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cassfor9 de Junio de 2013
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SWATCH : EL ARTE DE REINVENTAR EL
TIEMPO
Tomado del libro INNOVACION: El arte de inventar el futuro
¿Qué es un reloj? ¿Un artículo para medir el tiempo? ¿Una joya? ¿Un accesorio de
moda? El replanteamiento de estas preguntas básicas acerca de lo que un reloj significa
para el cliente logró que la industria relojera suiza resurgiera de sus cenizas en uno de
los regresos empresariales más espectaculares del siglo XX.
Un poco de historia
El diseño del negocio relojero suizo no había cambiado prácticamente en nada hasta los
años setenta. No había razón para hacerlo. "¿Para qué? —se preguntaban—. Si siempre
hemos realizado nuestros negocios de esa manera y nos va muy bien, ¿por qué
cambiar? El cliente, nuestro cliente, el de siempre, es un hombre conservador y
pudiente que paga un precio elevado por un producto que contenga la leyenda “Hecho
en Suiza”.
Era cierto. Hasta la década de los setenta, nadie cuestionaba que un reloj era un
sinónimo de joya. Los Suizos se habían encargado de satisfacerles a sus clientes sus
más sofisticados deseos. De la precisión al estilo, del lujo al refinamiento, de 100 hasta
los 500 000 dólares o más.
Los suizos dominaban el negocio de la relojería. Con cerca de 90.000 empleados, tenían
más del 60% del mercado y el 90% de las utilidades. En 1970 la industria tenía un
valor cercano a los 10 mil millones de dólares. Nadie cuestionaba su éxito. Todo iba
bien, no había una razón poderosa para cambiar. El paradigma en el que basaban sus
creencias era real y estaba vigente.
Dentro de sus laboratorios de investigación, los suizos habían desarrollado un sistema
alterno para el funcionamiento del reloj: el cuarzo. Sin embargo, adoptar esta nueva
tecnología significaba un cambio radical en sus sistemas de manufactura y en la
esencia misma de la tradición, así que decidieron abortar el proyecto. Es más, ni
siquiera lo patentaron. La era digital para ellos no significaba una alternativa real y
mucho menos una amenaza.
A principios de los ochenta empezó el colapso. Empresas como Timex, Citizen, Seiko y
Casio, utilizando el mecanismo digital desechado por los suizos, inundaron el mercado
con nuevos productos. Descubrieron nuevos atributos de compra por parte de un nicho
de mercado emergente: clientes que querían un reloj de menor precio, práctico, exacto y
funcional. "La estrategia de las empresas japonesas se centró en la fabricación
(consiguiendo reducciones muy significativas en costos), la distribución (consiguiendo
miles de puntos de venta) y el marketing (generado por un conocimiento universal del
producto). El perfil de su nuevo diseño de negocio representaba un cambio importante
frente a los modelos de negocio tradicionales", apuntaban Slywotzky y Morrison.
La industria relojera suiza no pudo contraatacar y se desplomó. Entre mediados de los
años setenta y principios de los ochenta redujeron su participación de mercado a
menos del 10% y tuvieron que despedir a 60000 empleados (casi el 70% de su fuerza
laboral). Inclusive un comprador japonés ofreció 400 millones de francos suizos por la
marca Omega, lo que significaba algo así como vender parte del orgullo nacional se
comentó en los medios de información suizos.
Entra en escena Nicolás Hayek
En su desesperación, los dos consorcios suizos líderes en relojería, ASUAG (Allgemeine
Schweizerische Uhrenindustrie AG) -que era la unión de más de 100 empresas entre
fabricantes de componentes y fabricantes de relojes como las marcas Longines y Rado—
y SSIH (Société Suisse pour L'Industrie Horlogére SA.) — Con su marca Omega —
contrataron al consultor externo Nicolas Hayek para que les ayudara a salir de la grave
crisis en la que se encontraban.
"Necesitamos contraatacar, no con un producto, sino con una estrategia de negocios
ganadora —señalaba Hayek—. No vamos a abandonar el negocio de los relojes finos,
pero sí vamos a invadir otros segmentos de mercado. Vamos a tener presencia en todos
los segmentos... Si queremos salir de la crisis, necesitamos romper con las tradiciones.
Trescientos años de antigüedad y de fabricar relojes artesanales de elevado precio le van
a ceder su lugar a la fabricación de un reloj resistente, sumergible, preciso, de material
sintético, barato y apegado a la moda... Necesitamos vender VOLUMEN", propuso Hayek.
