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Resumen De Hume Tratado De La Naturaleza


Enviado por   •  22 de Junio de 2014  •  2.660 Palabras (11 Páginas)  •  393 Visitas

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Primera parte: Del entendimiento

Acerca de la identidad personal

Apuntes

Al hablar de identidad Hume, diferencia entre identidad en general e identidad personal. Acerca de la identidad en general ya hemos visto como Hume analizaba el tema en el apartado referido a la cuestión de la existencia continua y distinta de los cuerpos. Ahora, sin embargo, en esta parte del Tratado de la naturaleza humana ( Parte IV. Sección VI ), Hume, centra sus análisis en el estudio de lo que denomina Identidad Personal.

Antes de analizar en detalle esta cuestión es conveniente decir alguna cosa acerca de la diferencia que Hume establece e Alma e Identidad personal (Yo). En principio parece que la diferencia entre estos dos conceptos no es tan importante, ya que ambas ideas estarían haciendo referencia a realidades cuya existencia seria posible, como Kant después dirá, al margen del espacio y del tiempo. Es decir, con estos dos conceptos estaríamos hablando, según Hume, de realidades permanentes, idénticas, invariables e inmateriales. En tal sentido, la coincidencia entre ambas seria total. ¿En dónde residiría entonces la diferencia que nos explicaría el porque, Hume, las analiza de modo separado? Pues en lo siguiente:

1. Hume concibe al alma esencialmente como substancia soporte o sostén inmaterial de nuestras percepciones.

2. Hume concibe el Yo o Identidad Personal no tanto como el soporte invariable e inmaterial de nuestras percepciones, sino como algo que acompaña a las mismas y permanece idéntico e invariable a través del tiempo.

3. Pues bien, teniendo en cuenta estas ideas, Hume, intenta analizar ahora la idea de identidad personal o Yo y averiguar si realmente es algo de lo que podemos estar seguros al defender su existencia. Para ello, comienza afirmando que algunos filósofos defienden que nuestro YO es algo que no necesita ser demostrado, ya que, por intuición descubrimos que la existencia de nuestro yo, idéntico e invariable, es algo tan cierto que resultaría absurdo el ponerlo en duda.

4. Según Hume, estas afirmaciones son, desgraciadamente, contrarias a la experiencia misma abogada en su favor, pues lo primero que habría que responder es a la cuestión siguiente: ¿de qué impresión podría derivarse tal idea e la identidad del Yo? Si no respondemos claramente a esta cuestión, la afirmación de que existe en nosotros tal idea, como algo evidente, estaría sometida a una cruda confusión, ya que tienen que existir necesariamente las impresiones que originen tal idea. Ahora bien, el Yo o Persona, de la que hablamos, comienza por no ser una impresión, sino la referencia o realidad constante que acompaña, permaneciendo idéntica, a todas nuestras percepciones, sean impresiones o ideas. Pues bien, busquemos fuera del mismo Yo o Identidad Personal, la impresión o impresiones que nos permiten defender la existencia de ese Yo. Es evidente que tal impresión tiene que corresponderse con tal idea, es decir, tendría que ser una impresión que permaneciera invariablemente idéntica durante toda nuestra vida, pues se supone que el Yo existe de ese modo. Ahora bien, no existe ninguna impresión que sea constante e invariable: dolor, tristeza, placer, alegría o temor ..... se suceden una tras de otra, y nunca existen todas al mismo tiempo. En definitiva, parece que la idea del Yo o identidad personal no puede derivarse de ninguna de las impresiones de sensación, de reflexión o de los sentidos externos.

Existe en el Tratado un texto claramente expresivo de lo que Hume nos quiere decir. Veámoslo:

En lo que a mi respecta, siempre que penetro más íntimamente en lo que llamo mi mismo tropiezo en todo momento con una u otra percepción particular, sea de calor o de frío, de luz o de sombra, de amor o de odio, de dolor o placer.... Nunca puedo atraparme a mí mismo en ningún caso sin una percepción...Cuando mis percepciones son suprimidas durante algún tiempo: en un sueño profundo, por ejemplo,....no me doy cuenta de mí mismo, y puede decirse que verdaderamente no existo. Y si todas mis percepciones particulares fueran suprimidas y ya no no pudiese pensar, sentir, ver, amar u odiar tras la desaparición de mis cuerpo, mi yo resultaría completamente aniquilado....Si tras una reflexión seria y libre de prejuicios hay alguien que piense que él tiene una noción diferente de sí mismo, tengo que confesar que ya no puedo seguirle en mis razonamientos. Todo lo que puedo concederle es que él puede estar tan en su derecho como yo, y que ambos somos esencialmente diferentes en este particular. Es posible que él pueda percibir algo simple y continúo a lo que llama su yo, pero yo sé con certeza que en mi no existe tal principio.

En definitiva, Hume, niega que él pueda experimentar dentro de si, es decir, ver por intuición, al modo cartesiano, la existencia de un Yo simple y continuo. Y es que, según Hume, los seres humanos estaríamos realmente estructurados como un haz o colección de percepciones diferentes, existentes en un perpetuo flujo y movimiento. Nuestros ojos, por ejemplo, afirma Hume, no pueden girar sus órbitas sin hacer que sus percepciones varíen. Pues bien, en este contexto, Hume, afirma que nuestra Mente es como una especie de teatro en el que las distintas percepciones se presentan en forma sucesiva: pasan, vuelven, vuelven a pasar, se desvanecen y mezclan en una variedad infinita de posturas y situaciones. En conclusión eso que denominamos como Mente no es otra cosa que la contemplación consciente de tales percepciones.

Ahora bien, a pesar de que todos estos argumentos nos muestran la imposibilidad racional de entender que pueda existir ese algo al que denominamos como Yo o identidad personal, lo que también es evidente que, digamos lo que digamos, seguimos creyendo que, a pesar de la multiplicidad de las percepciones, existe un Yo al que las referimos; y tal Yo, creemos también, que sigue siendo el mismo a través del tiempo. Pues bien, como esta creencia ( junto con otras ya vistas ) es algo que, según Hume, forma parte de la naturaleza humana, y, además, es algo imposible de desterrar. En definitiva, no queda más remedio, señala Hume, que averiguar las causas que nos inducen a creernos en posesión de algo que permanece invariable a través del tiempo, como es la idea del Yo o identidad personal. Pues bien, el análisis que Hume lleva a cabo, sobre esta cuestión, en el en el Tratado, abarca tres niveles. Analicémoslos

ACERCA DE LAS CAUSAS QUE NOS INDUCEN A CREER EN LA EXISTENCIA DEL YO COMO ALGO IDÉNTICO E INVARIABLE

PRIMER NIVEL

Confusión de identidad y sucesión

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