Yo, mí historia
Martin MoranApuntes7 de Abril de 2016
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Yo, mí historia
Nací, 28 de noviembre 1998, edad actual 16 años
Capítulo I
Uno más, uno menos
Ojala sólo ojala desearía alguna vez no haber nacido, que hubiera sido de las personas que ahora están a mi alrededor sin mí, serían más tranquilas, serían igual, serían infelices, felices, seguirían vivos. Muchas cosas de las que nunca te podrías imaginar pudieron pasar cosas que no deberían haber ocurrido jamás pasan a diario por tu existencia pero sabes, tu existes por algo existes para …..
Un día cualquiera, mi madre no esperaba este día fue inesperado a las 4 de la mañana casi no logra contactar al doctor por el horario, pero lo logro entro, cuando nací un niño normal común y corriente piel trigueña ojos color miel, feliz.
Pero desde que empieza tú vida te das cuenta que la vida es injusta yo no nací con alguna enfermedad muy grave, pero si nací con alguien más no me refiero a alguien pegado a mi cuerpo, no me refiero a alguien compartiendo mi alma compartiendo mi cerebro, compartiendo mi corazón.
Yo era un niño tranquilo, inquietos, fuerte, hábil, inteligente, hábil, ojala hubiera sido así para siempre, mi otra personalidad con la que había nacido era muy frustrada, enojada, reprimida, más inteligente. Mi madre se dio cuenta de esto al momento que yo tenía problemas para controlar mis emociones, siempre algo me enojaba muy fácil era un cambio demasiado drástico de actitud para un niño de 2 años mi madre me llevo a hacer unas pruebas a esa edad a ver que era, y sí, yo definitivamente tenía a alguien más a dentro de mí, la parte derecha de mi cerebro estaba mucho más desarrollada que el hemisferio izquierdo de mi cerebro, era como si la parte derecha de mi cerebro fuera 6,8 inclusive 10 años más madura que mi sin embargo esta parte derecha no dominaba todo el tiempo, eso quiere decir que yo tenía coherencia de mí mismo un noventa por ciento del tiempo el otro diez por ciento era cuento yo dormía, y cuando no podía dormir si yo no dormía como un niño de 2 años debería dormía 8 horas al día como una persona adulta ya desarrollada, nunca logre ser un niño normal, pero está bien a veces no ser normal está bien, sólo se tú, cuando llegue al Jardín a los 4 años los problemas comenzaron a agravarse tenía demasiada dificultad para controlarme a mí mismo como en cuerpo y alma, no podía controlar mi ira a esa edad era un niño frustrado un niño con odio de sí mismo, con repudio de la sociedad, un niño reprimido, un niño….infeliz.
Recibir clases era muy difícil tenía problemas de concentración, sin embargo era un niño por arriba inteligente de los demás no necesitaba prestar mucha atención para entender cualquier problema u obstáculo, al principio pensaron que mi represión se originaba a que mi padre nos abandonó a mí y a mi madre cuando yo tenía 2 años, dejando a mi madre a cargo de mí, pero ese no era el problema, simplemente nadie lo entendía yo tampoco ya no tenía razón de mí mismo sentía que no podía controlarme sentía como la persona dentro de mí se apoderaba lentamente sin darme cuenta, pero gracias a esa persona yo era alguien que entendía las cosas más rápido en todo aspecto, a esa persona dentro de mi le debo mucho, pero no lo suficiente para darle mi vida, sin dar respuesta a mi problema mi madre solo dijo
-“El tiempo lo solucionara, no te preocupes *beso en la frente* Te amo.
Sólo esperaba que se solucione el problema a esa edad no tomaba a la otra personalidad como un amigo sino como un enemigo.
A los 5 años, era capaz de muchas cosas, aprendía las cosas demasiado rápido tenía una gran destreza para todo nunca me falto nada y ningún reto era lo suficientemente grande para mí, me sentía el mejor no encontraba ningún rival para mí, pero fui estúpido é iluso no me daba cuenta que el que hacía todo eso no era yo, el que hacia eso era mi otra personalidad, en realidad yo no era tan capaz no era tan superior, no era tan….maduro.
En comparación de los otros niños que buscaban ser astronautas, bomberos, militares, policías, futbolistas, gente famosa, nunca sentí pasión por nada, nunca sentí ningún anhelo de ser alguien poderoso o famoso, sólo sentía que quería ser yo quería ser solo yo, sin nadie más adentro de mí, quería ser solo una persona un niño normal alguien que pueda hacer lo que un niño hace normalmente, jugar con sus amigos sonreír todo el tiempo, jugar fútbol con sus amigos, pero no todo esto a la edad de 5 años me parecía estúpido, patético, inútil, sólo sonreía con alguien y ella era mi madre, sólo ella era la única persona que no me parecía patética, yo la sabía acompañar los fines de semana a una oficina que ella tenía, su trabajo de fines de semana, ese día conocí a alguien a un niño de 7 años que vendía periódico, yo lo veía al igual que todos sólo pensé en algo
-Debe trabajar porque sus padres son pobres, o tal vez está castigado.
Yo había salido a comprar unas mentas para mi madre, entonces el niño también se acercó a comprar algo pidió un par de chicles, cuando yo lo quede viendo unos 5 segundos el sin regresarme a ver me dijo
-Eres tú el que me está mirando o es alguien más.
