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Ortega Y Gasset: Cultura Y Política En Estética.


Enviado por   •  30 de Septiembre de 2013  •  5.357 Palabras (22 Páginas)  •  227 Visitas

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y política en estética.

Asignatura: Estética I.

Profesor: Antonio Notario Ruiz.

Curso: 2012-2013.

Índice.

Introducción........................................................................................................3

Estética como cultura-política.............................................................................5

Profundidad.....................................................................................5

Nuestra cultura................................................................................6

Generación Estética literaria unida a la cultura-política.................8

Conclusión: Estética como cuestión política....................................................14

Introducción.

El objetivo que se propone Ortega es llevar cada hecho, hombre, paisaje, cuadro, error, etc. por el camino más corto a la plenitud de su significado. Dentro de cada cosa y de cada hecho existe la plenitud como posibilidad, y un individuo noble con alma abierta deseará llegar a ella. Esto sería lo que Ortega denomina amor. En este sentido, dice que a lo largo de la obra será desarrollada una doctrina de amor. Este amor es el que nos liga a las cosas1, el que une la "cosa" con nuestro espíritu. En cambio, somos los españoles ejemplo de odio, ejemplo de aniquilación de los valores: he aquí el problema de lo español.

En el prólogo de las “Meditaciones del Quijote” (Lector...) nos comenta Ortega que los españoles somos dados a enardecernos por los dogmas morales antes de abrirnos a la verdad. Con esto no quiere dar a entender que se debe apartar la moral a favor de un beneficio del puro juzgar con las ideas, más bien nos pide que desechemos aquellas moralidades perversas (las utilitarias o cualquiera en que el individuo la maneje de manera utilitaria). Para nuestro autor es necesario que todo ideal ético sea reformado y purificado constantemente, así pues, para que la moral sea realmente moral -y no inmoral-, debe tener como deber primero el hallarnos dispuestos a la corrección y aumento de dicho ideal ético: mientras sea una ética con un sistema cerrado de valores que nos impida ejercer nuestra libertad será perversa.

El hombre necesita ser plenamente consciente de sus circunstancias para comunicarse plenamente con el resto de cosas. El principal cambio que encuentra Ortega del xiglo XX respecto al XIX es el cambio de la sesibilidad respecto a estas circunstancias. En el siglo XIX no se atendía a lo inmediato y momentáneo de la vida, por lo que (visto ahora desde lejos) se observa el carácter esencialmente político del mismo. Para Ortega, toda preocupación política es consciencia y actividad de lo social, por ello siempre que hable de cultura, sociedad, religión, ciencia, etc. tendrá en cierto sentido connotaciones políticas en tanto que son actividades sociales. Así pues, en el siglo XIX, se ocuparon de los problemas de la vida social, pero olvidando (o dejando a un lado) la vida individual. Destaca el autor como significativo que la única poderosa afirmación de lo individual durante el citado siglo era precisamente una doctrina política (social) -el individualismo- que consistía en pedir que no se aniquilara al individuo, pues, como dice Ortega "¿Cómo dudar de que un día próximo parecerá esto increible?"2.

Ahora bien, son las necesidades individuales las que, si son potenciadas, se convierten en un nuevo ámbito de cultura. Ésta nos ofrece objetos purificados a través de una labor reflexiva que los deja libres del espacio y el tiempo, no obstante esos objetos alguna vez han sido vida espontánea e inmediata. Estos objetos inmediatos son parte de la vida individual y la circunstancia, son en cierto modo porciones de una vida individual a las que no se les ha extraido su logos. Entendemos el logos como el espíritu de esas cosas, como el "sentido", pues todo lo individual y circunstante parece causal y falto de significación.

Así pues, todo lo que hoy es parte de la vida social lo fue en un momento de la vida individual: queda como base de lo social, cultural, político, etc. aquello individual y mediato del que se ha abstraido su logos. En consecuencia todo lo que consideramos hoy como verdad o como "belleza ejemplar" fue en un principio parte de lo espiritual de un individuo. Queda como acto cultural el acto creador, mediante el cual extraemos el logos de algo que aún es ilógico o mediato. Para llevar a cabo el acto creador necesitamos poner distancia entre lo que nos rodea de forma inmediata y nosotros, así, de este modo, conseguimo que adquiera sentido ante nuestros ojos. En palabras de Ortega: "No existen más que partes en realidad; el todo es la abstracción de las partes y necesita de ellas"3.

Uno de los peores lastres que arrastramos los españoles es el pasado. Los turcos caracterizan los países según su vicio, y el nombre que recibió España por ellos fue "Tierra de antepasados". Es por lo tanto tierra que no es nuestra, de los españoles que vivimos ahora en ella, sino que sigue siendo gobernada por los que vivieron anteriormente. Dice Ortega que es a través de la influencia del pasado a partir de la cual podemos descubrir la mecánica psicológica del reaccionismo español -no sólo del reaccionismo político sino del de la constitución reaccionaria de nuestro espíritu-.

"Azorín ha visto este hecho radical, que los comprende a todos: España no vive actualmente; la actualidad de España es la perduración del pasado. Aristóteles dice que la vida consiste en la mutación, en el cambio. Pues bien: España no cambia, no varía; nada viejo caduca por completo."4

Estética como cultura-política.

Profundidad del ámbito social.

Lo primero que hay que tener en cuenta es que para Ortega, la filosofía es aquella ciencia que consigue realmente marcar la diferencia entre el mero saber y el conocer; siendo la Estética, junto con el arte, aquella que tiene esa función de conocimiento (y no sólo la función de simple embellecimiento). Con conocer nos referimos aquí a obtener mediante ejercicio reflexivo la realidad de las cosas, y no sólo su "imagen" superficial. Es decir, se necesita de la filosofía, y en concreto de la Estética, para conocer la profundidad de toda realidad. La profundidad es aquella

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