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Tratado de la Tolerancia y la humanización a la justicia penal ilustrada.


Enviado por   •  8 de Diciembre de 2016  •  Ensayos  •  1.938 Palabras (8 Páginas)  •  276 Visitas

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Tratado de la Tolerancia y la  humanización a la justicia penal ilustrada.

Introducción.

“Es peligroso tener razón cuando el gobierno está equivocado”.

                                                                   Voltaire.

François-Marie Arouet., escritor francés, más conocido como Voltaire, era hijo de un notario retirado de Chatelet y de María Margarita Daumast, perteneciente a una familia burguesa de excelente reputación. Escritor netamente enciclopédico por la extensión y variedad de sus escritos, Voltaire es una de las figuras culminantes del siglo xvm.

Todos sus escritos provocaron críticas y amenazas contra él. Se rodeó de gran lujo, viviendo alejado de París, cerca de la frontera suiza, en villas que compraba y ornamentaba con ostentación; sin embargo, debido a su carácter filantrópico, donaba dinero para obras sociales. Su fisonomía moral ha sido discutidísima, pues según sus detractores corrompían escandalosamente a la juventud y era irrespetuoso e irreverente con las autoridades y la Iglesia, llegando incluso a escribir blasfemias. No obstante, desde el terreno puramente humanista, consiguió desembarazarse de la superstición y el fanatismo existentes. Fue también filósofo e historiador, interesándole, en el primer aspecto, el lado pragmático de la vida, más que el razonamiento especulativo y los dogmas e inspiraciones que debían desecharse por completo según él. En cuanto historiador, predicaba que había que ser crítico y estar bien informado. Sus ideas políticas fueron las de propugnar como ideal el sistema de gobierno inglés, que emparentaba la Monarquía con leyes de rango republicano. También, como buen burgués, aceptaba la desigualdad social. Alegaba que la revolución debía hacerse desde arriba, ya que el pueblo no tenía preparación.

Su preocupación por el Derecho Penal se vincula sobre todo a los ejemplos ofrecidos por el sistema punitivo de su época, por los errores judiciales de un Derecho arcaico y arbitrario.

Con su estilo irónico se dedicó a demoler viejas creencias y tradiciones fuertemente arraigadas, relacionadas con los más importantes aspectos de la vida, pero principalmente con el derecho a la libertad y con la dignidad humana. Luchó por la libertad política y la tolerancia; y dedicó la segunda parte de su vida a alentar la humanización de un Derecho Penal cruel, arcaico y arbitrario. Voltaire contribuyó más que ninguna otra persona o institución a la apasionada defensa de la tolerancia en todo el mundo occidental solía llamarse a sí mismo el Patriarca de la Tolerancia. Con este título ha pasado a la historia, ya que siempre supo honrarlo por haber sido el más decidido defensor de la libertad y la tolerancia como derechos naturales de los hombres.

 La Justicia Penal Ilustrada

El “derecho penal del antiguo régimen”, es decir aquel nacido en Europa a partir del siglo XIII, tenía fundamento, entre otras cosas, en la teología, en la vinculación de las nociones de delito y pecado, en la vigencia del procedimiento inquisitivo y en el fundamento divino del poder represor del monarca. La Monarquía utilizaba la ley como uno de los más importantes instrumentos de imposición de su autoridad y, al mismo tiempo, como maquinaria protectora del orden social establecido.

Posteriormente trata de adaptarse a la realidad: social y política. Así la Ilustración, [1]en su vertiente penal persigue la igualdad de las personas ante la ley, la humanización de las sanciones (por ejemplo se establece la guillotina para la pena de muerte, sanción sin dolor), la eliminación del tormento (sistema para obligar por la fuerza y el sufrimiento físico a declarar a los testigos reacios o a confesar los sospechosos y acusados) y busca la promulgación de leyes claras.

En la Ilustración los delitos se explican en base a la razón y bajo las Leyes de la causalidad, separándose de los dogmas religiosos. Se diferencia entre delito y pecado, trasgresión voluntaria de preceptos religiosos, mientras que el delito consiste en la vulneración de un deber.

Se acepta límites del Estado y del individuo. El límite del Estado es el Derecho, el límite del individuo, el derecho de los demás.

Tratado de la Tolerancia.

En 1685, Luis XIV revoca el edicto de Nantes, que permitía la libertad de cultos en Francia. En este clima de intolerancia religiosa, Voltaire escribe el Tratado sobre la tolerancia con ocasión de la muerte de Jean Calas y anima al resto de filósofos a hacer la guerra sistemáticamente al Infame, es decir, a cualquier religión, pero, sobre todo, a la católica de Roma.

Jean Calas era protestante, lo mismo que el resto de su familia, excepto un hijo que había abjurado de la herejía. 

Uno de los hijos llamado Marc-Antoine decidió poner fin a su vida y dejó enten­der que tenía este propósito a uno de sus amigos. Finalmente, un día en que había perdido su dinero al juego, lo escogió para realizar su propósito. Un amigo de su familia llamado Lavaisse, había llegado de Burdeos. Después de la cena se retiraron a una pequeña sala: Marc-Antoine desapareció, cuando el joven Lavaisse quiso marcharse, bajaron  Calas y él al almacén. Encontrando a Marc-Antoine colgado de una puerta y su traje plegado sobre el mos­trador. La camisa no estaba arrugada; tenía el pelo bien peinado y no presentaba en el cuerpo ninguna herida.

Existía una ley por la cual el cuerpo del suicida debía ser arrastrado por las calles y después colgado. Para evitar ese horror, Jean Calas, consiguió que algunos amigos atestiguasen una muerte natural. Pero, entre tanto, corrió el rumor de que se ocultaba un asesinato, y de que el padre había matado al hijo para impedir que se convirtiese al catolicismo. Calas fue aprisionado, torturado y muerto. La familia, arruinada, huyó a Ferney, donde narró a Voltaire la horrenda historia.

Voltaire, a diferencia de Rousseau, pretende pasar de una oposición meramente intelectual a un lucha activa centrada en los casos particulares. El caso de Jean Calas, iba a ser la primera aplicación de esa consigna de hacer la guerra sistemáticamente al Infame.

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