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Metafisica

patthi9 de Abril de 2015

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La metafísica aristotélica

Todos los hombres tienen por naturaleza el deseo de saber. Con estas palabras se inicia el libro primero de la Metafísica de Aristóteles. Ese deseo de saber culmina en la adquisición de la sabiduría que consiste, para Aristóteles, en el conocimiento de las causas y los principios del ser. Y ese conocimiento es el objeto de la metafísica, de la ciencia de las primeras causas y principios del ser, el conocimiento del ser "en cuanto ser", el conocimiento de la causa última de la naturaleza y de la realidad.

La crítica de la Teoría de las Ideas

La metafísica aristotélica se elabora en buena medida como reacción a la teoría de las Ideas de Platón. No parece que Aristóteles haya manifestado ninguna oposición crítica a la teoría de las Ideas durante su permanencia en la Academia. Todo indica, por el contrario, que las primeras críticas a la teoría de las Ideas se elaboran luego de su abandono de la Academia, cuando Aristóteles comienza a perfilar su propia filosofía. Hay que recordar, sin embargo, que ya Platón había criticado la teoría de las Ideas en el Parménides, y que probablemente la teoría de las Ideas había sido objeto de numerosas controversias en la Academia. No tiene sentido, pues, buscar en la crítica aristotélica a la teoría de las Ideas ningún tipo de razón personal que pudiera haber enfrentado a Aristóteles con Platón, sino, como el mismo Aristóteles nos dice en la "Metafísica", la simple búsqueda de la verdad.

Aristóteles estará de acuerdo con Platón en que hay un elemento común entre todos los objetos de la misma clase, el universal, la Idea, que es la causa de que apliquemos la misma denominación a todos los objetos del mismo género; admitirá, por lo tanto, que ese universal es real, pero no que tenga existencia independiente de las cosas, es decir, que sea subsistente. La teoría de las Ideas, por lo demás , al dotar de realidad subsistente al universal, a la Idea , duplica sin motivo el mundo de las cosas visibles, estableciendo un mundo paralelo que necesitaría a su vez de explicación.

Tampoco es capaz de explicar el movimiento de las cosas, que era uno de los motivos de su formulación; (recordemos que, al igual que los pluralistas intentaban con su propuesta explicar la permanencia y el cambio, la teoría de las Ideas se propone con la misma finalidad); ahora bien, esta teoría no ofrece ningún elemento para explicar el movimiento, el cambio, ya que siendo las Ideas inmóviles e inmutables, si las cosas son una imitación de las ideas habrían de ser también inmóviles e inmutables; pero si cambian ¿de dónde procede ese cambio?. ("Metafísica", libro 1,7) .

Aristóteles considera que la teoría de las Ideas es imposible, ya que establece una separación entre el mundo visible y el mundo inteligible, es decir, entre la sustancia y aquello por lo que una sustancia es, su forma o esencia. Las Ideas, en efecto, representan la esencia de las cosas, es decir, aquello por lo que las cosas son lo que son. ¿Cómo es posible que aquello por lo que algo es lo que es no resida en el objeto, sino fuera de él? ¿Cómo es posible que aquello que hace que el hombre sea hombre, su esencia, la Idea de hombre, no resida en el hombre, sino que exista independientemente de él? Las formulaciones de Platón para tratar de explicar la relación entre las Ideas y las cosas, las teorías de la participación y la imitación, por lo demás, lejos de explicar dicha relación no son más que metáforas.

Ya el mismo Platón había criticado dichas teorías en el Parménides; Aristóteles insistirá en sus carencias con el argumento del "tercer hombre": si el hombre es el resultado de la imitación de la Idea de hombre, y tal Idea es entendida como una entidad de carácter individual, ¿A qué otra realidad imita la Idea de hombre? Debe existir un tercer modelo de hombre para explicar la similitud entre el hombre concreto y la Idea de hombre, del mismo modo que se postula la Idea de hombre para explicar la similitud entre los hombres concretos. De ese modo encadenaríamos hasta el infinito la exigencia de un modelo del modelo, lo que nos llevaría al absurdo. Por otra parte, las cosas no pueden provenir de las Ideas; sin embargo, es esa una afirmación crucial de la teoría de las Ideas, al concebir que las Ideas son causa de las cosas; no obstante, es el mismo Platón en el Timeo quien explica que las ideas son sólo el modelo en el que se inspira el Demiurgo para modelar las cosas, es decir, las causas ejemplares de las cosas, pero no sus causas eficientes. ("Metafísica", libro 1,7).

En esta crítica aristotélica a la teoría de las Ideas se vislumbran ya los fundamentos de su propia metafísica: ante la imposibilidad de que las Ideas expliquen coherentemente la causa de lo real propondrá la teoría de las cuatro causas del ser; y ante la irrealidad de las Ideas, propondrá su teoría de la sustancia. La inconsistencia de la explicación platónica del cambio, por lo demás, le llevará a proponer la distinción entre ser en acto y ser en potencia.

