Reporte De Lectura De La Republica De Platon
stomper686915 de Octubre de 2012
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Esto empieza cuando Sócrates se dirige al Pireo para ofrendar sus oraciones a la diosa Bendis y asistir a la fiesta, en dicha celebración se encuentra con Glaucón. Cuando se proponían regresar caminando a la cuidad fueron alcanzados por un esclavo mandado por Polemarco hijo de Céfalo para decirles que Polemarco les suplicaba que le esperaran. Cuando arribó Polemarco y Adimanto venían acompañados de algunas otras personas, y entre diálogos convencieron a Sócrates de quedarse para continuar con los festejos.
Al llegar todos a la casa de Polemarco se encontró Sócrates (entre varios invitados) a Céfalo viejo amigo suyo, que le agradecía por haberlo visitado pero que el hubiera querido que fuese al revés y evitar la molestia de Sócrates a pesar de la condición de Céfalo, quien entre otros temas hablo de los placeres de la vida y de cómo estos los ha tenido que ir acomodando de a cuerdo a cómo pasa el tiempo pues su edad ya no le permite gozar de los placeres de la juventud, sin embrago sabe apreciar su vejez y se jacta de no ser como todos los ancianos seniles que se quejan y lamentan recordando con tristeza los placeres que disfrutaban en su juventud, y basado en un dicho del poeta Sófocles, menciona que la vejez en efecto en un estado de reposo y libertad respecto de los sentidos, es una época en la que las pasiones se han relajado y amortiguado su fuego.
Luego Sócrates (para adentrarse más en la conversación) dice a céfalo que está encantado con su argumento, pues a pesar de las incomodidades de la vejez es capaz de encontrar recursos de la misma.
Después, entre varios temas de conversación, llega el momento en que se centran en discutir lo que es la justicia y la injusticia; céfalo afirma que la justicia es dar cada quien los que se le debe, pero Sócrates le refuta esa idea planteando el caso de un amigo que le ha prestado su espada y si después este amigo pierde su cordura y pide de regreso su espada ¿es justo devolvérsela, teniendo en cuanta el riesgo que ocasionaría? Con este planteamiento céfalo queda derribado de su postura y evade la conversación diciendo que debía concluir con la ceremonia y era preciso retirarse, pero deja en su lugar de conversación a Polemarco.
Polemarco menciona que la justica es hacer bien a los amigos y mal a los enemigos, basado en la postura de que la justicia es dar a cada quien lo que se le debe. Por lo que Sócrates le pregunta ¿para qué sirve y donde se necesita del hombre justo? A lo que Polemarco le responde que “en la guerra” y tras varios argumentos de Sócrates, concluyen que también es útil en tiempos de paz. Pero entra un punto de conflicto cuando discuten sobre las postura en la guerra, diciendo que el hombre que es visto como justo y hábil para la guerra defenderá a sus amigos y atacara a sus enemigos, pero, lo mismo pasara en el otro bando, y esto enfoca la plática en la premisa de que un hombre justo no puede hacer a otros injustos, pues es de su virtud una contradicción hacer el mal, y aquellos a quienes consideramos amigos no solo deban parecer justos, sino, serlos realmente.
Durante toda esa charla, Trasímaco había tratado de interrumpirlos pero sus amigos se lo impedían pues querían seguir al pie de la conversación hasta la conclusión, y en cuanto cesaron de hablar se torno ciertamente agresivo y le dice a Sócrates que se deje de palabrería y no se centre en contradecir los argumentos de los demás, añadiendo que “es más fácil preguntar que responder”; Sócrates le dice que no se irrite y que si Polemarco y él han errado en su conversación no había sido su intención. Tras varios argumentos agresivos por parte de Trasímaco, retomaron la plática a cerca de lo que es la justicia.
Trasímaco (muy seguro en su postura) afirmó que la justicia es lo que es provechoso para el más fuerte, argumentando que en el estado el más fuerte es el que gobierna y es este mismo quien dice que es justo y que lo injusto.
Sócrates (dudoso de los argumentos de Trasímaco) le pide examinar los casos particulares para hacerlos comprender a fondo su postura, y empieza por preguntar si es posible que los que gobiernan pueden engañarse y con ello hacer algunas leyes bien y otras mal hechas. En otras palabras, que quienes gobiernan se engañan algunas veces sobres sus intereses al dar las leyes que imponen a sus súbditos y que es justo que éstos hagan sin distinción todo lo que se les ordena y manda, y si eso fuera desventajoso para el mas fuerte ¿los súbditos deben hacerlo de todas formas, o deben desobedecer?.
En seguida se pusieron a discutir sobre la perfección y las propiedades de las distintas disciplinas, llegando al punto en que estas disciplinas buscan la perfección pero a su vez no son perfectas, por lo que deben recurrir o crear otra disciplina que se encargue de sus desperfectos.
