MODERNIDAD, POSTMODERNIDAD Y LA TRANSFORMACIÓN DE LA RELIGIOSIDAD DE LOS SECTORES MEDIOS Y BAJOS EN AMÉRICA LATINA Daniel Miguez*
21 de Junio de 2014
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MODERNIDAD, POSTMODERNIDAD Y LA TRANSFORMACIÓN DE LA RELIGIOSIDAD DE LOS SECTORES MEDIOS Y BAJOS EN AMÉRICA LATINA
Daniel Miguez*
En las últimas décadas se ha producido en América Latina una profunda transformación del campo religioso en diversos países. Una serie importante de autores han estudiado estos procesos de transformación. Los marcos teóricos utilizados para ello han sido diversos. Sin embargo, una cantidad significativa de estudios ha abordado las transformaciones de los campos religiosos latinoamericanos, particularmente del crecimiento del pentecostalismo, desde la óptica de la modernización. La gran mayoría de estos autores ha asociado la modernidad con la industrialización, la urbanización y la democratización. Estas interpretaciones han generado una gran cantidad de debates sin llegar aún a una conclusión satisfactoria. La imposibilidad de resolver debates radica, según se argumenta en el artículo, en una conceptualización incompleta de la modernidad. Como solución al problema, se intenta entonces proponer una teoría alternativa de la modernización; tomando para ello los postulados que Giddens ha efectuado en relación a las relaciones interpersonales en la modernidad radicalizada.
A partir de este elemento se muestra cómo el campo religioso latinoamericano ha mutado en el sentido de transvasar a las relaciones con seres sagrados las nuevas concepciones de las relaciones interpersonales en la modernidad tardía. En este sentido se muestra cómo tanto las conversiones al pentecostalismo entre las clases populares, como la adopción de la ‘New Age’ por las clases medias implica la incorporación de este nuevo modelo de relación.
Palabras claves: Modernidad - Religiosidad - América Latina.
During the last decades Latin America has witnessed a profound transformation of its religious field. An important number of scholars have studied this transformative processes. Diverse theories have been applied in these studies. However, a great number of them have used modernisation theory to interpret the transformation of the Latin American religious fields, specially in what concerns the spectacular growth of Pentecostalism. A majority of authors have identified modernity with industrialisation, urbanisation and democratisation. These interpretations produced a number of controversies that have gone on without coming to a conclusion. The difficulty in reaching a point of agreement stems, according to this article, from an incomplete characterisation of modernity. As a solution, an effort is made to propose an alternative theory, taking Giddens’ conception of interpersonal relations in late modernity as a starting point. Consistent with this, it is shown how the Latin American religious field has been transformed in a way that allows people to establish a kind of relationship between god and his followers that resemble the prototypical interpersonal relationships fostered by late modernity. Conversions to Pentecostalism among the lower classes, as the adoption of New Age practices in middle classes; both imply the incorporation of the new kind of interpersonal relationships.
Key Words: Modernity - Religiosity - Latin America.
Marcar los rasgos que definen la modernidad ha sido una obsesión de los científicos sociales, en particular de los sociólogos, desde casi la constitución de sus disciplinas. Esta obsesión se ha agravado desde fines de los sesenta cuando Daniel Bell comenzó a hablar de un período ‘ postindustrial’, y luego cuando Lyotard y otros comenzaron a hablar de la postmodernidad. Ahora ya no es necesario saber, tan solo, qué es la modernidad, sino entender, además, si el período en que vivimos ha adquirido una nueva lógica que la diferencia de la modernidad tan radicalmente que es necesario hablar de una nueva etapa histórica.
Distintos autores han marcado rasgos diversos en lo que respecta a los procesos empíricos que caracterizan a uno y otro período -modernidad y postmodernidad. En el campo de la religión, por ejemplo, se plantea que la modernidad va asociada a procesos de diversificación religiosa. Es decir, la modernidad implica la ruptura de la superposición iglesia- estado; y permite, consecuentemente, que cada individuo elija sus propias creencias religiosas.
Esto, obviamente, produce pluralización y genera lo que oportunamente fue definido por Luckman (1967) como un mercado de religiones: diversas iglesias ofrecen sus ‘productos espirituales’ a un conjunto de potenciales seguidores y estos optan por la fe que más convincente o atractiva les parece. La postmodernidad, a su vez, radicalizaría este rasgo, al punto de que los individuos no solamente optarían por una u otra de las alternativas que se les ofrecen, sino que construirían sus propios sistemas de creencia combinando elementos de las diversas religiones y creencias. Lo que caracterizaría entonces al ser postmoderno es la autonomía con respecto a las instituciones, y el estado de fluidez permanente de su sistema de relaciones sociales y creencias.