Teoría de Platón sobre las Ideas y el conocimiento

La ciencia tiene por objeto lo necesario, lo inmutable, lo absoluto: las cosas pasajeras, mudables y contingentes no pueden ser objeto de la ciencia. Síguese de aquí que la ciencia no puede ser el conocimiento de las cosas singulares, visibles y materiales que percibimos con los sentidos, toda vez que éstas varían continuamente, y están sujetas a perpetuo mudar, como enseña Heráclito.

b) El objeto, pues, de la ciencia son las Ideas, las cuales contienen y representan lo que hay de necesario, inmutable y absoluto en las cosas. Estas Ideas son independientes, anteriores y superiores al espacio, al tiempo, a los individuos y al mundo visible; contienen y representan las esencias, es decir, la verdadera realidad de las cosas. Pero a la vez que realidades superiores, eternas, ingenerables, son también nociones universales de las cosas, pero nociones innatas, que no traen su origen de los sentidos, ni de las abstracciones y comparaciones del entendimiento.

c) Estas mismas Ideas son a la vez tipos, modelos y ejemplares primitivos de las cosas singulares y sensibles, las cuales vienen a ser como impresiones, imágenes, imitaciones y participaciones de las Ideas universales, inmutables, inteligibles y eternas. Así es que las Ideas son los verdaderos seres reales; son objetos más reales que los objetos sensibles, puesto que la realidad de éstos tiene su razón suficiente y trae su origen de la realidad de las Ideas. De aquí es que el mundo visible y material debe considerarse como una mera imitación y figura, como una concreción parcial, como una imagen imperfecta del mundo inteligible, que es el mundo de las Ideas. [233]

d) Aunque todas las Ideas convienen en los caracteres de necesidad, inmutabilidad, independencia y superioridad con respecto al mundo sensible, lo mismo que en ser tipos y razón suficiente de las cosas singulares, existe entre ellas cierto orden jerárquico en relación con su universalidad. El lugar supremo entre ellas corresponde a la Idea del Bien, la cual contiene debajo de sí a todas las demás. La Idea del Bien es, además, el modelo típico, el ejemplar supremo, según el cual Dios llevó a cabo la creación, o, mejor dicho, la ordenación del mundo.

e) ¿Pero cuál es el lugar de las Ideas platónicas? ¿En dónde existen o residen estas Ideas? He aquí uno de los puntos obscuros de esta teoría. Platón afirma desde luego que las Ideas no residen en el mundo sensible, y que no necesitan del espacio. En cambio afirma, o al menos indica, unas veces que existen por sí mismas y en sí mismas, ora que existen en el mundo inteligible, ya que existen en la Idea absoluta y suprema del Bien.

f) En el hombre deben distinguirse dos órdenes de conocimiento, uno inferior e imperfecto, otro superior y propiamente científico. El primero abraza las sensaciones y la percepción de los objetos singulares y sensibles con sus imágenes o representaciones. Este conocimiento no alcanza ni penetra a lo que hay de inmutable y permanente, o sea a la esencia de las cosas, y por lo mismo no merece el nombre de ciencia, sino solamente el deopinión, puesto que carece de necesidad objetiva, de claridad y certeza. Sin embargo, sirve para excitar, dirigir y concentrar la razón, que es la facultad superior del alma, sobre las Ideas que [234] preexisten en el espíritu, aunque adormecidas y en estado latente. La intuición de estas Ideas, o digamos, de su contenido, que representa la esencia y realidad verdadera, inmutable y necesaria de las cosas, es lo que constituye el segundo orden de conocimiento, el conocimiento inteligible, la ciencia. De aquí es que, para Platón, la ciencia es una verdadera reminiscencia de Ideas inteligibles, preexistentes y conocidas de antemano, y no una adquisición real de conocimientos o de verdades desconocidas.

En conclusión, y resumiendo: la gran teoría platónica acerca de las Ideas, teoría que constituye el fondo y la esencia de la filosofía del discípulo de Sócrates, puede reducirse y condensarse en los siguientes términos: La Idea, con relación a Dios, es su inteligencia; con relación al hombre, es el objeto primero y real del entendimiento; con relación a al mundo externo y sensible, es el arquetipo, el modo ejemplar; con relación a sí misma, es laesencia de las cosas; con relación a la materia, es su medida, su sigilación, su principio, su impresión.

Si consideramos esta teoría de las Ideas por parte de sus aplicaciones a la teoría del conocimiento, a la que sirve de base, principio y forma, puede resumirse en los siguientes términos: Hay dos mundos, uno eterno inteligible, inmutable e insensible;

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