modelos copiándolas en la materia. Esta teoría se conoce con el nombre de IMITACIÓN (mimesis), las cosas sensibles son burdas “copias”.

Sin embargo, en otros diálogos, el Demiurgo desaparece, y nuestro filósofo habla de la PARTICIPACIÓN (méthesis), describiendo que son las propias cosas materiales las que participan de las Ideas. Su grado de verdad dependerá de su grado de participación.

En los diálogos “El Parménides” y “El Sofista”, Platón revisará

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