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Chile proceso revolucionario


Enviado por   •  20 de Mayo de 2019  •  Resúmenes  •  1.657 Palabras (7 Páginas)  •  273 Visitas

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Historia Argentina y Americana II

Procesos revolucionarios latinoamericanos: Chile

El territorio colonial chileno se extendía desde los Andes al Pacífico; al norte hasta Coquimbo, límite con el Perú; y hacia al sur el río Bío Bío delimitaba la frontera india. Tenía no más de 800.000 habitantes, la mitad eran mestizos. Sólo unos 20.000 eran españoles y otra cifra semejante correspondía a los negros, zambos y mulatos. Los propietarios rurales, unas 200 familias del valle central eran el grupo social dominante. Los indios, eran un problema más militar que social, ya que estaban concentrados al otro lado del Bío Bío, formando un estado independiente y hostil.

La actividad económica se basaba en la producción y venta de productos agrícolas, especialmente carnes y cereales (principalmente trigo) para el mercado peruano, mientras que una pequeña cantidad de cobre encontraba mercado en Buenos Aires. Tenía una dependencia económica con Perú, y su geografía lo mantenía alejado de las principales rutas marítimas. Es por eso, que no necesitaba un libre comercio, sino una libertad para imponer su propio proteccionismo.

Cuando Lima perdió su tradicional monopolio del comercio transatlántico y el de las costas del Pacífico, Chile consiguió su propio consulado, luego ascendió de provincia a capitanía general y en 1798 consiguió la independencia administrativa del Perú.

        Tras la crisis de la metrópoli, Chile estaba bajo el dominio del gobernador García Carrasco, quien gobernaba con el apoyo de una facción española y para los intereses de esta. Ante la Revolución de Mayo en Buenos Aires, su reacción fue de más represión. Los aristócratas chilenos y el cabildo de Santiago intentaron deponer al gobernador mediante la fuerza. Para conservar el control, la propia Audiencia depuso a Carrasco el 16 de julio de 1810 y en su lugar nombró a Toro Zambrano. Esta acción no frenó la presión del cabildo, que se había convertido en representante de las ideas reformistas criollas; en él se dijo que el pueblo español no tenía soberanía en América, que las juntas españolas no tenían validez y que los funcionarios españoles no tenían credenciales. Se convocó a un cabildo abierto el 18 de septiembre, se estableció una junta de gobierno y se hicieron preparativos para un congreso nacional.

Existían dos posturas, por un lado los reformistas, por el otro los revolucionarios. Los más sobresalientes de este último grupo fueron José Antonio de Rojas, Juan Martínez de Rozas y Bernardo O’Higgins. Los revolucionarios eran una minoría pero estaban en lo cierto: el dominio por parte de España significaba el dominio por parte del Perú; ningún gobierno español podría ofrecer autonomía, ni los liberales ni los absolutistas tenían para América otra política que la tradicional autoridad imperial. Por eso, no había lugar para el reformismo, y en los años posteriores a 1810 los reformistas se unieron a los revolucionarios en un amplio grupo de “patriotas”.

Entre 1810 y 1814, Chile era una nación incipiente con gobierno e instituciones propias. Sin una declaración formal de independencia, se zafó del gobierno imperial, hizo sus experiencias con un gobierno representativo, y adquirió los hábitos de independencia. Fue la denominada Patria Vieja. Pero el congreso nacional estaba dominado por la rama conservadora de la aristocracia rural dirigida por la familia Larraín; la cual comenzó a frenar el cambio político. Rozas y los radicales tuvieron que retirarse a Concepción donde formaron una junta provisional. El congreso fue disuelto por un recién llegado a la escena revolucionaria, José Miguel Carrera. Apoyado por una poderosa familia de terratenientes y militares, consiguió el poder mediante un virtual golpe de estado (15 de noviembre de 1811). No tenía programa político, pero sí más seguidores militares que cualquiera de sus rivales; eso le permitió enfrentarse a Rozas en la primera mitad de 1812 y deportarlo.

Carrera respondía a la necesidad de un caudillo militar, fue capaz de controlar el ejército patriota, dar la organización militar que la revolución necesitaba, y tranquilizó a la clase dominante criolla. La revolución consiguió un nuevo ímpetu político y seguidores para el periodismo y la propaganda. Los grupos opositores se centraron en torno a los Larraín por un lado, y la rama más constitucional miró hacia O’Higgins, heredero de la política de Rozas. Carrera, mientras se enfrentaba a los opositores, también lo hacía contra los realistas del Perú.

A principios de 1813, el virrey Abascal envió una fuerza bajo el mando del brigadier Antonio Pareja, con el fin de terminar con los insurgentes y someterlos al dominio español. Los chilenos no eran fuertes militarmente, estaban debilitados por las luchas intestinas y no poseían poder naval. La expedición española desembarcó en el sur, tomó Concepción y avanzó hacia el norte por el valle central iniciando la guerra. Carrera se mostró incapaz de derrotar a los realistas. El 9 de diciembre de 1813 a pesar de las disputas, nombraba a O’Higgins comandante en jefe.

Abascal envío una segunda fuerza realista a principios de 1814. O’Higgins se vio obligado a ceder Talca y a limitarse a una frágil defensiva. Tras una tercera oleada realista bajo el mando de Osorio, tuvieron una victoria decisiva en la batalla de Rancagua (1 y 2 de octubre de 1814). Tras perder la mayor parte de sus fuerzas, Carrera y O’Higgins huyeron a Mendoza. Osorio entró triunfalmente en Santiago, desmanteló la Patria Vieja y restauró el orden anterior a 1810.

Lo que siguió a la victoria de Rancagua no fue una política de reconciliación, sino de represión. En 1815, Osorio fue sucedido por Marcó del Pont que desató una indiscriminada persecución y represión a los criollos, eso elevó al máximo los deseos de independencia. En el campo comenzaron a operar bandas de guerrilleros y al otro lado de los Andes se estaba formando el ejército de San Martín.

La caída de la Patria Vieja transformó a Mendoza en centro de refugio y consolidó la preferencia de San Martin por un plan de ataque a la fortaleza realista peruana a través de Chile y el mar hasta Lima, contando con apoyo de sector chileno reconociendo como jefe supremo a O’Higgins. En 1817 el avance a través de la cordillera contaba con tres mil hombres. Tras las batallas de Chacabuco y Cancha Rayada, la victoria definitiva de Maipo en abril de 1818 les abría las puertas a Santiago siendo nombrado O’Higgins director supremo.

O’Higgins intentó organizar un gobierno autoritario progresista de raíz borbónica. Fracasó pronto acusado de despotismo luego de que sus reformas chocaran con los intereses de los terratenientes y los de la Iglesia. Las provincias se levantaron contra él. Se nombró a Freire como nuevo director supremo. Refugiado en Lima, dejo el camino abierto a una experiencia liberal y federal que no fue capaz de fundar un orden estable, ya que el período de 1824- 1829 fue de “anarquía” y desorden.

La culminación de la Independencia se da con el triunfo de Diego portales. Tras años de enfrentamientos por el poder, en 1829 sentó las bases del orden conservador. Ovalle fue presidente y  Portales obtuvo los principales ministerios. Desde el gobierno impuso un orden muy rígido en lo público y en lo social combatiendo el endémico bandidaje rural. El sistema conservador -católico, autoritario, enemigo de novedades- se expresó en la constitución de 1833.

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