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EL ESPACIO CULTURAL DE LA INFANCIA EN CHILE


Enviado por   •  12 de Diciembre de 2014  •  1.469 Palabras (6 Páginas)  •  177 Visitas

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EL ESPACIO CULTURAL DE LA INFANCIA EN CHILE

Barrios ciegos donde la luz no entra y las murallas están asediadas por la humedad y el barro. Barrios mudos donde la globalización es un pasajero extraño que parece haber pasado de largo y que, sin embargo, ha generado un importante cambio cultural en el ámbito de la infancia y juventud. Barrios pobres donde una parroquia, una sede vecinal, un club deportivo parecen ser la única forma del paraíso posible y de la esperanza organizada. Donde las estirpes condenadas a cien años de soledad siguen esperando, en la infinita paciencia de las horas, el cumplimiento de las promesas escritas con pintura en los muros. Población O'Higgins es un espacio donde la pobreza protagoniza su papel principal, grandes lagunas producidas por la lluvia de invierno y polvo que todo lo cubre en el verano. Grupos de niños juegan después o antes del colegio entre el barro y la humedad de las calles y el barrio parece haber sido abandonado por el padre de la patria, aunque el sector lleve su nombre. La población está tendida a orillas de la carretera que conduce a la ciudad de Coronel, pero el barrio parece sumido en sí mismo, semejante a Hualpencillo al caer la tarde los focos medio alumbran la húmeda realidad de las calles y entre los huecos de las casas se ven aparecer las figuras de jóvenes que inician la acostumbrada ronda del encuentro y la amistad. La carencia de recursos, el hacinamiento, un padre que regresa borracho, el aburrimiento, las largas horas inútiles por las esquinas de siempre o frente al televisor o una madre ausente, son los detonadores de la salida a las calles; el resto es sólo cuestión de tiempo y tiempo vacío frente al futuro que no se ve con claridad. Más lejos aún Schwagger parece un mundo olvidado; grandes torres inútiles, antiguas construcciones consumidas por la humedad que todo lo penetra, pabellones lóbregos, pasillos oscuros, grandes edificios comunitarios asediados por el muérdago en los muros y las ventanas; pero sobre todo humedad consumiéndolo todo, barrios ciegos donde la luz no quiere entrar.

Los niños se buscan en la pantalla.

En este espacio el único color alternativo para las familias es la televisión, ella les habla de un mundo lejano y contradictorio al cual no son invitadas. Así atrapados entre el mundo alucinante de la imagen y la negación de su presente, los niños, niñas y jóvenes viven o sobreviven según sea su condición social. Constatándose, ellos mismos, como seres cuya verdad aparece indeterminada, confusa, multiforme; pero sobre todo negada o desplazada. De esta manera, el joven sucumbe o se rebela ciegamente a las paradojas alucinantes de la televisión o del paisaje gris de su barrio. Allí está, pero no es, la ciudad que habita diariamente lo niega a través de las múltiples estructuras de la forma y la velocidad, sobre todo porque: No hay teléfonos a su alcance ni vehículos que se detengan a tiempo, los recursos materiales siempre son pocos, aunque la cultura del consumo enseña la aberrante abundancia detrás de las vidrieras. Extremando las energías de su cuerpo aborda transportes que siempre lo arrojan lejos del colegio, de la casa o del barrio.

La solución está en los problemas

Por eso creemos que el desastre de nuestra cultura no consiste en que cometamos errores, sino en que nos hayamos acostumbrado a vivir de esas equivocaciones, de esas verdades a medias, ellas han pasado a ser aciertos totales en nuestro sistema cultural. Nuestra educación nos orienta a ser sujetos de respuestas fijas, nos encamina a utilizar soluciones heredadas y fijas como si la realidad no estuviera en constante cambio, en una progresiva transformación. Por ejemplo, hace rato que ya se piensa que estar sano no es solamente la ausencia de enfermedades, así como vivir en democracia no es sólo emitir un sufragio, amar no es simplemente vivir en pareja o procrear hijos, progresar no es tan sólo tener bienes materiales y educarse no se reduce a ir a las aulas; del mismo modo, estar en lo cierto, vivir de una certeza, tener una seguridad; no es vivir en "la verdad" o "tener la verdad", en relación a que la juventud actual no corresponde a la visión que el mundo adulto ha construido sobre ella, la

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