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PROBLEMAS DE LA METAFÍSICA OCCIDENTAL. EN TORNO A DIOS…


Enviado por   •  28 de Febrero de 2013  •  2.049 Palabras (9 Páginas)  •  412 Visitas

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INTRODUCCIÓN

Durante la historia de la humanidad el hombre ha fomentado un debate en torno a la misma cuestión. ¿Qué?, ¿quién?, o ¿cómo es Dios?... ¿Existe Dios? La pregunta es tan ambigua como los incesantes intentos de respuesta que la acompañan. Filósofos, teólogos, científicos y demás creyentes o no creyentes buscan descifrar los misterios de tan oscura interrogante.

A través de las siguientes líneas, se esboza el pensar de filósofos que definen y delinean algunos aspectos importantes en torno a la reflexión sobre Dios. Quizá sean los argumentos bien atinados o las dudas recurrentes, la necesidad de creer o la actitud de rechazo, o quizá sea la fundamental conexión con la construcción de la propia realidad, las razones por las que la verdad esencial al respecto se sigue añorando.

Con el presente breve ensayo se pretende además, cumplir la tarea propuesta para el caso integrador del modulo antes referido.

¿VALOR PARA CREER?

La problemática entorno a Dios no sólo radican en saber si existe o no, si podemos demostrarlo y acceder a él, deviene incluso de su indefinido concepto universal.

Los antiguos pensadores politeístas veían a Dios en múltiples seres de poder que tenían una importante influencia en la vida del ser humano, sin embargo, los mitos y leyendas pronunciadas, poco a poco comenzaron a sucintar dudas y profundas indagaciones.

La influencia de la divinidad en los humanos continuó siendo un punto de referencia. Aristóteles veía a Dios como la causa final, el motor final de la realidad en la que converge el hombre y que motiva el movimiento de las cosas, que tienden hacia él.

Plotino, por otro lado, creyó en la unicidad de Dios, afirma así entonces que Dios puede ser pensado como el origen y suma de todos los seres, de donde todos proceden, y que es accesible sólo a través de la razón. Mientras el Ser, el Espíritu y Alma emanan del Uno, esta última puede volver o no al Uno tomando el camino en sentido inverso de las emanaciones… así el retorno a Dios.

San Agustín, cuando decía de Dios, reconoció también la dicotomía entre fe y razón, considera que la primera es la que orienta a la razón hacia la verdad, verdad sólo alcanzada a través de iluminación divina. “Cree para comprender” decía, cuando buscaba comprender el contenido de la fe, demostrando su credibilidad y profundizando en sus enseñanzas.

Agustín interpretaba que el hombre sólo obtendrá la salvación por su fe a Dios, no sólo por las buenas acciones en vida, en caso contrario caería en soberbia. De esta manera, para él, el hombre alcanza la verdad de Dios escrutando las profundidades de su yo profundo.

Por su parte, San Anselmo de Canterbury aunque creyó en Dios, dice que la fe necesita de la razón, de tal forma que considera que la existencia de Dios deberá ser demostrada a través de la racionalidad, porque según cree, todos, incluso quienes lo niegan, traen en mente a la divinidad.

San Anselmo mostró lo que denominó la prueba ontológica de la existencia de Dios; su argumento se mantuvo en la idea de la perfección. Sobre ésta habló de la perfección que existe y otra que la mente imagina. A la perfección imaginaria le falta existir, pero a la perfección que existe sólo le falta nombre… Dios, “porque es lo más perfecto”, nada lo supera y por eso existe. “Dios debe existir ya que para que no puede existir debe haber un ser perfecto que se omnisciente, omnisapiente y eterno”.

Bajo este argumento, existe algo de lo que nada más perfecto puede pensarse, por estar en el intelecto o en la realidad. Dios no puede ser pensado como no existente. El único problema detectado reside para él en las palabras. Su argumento, se basa entonces en la razón y no en la fe, aunque sólo pueda ser entendida por quien sepa que Dios es la mayor perfección pensable posible.

Santo Tomás de Aquino trató de conciliar la fe y la razón, recuperando además parte de la filosofía aristotélica. Para él, existía diferencia entre la filosofía y la teología, pero ambas con un nivel jerárquico igual. Explica que a través de la vía de la mente humana se puede conocer la verdad y a Dios, pues estas nociones de nuestro conocimiento natural son equiparables a lo que con fe permite la revelación divina porque puede demostrar algunas verdades de la fe, explicar los misterios de la fe a través de imágenes, metáforas y similitudes.

Santo Tomas de Aquino nos ofrece "cinco vías", o cinco pruebas de la existencia de Dios.

La primera prueba tiene que ver con el movimiento que observamos en el mundo real, donde todo lo que se mueve es movido por otro, y así sucesivamente, por lo que es necesaria la existencia de un primer motor que no sea movido por nadie, es decir, por Dios.

La segunda prueba es la causalidad eficiente, como no hay cosa que sea su propia causa, es necesario que exista una causa eficiente primera, una causa incausada, Dios. La tercer prueba considera el ser posible o contingente y el necesario, como los seres no son posibles o contingentes, debe haber un ser absolutamente necesario, Dios.

La cuarta prueba se fundamenta en los distintos grados de perfección, la máxima perfección es causa de todo en su género. Dios es causa de su ser para todos, de su bondad y perfecciones, Dios es un ser perfecto. La quinta prueba se toma del gobierno del mundo, el finalismo; lo que carecen de conocimiento no tiene un fin cociente, existe un ser que dirige todas las cosas naturales, una inteligencia ordenadora, Dios.

Juan Duns Scoto hablaba de los atributos fundamentales, y sobre aquello que está dotado por naturaleza no sólo de inteligencia, sino también de voluntad. Creía que la voluntad era más perfecta que el entendimiento y por tanto superior. Por una parte, Dios, aunque sede de toda perfección, sigue siendo un ente que se puede analizar por el intelecto, aunque no puede alcanzar todo conocimiento porque es una paradoja que la mente humana no es capaz de pensar.

Para Dionisio de Areopagita, Dios no puede ser reducido a conceptos, por tanto está por encima de la inteligencia, donde está la absoluta ausencia de palabras y de

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