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Analisis Acuerdo de Ginebra


Enviado por   •  6 de Marzo de 2021  •  Informes  •  3.273 Palabras (14 Páginas)  •  148 Visitas

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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA[pic 1][pic 2]

MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LA DEFENSA  

UNIVERSIDAD BOLIVARIANA DE VENEZUELA

ACADEMIA MILITAR DE LA ARMADA BOLIVARIANA

DIVISION ACADEMICA

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Catia la mar, Octubre 2020

El siglo XVIII conocido como de “la Ilustración o de las Luces” por el desarrollo de las ciencias, las artes y de las ideas, el creciente flujo comercial trasatlántico, la Independencia de los Estados Unidos de América y la Revolución Francesa fueron aspectos y sucesos que cambiaron y crearon un impacto en el mundo. Bajo ese dinámico contexto se gesta en esta parte de América del Sur un proceso que contribuirá al desenvolvimiento político, económico y social de un territorio perteneciente a la Corona de España, es decir a la creación de la Capitanía General de Venezuela.

Carlos III fue quizás el monarca que más proyección tuvo en nuestra historia. Integró todas estas provincias y las puso bajo la égida de Caracas; lo que no fue casualidad sino expresión del tremendo ajedrez que mantuvieron Carlos III y la oligarquía caraqueña. Entre estas las creaciones de la unidad política que con el nombre de Gran Capitanía General daría paso a la actual República de Venezuela. La Capitanía General de Venezuela fue una entidad territorial perteneciente al Imperio español, establecida por la Corona española el 8 de septiembre de 1777, durante el período de colonización, que abarcó un territorio similar al de la actual Venezuela y cuya superficie estimaba en 2.500.000 Kms2. Que comprendían por el Este: el río Esequibo, por Occidente desde el Cabo la Vela en la Península de la Goajira límite con la provincia de Santa Marta, Oeste más allá del Orinoco, los territorios de Casanare, Arauca y Guainía; por el Sur el río Negro hacia el Océano Atlántico. Fue gobernada por distintos capitanes generales, exceptuando un breve período en el que la Junta Suprema de Caracas, tras la renuncia de Vicente Emparan, se encargó del gobierno hasta marzo de 1811.

La autoridad de la Capitanía General abarcaba los asuntos de índole política, militar y económica, de todas las provincias que a continuación se explicarán, sin embargo las mismas continuaron dependiendo judicialmente de la Real Audiencia de Santo Domingo, hasta que por real orden de 1786 se creara la Real Audiencia de Caracas que recién tuvo su apertura el 19 de julio de 1787, y sus gobernadores eran nombrados directamente por la Corona española.

Por otra  parte a finales del siglo XVIII la Provincia de Trinidad, entonces parte de la Capitanía General de Venezuela, era una colonia muy próspera debido a su producción de azúcar de caña. Su población había pasado de 3.000 almas a 16.000 en 1796. La Invasión de Trinidad fue una acción militar ejecutada por fuerzas británicas a principios de 1797, efectuada como consecuencia de la firma del tratado de San Ildefonso en 1796 por los gobiernos de España y Francia y en virtud del cual ambas naciones pasaron a ser aliadas, convirtiendo a España automáticamente en enemiga de la Gran Bretaña. En represalia, este último país envió una flota al Caribe con la intención de invadir las islas de Trinidad y Puerto Rico, consiguiendo la rendición de la primera, pero siendo repelidos en la segunda.

El 16 de febrero de 1797 en las Bocas del Dragón se avistó una escuadra británica de nueve navíos, tres fragatas, cinco corbetas y bergantines y varios buques de transporte. La mandaba el almirante Henry Harvey a bordo del HMS Prince of Wales y transportaba 6.750 soldados, 35 cañones y 11 morteros. Los británicos entran al golfo de Paria y fondean al anochecer a poca distancia del puerto de Chaguaramas. En un consejo de Guerra extraordinario el teniente general Sir Ralph Abercromby proyecta desembarcar a la mañana siguiente. Los voluntarios reclutados en Puerto España para reforzar a las tropas regladas desertaron en masa llevándose consigo las armas que se les habían confiado y los cerca de 3000 hombres con que se esperaba poder dar la batalla se vieron reducidos a poco más de 500 y esto gracias a que los enfermos menos graves se reincorporaron a filas de forma voluntaria a la primera indicación de sus oficiales.

El contralmirante Sebastián Ruiz de Apodaca reunió a sus comandantes, y decidieron que, en las condiciones que se encontraban, era imposible enfrentarse a los británicos. Por ello, para evitar el apresamiento de las naves ancladas en la bahía de Chaguaramas, deciden quemarlas, y dirigirse por tierra para reforzar las defensas de Puerto España. Se procedió por tanto a incendiar los barcos, se abandonó la isla Gaspar Grande después de haber clavado la artillería, inutilizándola, y se dirigieron por tierra a Puerto España. Los británicos, a la vista del fuego en los barcos, envían sus chalupas para intentar rescatarlos. Consiguen así salvar y apresar el San Dámaso y el bergantín Galgo. A continuación los infantes de marina desembarcan y avanzan hacia Puerto España, tomando las alturas próximas sin oposición.

El Gobernador Chacón, viendo que solo contaba con 190 soldados, muchos de ellos enfermos de fiebre amarilla, y con poca munición, y que la población indígena y extranjera de Puerto España se niega a participar en la defensa de la ciudad, por miedo a que resulten dañados sus bienes, acepta la capitulación honrosa que le ofrece Abercromby, entregando la isla a los británicos el 17 de febrero de 1797. En esta operación el ejército británico tuvo siete muertos, y el español un herido. Las primeras noticias de tan triste suceso fueron conocidas por las autoridades españolas en Cumaná el mismo día 17 de febrero a través de tres marineros de la fragata Santa Cecilia que habían podido escapar de la isla de Trinidad en la falúa del propio jefe de escuadra el almirante Sebastián Apodaca. A favor de los habitantes de Trinidad, la capitulación estipulaba la conservación de sus bienes, continuar aplicando las leyes españolas por varios años y el libre ejercicio de su religión. Se mantuvo como capital de Trinidad a Puerto España.

Los mandos españoles de mar y tierra fueron sometidos a consejo de guerra al llegar a Cádiz. El 26 de junio de 1798, la corte marcial les consideró inocentes de toda culpa, debido a la superioridad británica y a la falta de pertrechos y municiones, justificando así su proceder. El 20 de mayo de 1801 el Rey Carlos IV no admitió tal sentencia, y ordenó que fueran desposeídos de sus cargos, sin posibilidad de recurso alguno. José María Chacón fue desterrado y murió en el transcurso de su exilio en Portugal cuando se revisaba la causa. El Tratado de Amiens (Francia) fue firmado el 27 de marzo de 1802 por José Bonaparte representando a Francia, José Nicolás Azara Consejero de Estado de España en nombre del rey Carlos IV, Charles Cornwallis en nombre del rey Jorge III del Reino Unido y Roger Jean Schimmelpennick por la República de Batavia.

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