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Educar En El Siglo XXI


Enviado por   •  27 de Agosto de 2014  •  2.898 Palabras (12 Páginas)  •  257 Visitas

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Educar en el Siglo XXI

El mundo globalizado, los medios de producción, los cambios socioculturales, asì como el acontecer diario exigen un modelo que forme individuos con las habilidades que la sociedad moderna demanda. Educar en el siglo XXI exige introducir polìticas educativas dirigidas a mejorar los procesos de enseñanza y de aprendizaje, avanzar en la sociedad del conocimiento y promover la competitividad. Este debate sobre el sentido de la educación està planteado en la actualidad en la mayorìa de los paìses del mundo desde los màs desarrollados con sistemas educativos màs potentes y con mayor grado de cobertura de la población en edad escolar hasta aquellos que no lo estàn tanto.( Altimir O. 1997)

En Argentina, a lo largo de su historia, cada uno de los modelos de estado estuvo vinculado fuertemente a la educación, a la que le fueron asignadas diferentes funciones de acuerdo a lo que se consideró prioritario en cada período, desde sus orígenes el sistema educativo nacional fue concebido como un servicio público y como una necesidad del estado y aún cuando fueron muchos los debates acerca de qué tipo de educación era necesaria (para todos o para algunos; como control social o para el cambio; estatal o con libertad de enseñanza) (Filmus 1999) .

La ausencia de definiciones consensuadas acerca de cuál es la función concreta que en la actualidad debe desempeñar la escuela frente a las necesidades planteadas, es uno de los principales factores que determina la falta de respuestas hacia las nuevas necesidades de la sociedad. Por ello, partiendo de la base de que el conocimiento se ha convertido en el factor clave de la nueva estructura social y asumiendo que optamos por un modelo de sociedad justa, es posible sostener que la ciudadanía requiere al menos, cuatro pilares que gozan de un amplio consenso en Argentina: la identidad nacional, la democracia, la productividad y el crecimiento y la integración y la justicia social, son ejes que estarìan dando contestación. A saber:

Educar para consolidar la identidad nacional

La escuela siempre ha sido uno de los cimientos fundamentales en el proceso de construcción de los estados nacionales. Esa construcción se llevó a cabo sobre dos bases: la transmisión del patrimonio histórico y la definición de un proyecto de futuro. Hoy atravesamos un período histórico donde estas dos dimensiones –el pasado y el futuro- están en discusión.

Existe una fuerte concentración en el presente y en el corto plazo. Salir de esta concepción y recuperar lo mejor de nuestro pasado y la ilusión de un futuro común supone un fuerte cambio cultural, que debe apoyarse en una reflexión crítica sobre ambas dimensiones. La construcción de la identidad ya no es responsabilidad sólo de las instituciones públicas y de las organizaciones sociales, sino que también debe ser un proceso que reclama mucho más trabajo de construcción por parte del sujeto. La educación debe, en consecuencia, fortalecer la capacidad de cada uno para que construya su identidad. Consolidar la identidad nacional, conscientes de que nuestro destino está íntimamente vinculado al de América Latina, es fundamental para que podamos integrarnos soberanamente en forma activa y protagónica a un mundo globalizado y crecientemente interdependiente.

Fortalecer la identidad nacional no significa negar ni aislarse con respecto al patrimonio cultural de la humanidad, Sólo en lo que es posible, vincularse, comprender y enriquecerse con lo diferente. Al mismo tiempo, la identidad nacional no puede apoyarse en la negación de las identidades y culturas regionales sino en su valorización y fortalecimiento. La diversidad cultural es una riqueza y no un problema, razón por la cual la educación debe formar al ciudadano para que comparta el espíritu nacional y se haga responsable solidariamente de la suerte del otro. Esto implica, por ejemplo, oponerse a quienes conciben a la educación como mercancía y pretenden incluirla en los tratados de libre comercio, favoreciendo el ingreso irrestricto de opciones educativas provenientes de los países centrales.

La escuela fue y debe seguir siendo uno de los pilares de la construcción de la identidad nacional. En este sentido, será preciso que las experiencias de aprendizaje que tienen lugar en la escuela contribuyan al desarrollo de los valores vinculados a fortalecer lo que nos une, lo que nos cohesiona, nos permite aprender a vivir juntos y a diseñar un proyecto de Nación justa e integrada.

Educar para la democracia

La educación para la democracia debe abarcar, al menos, tres dimensiones que trabajáramos y que constituyen la relación entre los ciudadanos y la autoridad estatal:

a) La libertad “negativa”: la posibilidad de los ciudadanos de hacer valer sus garantías contra la arbitrariedad política o frente a la fuerza y la coacción organizada estatalmente.

b) La concepción “positiva” de la libertad: vinculada a la condición ciudadana de ser soberana de la autoridad estatal.

c) La participación social como “cliente” de bienes colectivos suministrados

estatalmente -como la educación, la justicia, la seguridad, la sustentabilidad

ambiental-, que aseguran la posibilidad de una igualdad de oportunidades en pos de alcanzar una mejor calidad de vida.( Filmus

En otras palabras, la democracia es un logro que nos ha costado caro y que, por lo tanto, necesitamos cuidar, proteger y mejorar progresivamente. La base de la misma es el respeto absoluto de los derechos humanos y el ejercicio activo de la ciudadanía, èsta ùltima debe enfrentar complejos desafíos que estan a cargo de la educación, la que deberà aportar los conocimientos y valores que desarrollen una mirada crítica que permita a las actuales y futuras generaciones de ciudadanos elegir de manera reflexiva y autónoma a quienes conducen el Estado y participar activamente en las organizaciones políticas y sociales que los expresen y representen. Educar para la democracia implica promover la participación en la toma de decisiones y el diálogo como forma de resolver los conflictos. En este sentido, la escuela como institución debe ser un lugar donde reine un clima democrático entre sus actores y donde los estudiantes puedan ejercer sus derechos y aprender en la práctica cotidiana a organizarse y defenderlos en el conjunto de ámbitos sociales en los que deban actuar. También debe ser un lugar donde los docentes puedan expresarse libremente y aportar a formas

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