Por un rato pensé que se lo dijo a la señora de la tienda, pero no me dijo a mí, entonces le dije
-Perdón, fui yo
-Por un segundo pensé que era alguien más, tienes la mirada de alguien infeliz.
-No creo que sea infeliz, creo que él la única persona infeliz debes ser tú que vendes periódicos.
-Hahahaha, ¿cómo te llamas?
-Fernando, y ¿tú?
-No tengo un nombre, pero me dicen Andrés.
Ese día no sabía que esa persona se volvería un amigo para mí en ese entonces nos llevamos muy bien, él era un persona joven, pero alegre, era todo lo que yo por razones de la vida no podía lograr, siempre que iba al trabajo de mi madre los fines de semana lo veía y hablábamos era alguien chistoso, humilde, pobre, pero sobre todo alegre, una amistad sana, cuando mi madre me vio hablando con ese chico me pregunto
-¿Quién es ese chico?
-Andres, un amigo.
-Se ven adorables.
A los 6 años todavía era mi amigo una gran persona, entonces un día cualquiera el ya no estaba le pregunte a la señora de la tienda si lo había visto, entonces ella me dijo
-Andrés, un militar lo tomo como su ahijado y lo llevo a otra ciudad, estoy seguro de que volverá
Cuando dijo lo último ella solo trato de ser optimista para no tratar de herirme porque ella sabía que éramos amigos, fueron días tristes, me sentía más frustrado de lo normal, sentía que me habían fallado, me sentí abandonado por alguna razón aparente, no sabía mucho de él, solo éramos amigos, pero no sabía la historia de su vida y porque ese militar se lo llevo. La escuela un lugar que no me agradaba para nada, todos los niños eran felices, sonreían, lloraban, se enojaban, pero más que todo su felicidad, su felicidad me frustraba, me enojaba, me ponía histérico, no podía soportarlos, poco a poco comenzaba a sentir odio hacía ellos, estaba llegando a un punto máximo, ya no podía controlarme, mi otra personalidad estaba tomando control sobre mí, sentía que ya me estaba perdiendo a mí mismo, todo se tornaba de un color gris, todo era inquietantemente extraño, ya no veía con los mismos ojos de antes, estaba furioso sin ninguna razón aparente, sentía que ningún lugar era el adecuado para mí, un día un niño choco conmigo por accidente, ambos caímos al piso, yo me levante más rápido y lo pise en la espalda y le dije
-¿Qué te pasa?, niño estúpido
El niño con miedo en su mirada solo se paró y se fue a llorar, yo estaba muy enojado entonces fui a reclamarle más al niño no podía controlar mi vocabulario era como si parte de mí no quisiera decirle nada más, pero lo hacía inconscientemente, entonces cuando pare regreso todo a la normalidad, volví a ver todo con el mismo color que antes, era otra vez yo, ya no me sentía frustrado o enojado, sin pensarlo le pedí una disculpa al niño y estaba alegre no sé porque pero me sentía alegre, me di cuenta que para volver a ser yo mismo y no mi otra personalidad debía dejarlo salir aún que sea por poco tiempo, pero debía dejarlo salir.
Pero no es tan simple, no te puedes enojar con alguien tan fácil y como lo dice un dicho si siembras odio, odio cosecharas.
Había cumplido 7 años ya, sentía que el tiempo pasaba más rápido que entendía y veía al mundo de una manera diferente, vi la violencia, vi el maltrato, vi el odio en las personas, cuando las personas me veían a los ojos yo podía ver sus anhelos, sus intereses, su dolor, sus sueños, sin embargo por más que yo trataba de ver mis propios ojos en un espejo para ver que había dentro de ellos no lograba ven nada, solo lograba ver un enorme vacío, un … abismo.
Mi madre, una persona muy humilde, madre y padre a la vez, hacía lo imposible para sacar la cara por su familia, ella siendo alejada de su propia familia, sus hermanas las veían con desprecio por no tener un marido, la veían como una mujer estúpida, ella afectada por esto vivía en una nube de que algún día encontraría a alguien para ella, era una mujer muy inteligente, audaz, bella, tenía muchos pretendientes, yo odiaba a todos y cada uno de ellos, los veía como unos cuervos, basura humana, sin embargo por el bien de mi madre tenía que comportarme frente a ellos haciendo una sonrisa falsa como si ellos me agradaran, mientras que en el fondo sentía repudio por ellos, nunca acepte a ninguno de ellos solo quería que mi madre fuera feliz con un hombre digno de ella, cosa que ninguno de sus pretendientes me parecía, solo deje que el tiempo hablara, veía que mi madre cada vez lentamente caía más en la depresión ya que ninguno de estos hombres lograba cumplir sus expectativas, veía como se creaba un charco de agua lentamente con sus lágrimas, sin ser capaz de hacer algo lo único que podía hacer es ver como su corazón y su cuerpo quebraban lentamente gracias a estos supuestos “pretendientes”, gente estúpida, gente que no se da cuenta de lo que hace, poco a poco me di cuenta que la culpa no era de ellos, era de mi madre por no elegir bien a estas personas, aunque fuera mi madre, sentía que sus pretendientes no eran los estúpidos, era ella la que se dejaba dañar por gente estúpida haciéndola a ella más estúpida, dejándose llevar por palabrería falsa, palabras perdidas, solo era ella creyendo y buscando su felicidad, cada vez que la veía derramar una lagrima por un hombre solo me daba asco y pena ajena al ver una mujer gastar su tiempo con hombres que no la merecen, sentía odio hasta de mi madre.
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