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Nuestro acercamiento a la realidad. ¿Con qué contamos para lograrlo?


Enviado por   •  9 de Mayo de 2019  •  Síntesis  •  5.605 Palabras (23 Páginas)  •  115 Visitas

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CAPITULO II

Nuestro acercamiento a la realidad. ¿Con qué contamos para lograrlo?

Mientras ocurría todo esto, la madre había estado hablando por teléfono con una amiga. Siguió conversando pero le llamó la atención el tono de voz de su marido, después se sobresaltó al oír que la puerta de la habitación de Ignacio se cerraba con fuerza, con más fuerza de lo habitual. Se asomó entonces a la sala para averiguar qué había ocurrido y encontró a su marido ensimismado. Recordó que a esa hora solía ver un programa de televisión y le sorprendió que no la tuviera encendida. Cuando se disponía a preguntar, pasó Ignacio hacia la puerta de calle anunciando que iba a pasear con Soda. Entonces, pensó que sería bueno preparar café y conversar un poco.

DARSE CUENTA

Percibir lo que ocurre, lo que hacen los demás, es algo que hacemos sin proponérnoslo. ¿Cómo lo hacemos? ¿Con qué medios contamos para lograrlo? Una primera respuesta apunta a los sentidos y, dentro de ellos, todos son importantes para acercarnos a la realidad. Al pensar en la observación, la vista aparece como un sentido especial, pero no suele trabajar solo sino íntimamente ligado al oído y aún al olfato. Por otra parte, el tacto permite que un bebé conozca la realidad que lo rodea y es un sentido privilegiado en la relación amorosa mientras que el gusto, unido al olfato, condiciona nuestra conducta alimentaria.

En la medida en que estamos despiertos, nuestros sentidos no dejan de funcionar y esto significa que están alertas para recibir estímulos de la realidad que nos rodea. Estos estímulos nos provocan diferentes sensaciones. Se produce aquí el siguiente circuito:

Un órgano de los sentidos recibe el estímulo más largo- una vía nerviosa lo transmite- el cerebro lo recibe y lo registra de una manera determinada.

Por ejemplo, en el caso de la audición nos encontramos con el oído como órgano receptor de estímulos, la vía nerviosa correspondiente que lo transporta, una zona especializada del cerebro que registra el estímulo como un sonido determinado, como lo sería el ruido de un mosquito zumbando alrededor de nuestra cabeza. A partir de ese estímulo, pondremos en marcha la respuesta que es nuestra conducta para el caso: otra zona del cerebro, a través de una nueva vía nerviosa, envía una orden a la mano para que se mueva y termine con el mosquito. Nos vamos a centrar aquí en la primera parte del proceso, que incluye al estímulo, el órgano receptor y la sensación que se produce.

En algunos casos este mecanismo no se pone en marcha. Esto ocurre, por ejemplo, cuando el sueño es profundo y no llegamos a registrar el zumbido del mosquito. En ese caso decimos que el estímulo está por debajo de un nivel o umbral mínimo de percepción. Puede ocurrir que el estímulo sea fuerte pero la persona sorda y tampoco lo registre; también puede suceder que nuestro cerebro dormido confunda los estímulos recibidos y rompamos de un manotazo un excelente despertados de sonido muy suave y persistente.

La sensibilidad a los estímulos muestra una enorme variación de persona a persona. El dolor es percibido de manera muy variada al punto de que existe quien se desmaya por un pequeño pinchazo mientras otro tolera sin problemas heridas muy graves. La educación tiene mucha influencia en nuestro modo de percibir. En nuestra cultura las personas comunes, no los artistas, reconocemos dos o tres tonos de verde, pero algunas tribus africanas para quienes cada color de hojas de los árboles que los rodean es de fundamental importancia, llegan a reconocer cincuenta. También un experto en perfumes o en vinos tendrá un amplio rango de percepción desconocido para el común de la gente. Se han investigado diferencias de percepción en mujeres y en hombres, en personas del mismo sexo pero diferentes edades y en personas de diferente medio cultural, encontrándose variaciones importantes.

PERCIBIR LO INTERNO

Hasta aquí hemos hablado de estímulos que provienen del exterior de nuestro organismo. Pero también los recibimos desde su interior y los registramos como sensaciones agradables o desagradables. Cuando se le enseña a un bebé de 1 ½ a 2 años que controle sus esfínteres, éste se va a encontrar con la novedad de que los estímulos que vienen de su aparto digestivo o del excretor, los cuales no tenían mucho interés para él, se han vuelto importantísimos para su madre, ansiosa por dejar de cambiar pañales y comenzará a percibirlos a tiempo.

Todos registramos éstos y otros estímulos internos que nos advierten que tenemos hambre o sueño, frío calor, un dolor en un músculo o piel de gallina. También sabemos, aun con los ojos cerrados, en qué posición está todo nuestro cuerpo o solamente un brazo.

Retomando las experiencias de privación de las que hablamos en el capitulo anterior, se hicieron algunas con voluntarios en condiciones de privación sensorial se hacía vivir a la persona dentro de una habitación perfectamente acolchada a la que no llegaba ningún ruido y que estaba absolutamente oscura. Sus manos y sus pies estaban enguantados por lo que no tenían disposición al tacto, podían alimentarse sin esfuerzo en esas condiciones pero no tenía ninguna relación con seres humanos mientras duraba la experiencia. Una de las consecuencias de esa prueba er ala comprobación de que los estímulos del propio cuerpo (sonido de los latidos cardiacos, ritmo respiratorio intestinal) llegaban a convertirse en insoportables. Con ellas se intentaba estudiar lo que les ocurría a prisioneros de guerra, exploradores y náufragos en situaciones especiales, todos los cuales habían demostrado una conducta anormal al ser rescatados. Cuando el experimento se llevaba adelante durante siete días aparecía en el voluntario ansiedad, incapacidad para concentrarse, a veces alucinaciones y un estado emocional muy intenso y desagradable.

SENSACIONES.

Por lo general nuestro acercamiento a la realidad no es simple, no responde a un estimulo por vez, a un único mosquito dando vuelta en medio del silencio de la noche. Podemos registrar vagamente, mientras comenzamos a dormirnos, un conjunto de estímulos al mismo tiempo: calor, una bocina de automóvil en la calle, la luz que prendió el vecino en la ventana de enfrente, sed, y culminando todo, el mentado mosquito zumbando alrededor nuestro.los estímulos que nos llegan son datos que organizamos en una totalidad y que nos permiten saber que es verano, que estamos en nuestra casa donde siempre hay ruidos de bocina, que son alrededor de las 12 de la noche, hora en que nuestro vecino vuelve a su departamento y que la comida de la cena estaba

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