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Colonizacion Santandereana


Enviado por   •  23 de Octubre de 2013  •  1.112 Palabras (5 Páginas)  •  617 Visitas

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LA REALEZA DE SAN GIL

La colonización santandereana, que tuvo que tener tantos hechos heroicos como la mucho más estudiada -y muy posterior- colonización antioqueña, se encargó de poblar poco a poco ese territorio que los indígenas habían desocupado.

La colonización santandereana, que tuvo que tener tantos hechos heroicos como la mucho más estudiada -y muy posterior- colonización antioqueña, se encargó de poblar poco a poco ese territorio que los indígenas habían desocupado.

San Alvaro del Divino Niño de la Nueva Medellín. Ese podría ser el nombre una nueva ciudad en Colombia. Por lo menos eso fue lo que pensaron los fundadores de San Gil cuando, en 1689, solicitaron la aprobación de la Real Audiencia para fundar una nueva villa. El nombre de Villa de Santa Cruz y San Gil de la Nueva Baeza -como se llamó originalmente- aludía al Presidente de la Real Audiencia don Gil de Cabrera y Dávalos, así como a la tierra natal de sus ancestros, la villa andaluza de Baeza. No fue, pues, la devoción a san Gil, ese santo ermitaño del siglo VI, protector contra la epilepsia y el cáncer, lo que motivó el nombre de esta ciudad santandereana; se trató más bien de una jugada política.

Vale decir que en esto de adular mandatarios los santandereanos no fueron los primeros. De hecho, los paisas se les habían adelantado. En 1675, cuando se le otorgó el rango de "villa", se le agregó el nombre de Medellín al de Nuestra Señora de la Candelaria, para congraciarse con don Pedro de Portocarrero y Luna, Conde de Medellín, que en aquel entonces presidía el Consejo de Indias en Sevilla. Pero ésa es, claro, otra historia.

Cuando fundaron a San Gil, no había ningún poblado con rango de villa en el inmenso triángulo que formaban Vélez al occidente, Tunja al sur y Pamplona al norte. Y no es que la zona estuviera deshabitada. La colonización santandereana, que tuvo que tener tantos hechos heroicos como la mucho más estudiada -y muy posterior- colonización antioqueña, se encargó de poblar poco a poco ese territorio que los indígenas habían desocupado. Pero sólo con la fundación de San Gil encontraron los futuros pobladores un punto de partida para emprender en forma la colonización de las tierras santandereanas. De allí partieron los fundadores de Curití, Aratoca, Barichara, Zapatoca y Mogotes; el corazón mismo de la santandereanidad.

La antropóloga santandereana Virgina Gutiérrez de Pineda, en su libro clásico Familia y cultura en Colombia, afirma que en Santander, a diferencia de lo que ocurrió en la vecina Boyacá, hubo muy poco mestizaje. Cuando se inició la colonización con fines de permanencia estas tierras eran casi baldías. Gracias a las guerras, las enfermedades, el desplazamiento forzado e incluso los suicidios colectivos, los indígenas habían casi desaparecido. Martín Galeano, el fundador de Vélez, fue testigo del suicidio del cacique Guanentá, que se arrojó desde un risco a las aguas del Chicamocha. Y Pedro de Ursúa, el fundador de Pamplona, se había enfrentado también con los guanes y -según dice la historia- mató a cinco mil en una sola batalla a orillas del río Suárez. Hoy de los indígenas guane quedan tan solo algunos resguardos dispersos.

Los santandereanos, y en particular los sangileños, nunca han negado el orgullo de su herencia española. De esas raíces peninsulares brotaron en San Gil varios personajes ilustres que quiero reseñar aquí. El primero de ellos fue don Pedro Fermín de Vargas a quien Juan Camilo Restrepo califica no sólo como el último de

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