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Burguesia


Enviado por   •  9 de Noviembre de 2013  •  1.226 Palabras (5 Páginas)  •  234 Visitas

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“A nosotros no nos interesa producir para el mercado, no nos interesa vender. Nosotros producimos para comer, para compartir, para vivir juntos, para poder seguir haciendo el amor con la tierra.” Movimiento Sin Tierra.

“Quizá un día, pensando precisamente en esta hora, en esta hora lúgubre en que espero, con la espalda agobiada, que llegue el momento de subir al tren, quizá sienta que el corazón me late rápidamente, y me diga: fue aquel día, aquella hora cuando comenzó todo. Y llegaré –en el pasado, sólo en el pasado-a aceptarme”. La náusea. Jean Paul Sartre.

Uno de los problemas más apasionantes y, sin duda, irresueltos por el análisis social es el que se refiere a la resistencia social, a su génesis y a su capacidad para desenvolverse de modo tal que opere efectivamente en el cambio social. Porque el capitalismo –la formación social de nuestra época- posee una tensión interior que genera (o debiera generar) protesta y rebelión social: en él se verifica la equivalencia abstracta de los individuos (como trabajadores, como ciudadanos, como miembros de asociaciones y comunidades, como personas jurídicas) y la desigualdad, casi siempre brutal y concreta pues se deriva de la base económica y de la estructura social. Es un sistema en el que es despliegan dos dimensiones de causalidad; una es la de orden dominante y la otra es de orden determinante. Nuestro trabajo presenta un análisis de esta cuestión a la luz de la resistencia del Movimiento de los Sin Tierra .

El principio unificador

La investigación social se ha preocupado desde sus comienzos por cómo la sociedad se mantiene unida, sobre cómo se vence la tendencia centrífuga que pone en acción el conflicto, visible o invisible, por el devenir de los cambios, por cómo se superan las crisis cíclicas y qué capacidad tiene que tener un sistema social como para no desaparecer. ¿Cómo se vive en sociedad? ¿Por coacción o por consentimiento? Estos interrogantes se pueden llevar, sin inconvenientes, al campo de la lucha social.

Una transformación radicalizada requiere unir lo objetivo (la opresión, la inequidad económica, la desigualdad de clase, la exclusión, la injusticia, el abuso, la pobreza) con lo subjetivo (adhesión a las metas de la lucha, coraje como para participar activamente de ella, convencimiento y compromiso, voluntad para rebelarse o militar). Por supuesto que importa la naturaleza de la lucha, es decir, si parte o partió de viejas reivindicaciones, si es una reacción desesperada ante una situación histórica insoportable, si responde a ideales forjados en el tiempo por varias generaciones, etc. Nuestro análisis sería aplicable a los movimientos sociales que buscan revolucionar el orden social aún cuando es pertinente para aquellos que tienen reclamos más particularizados (como los étnicos o los de género) porque aún cuando unos y otros se vinculan y, en realidad, se articulan (es decir, la causalidad que opera en los unos opera en los otros) los primeros tienen finalidades mucho más radicalizadas y una ambición de totalidad para desenvolver la sociedad que imaginan

La convergencia entre lo subjetivo y lo objetivo conlleva pronunciarse sobre la verdad de la lucha, sobre la consistencia de su programa político y sobre los factores que mantienen unido al movimiento.

Verdad puede significar consenso (Nuestra verdad) o correspondencia del programa con el objeto de la lucha (la verdad, en esta instancia, tendría correlato con la eliminación de la pobreza, de la injusticia o con la efectiva realización de los derechos humanos) y hasta que lucha y objeto no se fundan en uno solo la verdad no se consigue ni la lucha termina. En este último caso, la lucha es verdadera sólo si no ceja en lograr erradicar el objeto que la desencadena pero la plenitud de su verdad aparece

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