Quien es Nicles Hayek ?
Pintoresco, extravagante, emprendedor e inconforme son cuatro de las palabras que
describen al genio que reinventó la joyería suiza. Estudió matemáticas, física y química
en la Universidad de Lyon. En tres años transformó una empresa familiar que reportaba
pérdidas en un negocio exitoso (fabricaba zapatos de freno para ferrocarril y
equipamiento para la industria de la fundición). Más tarde formó una empresa de
consultoría llamada Hayek Engineering Inc., radicada en Zurich. Entre sus principales
clientes se encontraban Nestlé, Volkswagen AG, USSteel, AEG-Telefunken, Deere &
Company, Digital Equipment Corporation y Alfa Romeo.
Cuando fue contratado como consultor por las principales firmas de relojería suizas no
sabía prácticamente nada del funcionamiento del sector. "¡Ésa fue mi ventaja!", señaló.
Su carácter es excesivamente positivo. "A veces me acusan de ser optimista y fomentar
la euforia. Es verdad. Todas las mañanas necesito ver gente sonriendo, personas
contentas con lo que hacen. Es más, debo admitir que todavía creo en Santa Claus, La
Bella Durmiente y otras leyendas", concluye riendo.
El lanzamiento de un nuevo concepto al mercado
La empresa que no puede ser líder en una categoría tiene que crear una nueva, en la
cual puedan ser los primeros.
Al Ries, Las 22 leyes inmutables de la marca
Una de las decisiones más importantes que tomó fue la de que toda la producción y la
fabricación de los componentes se realizara en Suiza. "Tenemos un compromiso moral con
nuestro país... En nuestra tierra es posible hacer productos para todo el mundo; sólo basta
con proponérselo", señalaba Hayek. Experto en ingeniería industrial, Hayek sabía que
en los procesos automatizados de producción basados en inyección de plástico, la mano
de obra no representaría más del 20% de los costos totales de producción.
La unidad de producción ETA construyó una línea de montaje que permitía producir
35000 relojes y millones de componentes cada día. Los costos de producción cayeron
del 30% a tan sólo 10%. Eso les dios un gran margen que permitió cubrir gastos de
mercadotecnia y comercialización.
A pesar de que Swatch era un producto innovador y un concepto diferente, cuando lo
introdujeron en el mercado respetaron las reglas básicas del mercadeo: una marca
poderosa, un producto apropiado en el momento justo y una excelente estrategia de
ventas y publicidad.
La teoría de Hayek sobre la leyenda “Hecho en Suiza”
Fabricamos tres relojes idénticos. En uno colocamos la leyenda "Hecho en Suiza"; en el
segundo, ''Hecho en Japón" y en el tercero, "Hecho en Hong Kong". Les pusimos el
precio de 110, 100 y 90 dólares respectivamente, y los distribuimos en tiendas en
Europa, los Estados Unidos y el Japón. A pesar de que los relojes eran idénticos, en
Italia el 99% de los clientes prefirió el reloj "Hecho en Suiza". En Suiza el porcentaje fue
del 97%, en los Estados Unidos del 65% y en el Japón del 42%. La conclusión de
Hayek fue que el posicionamiento de la máquina genérica "Hecho en Suiza" tenía un
peso específico que había que aprovechar.
Se contrató a una agencia de publicidad de Nueva York para buscar un nombre
apropiado y diseñar una campaña de lanzamiento. Se buscó una alternativa que lo
identificara como un accesorio de moda. Revisando el primer eslogan: Si tienes un
segundo hogar, ¿por qué no tener otro reloj?, se propuso el nombre de Swatch, que
consistía en anteponer una "s", para aludir a su condición de segundo, a la palabra
"watch", que significa reloj en inglés. Un nombre corto, significativo y fácil de identificar.
"Para ganar clientes, tenemos que hacer algo atractivo", señalaba Hayek. El reto para
Swatch era poder transmitir la idea de que aunque se trataba de un reloj de producción
en serie, respetaba la individualidad de cada cliente. La respuesta la encontraron en
vincularlos intangibles del reloj con el aspecto emocional del cliente.
El 1 de marzo de 1983 se lanzó oficialmente el reloj Swatch. "No es un producto, es un
concepto nuevo", señalaba Hayek, y presentó los siguientes cuatro atributos de
diferenciación:
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