Y luego de algunos ejemplos a los que Trasímaco accedió con dificultad, Sócrates dijo que por consiguiente todo hombre que gobierne velara no solo por sus intereses, sino, por los de sus súbditos.
Trasímaco trato de refutar a Sócrates diciéndole que estaba lejos de conocer la naturaleza de lo justo y lo injusto, que la justicia es un bien para todos menos para el justo; que es útil al más fuerte, que manda, y perjudicial para el más débil. Visto de otra manera, Trasímaco afirmaba que la justicia no traía beneficios a los justos, y que por el contrario, la injustica era más ventajosa.
Tras haber dado su largo y terrible discurso Trasímaco se levanto con intención de retirarse pero sus amigos los detuvieron para pedirle que se explicara. Y Sócrates le insistió que se explicase, argumentando que él nunca sedería de su postura de que es más ventajoso ser hombre de bien. Y le pidió también que les probase a los presentes que estaban todos en un error al preferir la justicia a la injusticia.
Sin embargo Sócrates empezó a argumentar a favor de la justicia y poco a poco fue convenciendo a Trasímaco de que las cosas no eran como él decía, sino, más bien que la justicia era una virtud, sabiduría y de mas atributos propios que Trasímaco había dado a la injusticia; y refería a la injusticia como vicio. A pesar de que Trasímaco siguió sosteniendo sus palabras, poco a poco fue dándose cuenta y entendiendo lo que Sócrates le explicaba. Se dijo también que el hombre justo no querría tener ventaja sobre su semejante, sino sobre su contrario, mientras el hombre injusto quiere tenerla sobre uno y el otro.
Mientras Sócrates trataba de terminar de convencer a Trasímaco sobre la ventaja de ser justo hizo mención de un punto que me pareció interesante; decía que los que eran injustos con sus contrarios o sus enemigos, debían ser justos entre su misma cuadrilla u organización social pues en caso contrario habría abuso, odio y combate entre ellos mismos. Dando a entender que nadie es injusto en totalidad, pues el hombre es social por naturaleza y aún siendo injusto con otro debe ser justo con sus semejantes para no entrar en el caos antes mencionado. Pero no es cosa solo de los hombres malos, pues en los hombres de bien causaría los mismos efectos e impediría emprender como alguna en común, y si impera entre dos hombre estos estarán en discusión y guerra, se aborrecerán mutuamente.
Después Sócrates empezó a hacer analogía de las propiedades de algunas cosas, entre ellas, el alma cuya propiedad del alma es la libertad, la vida, deliberar, etc., por lo que el alma del hombre justo vivirá bien, y el alma y hombre injusto vivirá mal, así el que vive bien será dichoso, y el que vive mal será desgraciado; luego el justo es dichoso y el injusto será desgraciado.
Fue en con esos argumentos que Trasímaco logro suavizarse y aceptar que la justicia era más ventajosa que la injusticia, por lo que Sócrates le reconoció el haberse desechado de esa cólera que tenía en su contra.
En el comienzo del libro segundo Sócrates había pensado que después de su argumentación el discurso se daba por terminado, error, pues enseguida Glaucón dio muestra de su valor y en lugar de rendirse como Trasímaco, tomo la palabra y pregunto a Sócrates si se daba por contento con lo que había dicho o si en verdad los quería convencer de que la justicia es preferible en todas la condiciones. Sócrates se limito a responder que esa era su intención, pero que no estaba en sus manos.
Glaucón le dio un breve sermón sobre su fidelidad a su postura y le pregunto a Sócrates si es que ¿hay una clase de bienes que se desean por lo que son y sin cuidarse de los resultados, como la alegría y otros placeres puros? Sócrates accedió a esta declaración y Glaucón continuo preguntando sobre una segunda clase de bienes, estos son: los que se aman por si mismos y por sus resultados como la cordura, la vista y la salud entre otros. Sócrates también accedió a lo que se decía.
Enseguida Glaucón pregunto a Sócrates si ¿no encontraba una tercera clase de bienes, los que son buscados, no por si mismos, si no por el salario y demás ventajas que proporcionan, como la medicina o algún otra profesión? Igual que en las veces anteriores Sócrates accedió a las propuestas de Glaucón, pero le preguntó a dónde quería llegar con lo que decía. Y este le respondió preguntando ¿en cuál de esas tres clases incluía a la justicia?
-en la mejor de las tres-respondió Sócrates-en la que quienes quieren ser verdaderamente dichosos deben amar por ellos mismos y sus resultados-.
Glaucón añadió que esa no era la postura común de la gente, que pone la justicia en el rango de los bienes penosos que no merecen los cuidados si no por gloria y las recompensaciones que producen, y de las
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