Si miramos lo que ha sucedido en América Latina durante las últimas cuatro o cinco décadas pueden notarse una serie de transformaciones del campo religioso que parecen responder, en alguna medida, a lo que los intérpretes de la modernidad y la postmodernidad describen. Por ejemplo, entre los sectores populares ya durante las décadas del 40 y 50 comienza a vislumbrarse una diversificación del campo religioso impulsada por el crecimiento del pentecostalismo que podría (como han hecho varios autores) asociarse a procesos de modernización (industrialización, urbanización) atravesado por varias sociedades latinoamericanas—Brasil, Chile, etc.. Por otra parte, en los sectores medios, a partir fundamentalmente de la década de 1980, se produjo la expansión de la ‘Nueva Era’: un conjunto de creencias heterogéneas donde justamente las nociones de autonomía individual y fluidez son centrales de manera que puede claramente asociarse a la postmodernidad (Contemponi; 1999).
Distintos estudiosos de estos procesos de diversificación religiosa han discutido la asociación entre el crecimiento de estos grupos (Pentecostales y Nueva Era) y la modernidad y postmodernidad respectivamente. En el primer caso ha habido posiciones contrapuestas. Autores como Willems (1968) y d’Epinay (1969) en los comienzos, y más recientemente Stoll (1990), Martin (1990) y Bastian, (1997) han debatido sobre las formas de asociación entre la modernidad y el crecimiento del pentecostalismo. Todos estos autores entienden la modernidad, fundamentalmente, como asociada a procesos de industrialización, urbanización y democratización; lo que discuten, en términos genéricos, es si el Pentecostalismo contribuye o es óbice a la modernización. Han pasado ya muchos años y la discusión sobre el carácter modernizador o no del pentecostalismo no esta aún saldada –aunque si, diversos autores han propuesto otras maneras de discutir el fenómeno (Canales, 1991; Ireland, 1991; Mariz, 1994)(1).
Mi impresión es que la imposibilidad de saldar esta discusión proviene de una caracterización limitada de la modernidad. Como dije, en general en las discusiones sobre el crecimiento del pentecostalismo se caracteriza a la modernidad fundamentalmente como industrialización, urbanización y democratización. El problema no es que esta caracterización este errada, sino que es incompleta. Recientemente Giddens ha señalado los efectos que la modernidad ha tenido en las nociones de espacio y tiempo, y fundamentalmente cómo ha impactado en las relaciones interpersonales. Puesto en términos muy genéricos, lo que señala Giddens es que las relaciones de confianza e intimidad han sido alteradas por la modernidad. Según el autor, ya no existen instituciones que garanticen las relaciones íntimas de confianza sino que ahora es la ‘autorevelación’ (entendida como exposición voluntaria de la propia personalidad lo que permite generar confianza—por ejemplo en las relaciones de pareja o amistad. Para Giddens este rasgo es propio de la modernidad en general, según el autor la llamada posmodernidad no es un período histórico novedoso sino que implica apenas la profundización de estos rasgos. Mi hipótesis en lo que resta del artículo es que estos desplazamientos en el ámbito de las relaciones interpersonales se manifiesta en la manera en que las personas intentan establecer relaciones con lo trascendente. Por esta razón tanto en las clases bajas y medias se manifiesta una tendencia a buscar religiones que permitan establecer relaciones directas (no institucionalmente mediadas) con los seres trascendentes, y donde la experiencia emocional es fundamental. En este sentido habría una línea de continuidad entre la opción de las clases bajas por el Pentecostalismo y la de las clases medias por la Nueva Era; ya que la última solo demuestra una profundización de rasgos propios de la modernidad en general
En lo que sigue intentaré demostrar la plausibilidad de este argumento, comenzando por exponer en algo más de detalle la tesis de Giddens, luego podremos volcarnos al análisis de las alternativas religiosas señaladas tomando como íconos de las nuevas formas de percibir lo sagrado al pentecostalismo y la Nueva Era.
GIDDENS Y LAS NUEVAS NOCIONES SOBRE LA MODERNIDAD
Hasta aquí he planteado solo someramente la interpretación que hace Giddens de la modernidad. Quiero hacerlo ahora con más detalle, ya que esto dará pie más adelante a una demostración más acabada de la conexión entre estos procesos y los cambios en el campo religioso latinoamericano.
Como señalé, uno de los puntos de conflicto centrales dentro del debate sobre la globalización y la postmodernidad es si efectivamente estas
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