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Singularidad, pluralidad y totalitarismo: Libertad política desde el existencialismo


Enviado por   •  10 de Julio de 2019  •  Monografías  •  8.820 Palabras (36 Páginas)  •  187 Visitas

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Singularidad, pluralidad y totalitarismo: Libertad política desde el existencialismo

Por: Edgar Beltrán

Introducción

El tema focal de la filosofía existencialista es la libertad, en este sentido es necesario llevar la noción existencialista de la misma a la arena política y a un plano mucho más práctico, reivindicando varios aspectos novedosos que diferentes autores existencialistas traen a la libertad y que pueden ser de interesante estudio para la Ciencia Política,. En este sentido es importante notar dos aspectos de la libertad desde el existencialismo: 1) Se parte de la singularidad de la existencia humana, es decir, de la proposición de que las vivencias de cada ser humano se dan de una forma completamente única y cualquier análisis del hombre en cuanto hombre debe darse precisamente desde esta premisa, no desde la abstracción del hombre de sus circunstancias y su singularidad y 2) La libertad se expresa como autenticidad, más que como mera libre posibilidad de decidir y con una responsabilidad casi absoluta sobre los actos realizados de forma auténtica. De esta forma, se planteó contraponer la idea existencialista de libertad con el totalitarismo y ofrecer el pluralismo y la apertura al diálogo desde una crítica tanto al individualismo y al colectivismo, principalmente desde el “Yo-tú” Buberiano y la crítica al totalitarismo desde la experiencia de libertad de Berdiaev como complementación de la noción del liberalismo clásico de libertad, el cual se queda corto en comprender toda la dimensión ontológica y práctica de la propia libertad, al reducirla a la posibilidad de decidir o de poder hacer.

¿Qué es el existencialismo?

        Antes de entrar en materia directamente es necesario dar una acepción propia de “existencialismo”. Hay poco acuerdo entre los autores respecto a lo que debe ser considerado propiamente “existencialista”, algunos autores afirman que el término debe limitarse exclusivamente a la filosofía de Jean-Paul Sartre, otros afirman que más que una escuela filosófica, es un movimiento cultural que influenció a algunos intelectuales de la época. Para Sartre, podría considerarse existencialista todo filósofo que se apegue a la máxima de “la existencia precede a la esencia” o de que hay que partir de la subjetividad[1]. ¿A qué se refiere Sartre con esto? Con la primera afirmación, básicamente, a que el hombre no posee naturaleza, el hombre es lo que se hace, lo que decide ser. Con la segunda, se refiere a la “singularidad”; con la llegada de Kierkegaard se da un paso en la filosofía del cogito (ser pensante) al ser singular, es decir, la particularización de la experiencia humana y a entender al hombre como hombre en función a esa singularidad propia que posee.

 La primera afirmación, además de errada, le cierra las puertas a muchos autores considerados existencialistas (Marcel, Berdiaev, Jaspers, Frankl y se podría intuir que hasta al propio Heidegger) y a algunos de sus grandes influyentes (Kierkegaard, San Agustín, Pascal). Se considera errada porque es una contradicción dentro de la propia filosofía de Sartre. Afirma que la “esencia” de algo es “el conjunto de recetas y cualidades que permiten producirlo y definirlo”[2], pero luego pasa a utilizarla como sinónimo de “naturaleza”; si se entiende la “esencia” dentro de los términos de su primera definición, al menos es una postura coherente dentro de su ateísmo (aunque todavía discutible), pero si afirma que el hombre está condenado a ser libre, que no tiene más opción que decidir y que todos los hombres poseen la pesada carga de la libertad y de todo lo que esto conlleva, es una implícita afirmación de que el hombre posee algo natural, algo que permita definir al hombre en cuanto hombre o -en propios términos sartreanos- esencial: La libertad.

Por eso se considera que, además de ser una contradicción dentro de la propia filosofía de Sartre, esta afirmación se queda corta para definir qué filósofos podrían considerarse existencialistas. En cambio, la segunda afirmación que hace Sartre referente a partir de la subjetividad o singularidad, da más luces al respecto a quién pueda considerársele existencialista, pero igualmente se queda corto al ser demasiado general y lograr distinguir a los “existencialistas” de otras corrientes. En un sentido, los personalistas también parten de la singularidad del sujeto, y neotomistas como Wojtyla y Ratzinger se encuentran influidos por esta premisa[3] y no por esto muchos autores se arrojarían a llamarlos existencialistas.

Otra aproximación a lo que es el existencialismo, es afirmar que desde el existencialismo debe entenderse la libertad en términos de autenticidad. La libertad no se limita a un mero decidir, o poder hacer lo que se desee mientras no se vulnere a los demás. Está más relacionada con el ser auténtico, está sembrado en un decidir mucho más profundo, de forma tal que los actos de la persona expresen plenamente su propia personalidad, también entendiendo a la libertad como un medio para asentar al ser singular, como afirma Sellés (2012) “La libertad es la dimensión humana por medio de la cual individualizamos nuestra historia, particularizamos nuestra existencia mediante las decisiones finitas, es decir, lo que favorece la realización de las diversas concreciones de la existencia humana”.[4] 

A diferencia de lo que afirma Sartre -referente a que el punto común entre los existencialistas es el desconocimiento de la naturaleza humana- desde el existencialismo, se parte de que lo esencial del hombre es la libertad entendida en los términos anteriormente establecidos. La libertad está inscrita en el hombre, y no solo la libertad, si no la necesidad de ser libre, un tema que trae a la palestra Kierkegaard y que más adelante se retomará con Berdiaev.

También hay un tema recurrente en el existencialismo: la angustia, también formulada a veces como vacío, o más vulgarmente como “crisis existencial”. El hombre enfrentado ante su propia existencia, ante no bastarse a sí mismo, al abandono de su propio ser. Aquí hay una escisión entre existencialistas teístas y ateos. En los ateos, la angustia se relaciona con enfrentarse a la propia nada, a lo inútil de la propia existencia y de buscarle dar sentido; en los teístas, en medio de esta angustia, el hombre puede descubrir a Dios, y entregarse a él, su libertad se orienta al Sentido. En Kierkegaard, la angustia es, en una acepción, un miedo, en otra un dolor y es reflexiva y contemplativa.

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