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El Siglo V y la democracia


Enviado por   •  23 de Octubre de 2014  •  Ensayos  •  1.134 Palabras (5 Páginas)  •  423 Visitas

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El Siglo V y la democracia

La afición por las ideas y el debate aparecen en el terreno de la política desde la Ilíada.

Pero la democracia ateniense no hace a este respecto más que rematar una tendencia inherente desde siempre a la civilización griega.

La libertad griega

Los propios griegos parecen haber valorado esa originalidad y haber tomado conciencia de ella a principios del siglo V, durante el conflicto que los opuso a los invasores persas. Luchará, sea cual fuere el número de adversarios, ya que, aunque los griegos son libres, “no son libres totalmente.

Esquilo declara con el mismo orgullo, en Los Persas, que los atenienses no son “esclavos ni vasallos de nadie. Sin embargo, es importante saber que, en el texto de Heródoto, no es un ateniense el que habla; y que no habla de democracia. Con su politeísmo, Grecia no podía temblar ante la voluntad divina; esa voluntad estaba repartida, equilibrada, contrapuesta. No hay nada equivalente, en Grecia, a esas representaciones egipcias que muestra al Faraón, el hombre-Dios, despreciando a los pueblos sometidos.

El rey de Esparta hablaba de independencia y de respeto a las leyes; no decía- por razones evidentes- quién había establecido la ley, ni en qué medida la libertad respecto al exterior implicaba una libertad en el interior: Atenas hizo suyo el impulso griego y lo llevó más allá, situando el debate en el centro de la vida política.

LA DEMOCRACIA

El nacimiento de la democracia se llevó a cabo por etapas.

El primer autor político ateniense es también uno de los padres fundadores de la democracia: Solón, que dirigió la vida política ateniense a partir de 594 a.C., más de un siglo antes de las guerras médicas.

No se puede hablar todavía de democracia; tampoco de reflexión política; pero esto supuso abonar el terreno hacia una y otra. Hay que precisar que Atenas se lanzó a las guerras médicas cuando su régimen sólo contaba veinte años de vida. ¿Quiere esto decir que no había habido democracia en ningún otro lugar? Atenas instauró el debate en el centro de la vida pública; pero también fue capaz, gracias al debate, de acotar los principios de esa vida pública.

Acabamos de hablar del Areópago, una tragedia de Esquilo, las Euménides, evoca el papel de aquel tribunal.

Tucídides atribuye a Pericles un gran discurso sobre el espíritu del régimen ateniense. Eurípides aborda unas veces las maravillas de la democracia, otras veces sus defectos- ambos se oponen (en un “debate”) en su tragedia Las suplicantes-, en espera de que las perversiones de la democracia llenen una buena parte de la tragedia Orestes.

LA PALABRA consisten en invitar a miles de ciudadanos a un debate de palabras e ideas siempre abierto, sólo existía la palabra; Por otra parte, se trataba de una ciudad pequeña, donde era posible mantener discusiones ante lo que, al menos teóricamente, constituía todo el pueblo: la palabra podía, por sí misma dirigirse a todos, lo era en la Asamblea, en el Consejo, en los tribunales y en el control de los magistrados la Asamblea estaba formada por todos los ciudadanos mayores de dieciocho años había también, para casos señalados, asambleas extraordinarias, sin embargo, a fin de cuentas, era la Asamblea la que decidía en materia de política extranjera, y decidía sobre la paz y la guerra, así como sobre las alianzas, votaba las leyes, ejercía la más alta jurisdicción en materia de seguridad del Estado y ratificaba la gestión de los magistrados.

¿Qué mayor igualdad puede haber en una ciudad?” (437-441) Al parecer, este “¿Quién quiere tomar la palabra?” obsesionó y maravilló a los atenienses. La pregunta retorna tres veces en el teatro de Aristófanes, en asambleas imaginarias lo señalaremos de paso, el hombre político, en Atenas, se llama “el orador”. Tucídides expresa esta idea a través de Pericles, cuando éste explica el espíritu mismo de la democracia ateniense; después de insistir sobre el principio del debate común, extrae de ello una filosofía (Sobre el cambio de fortuna, 254) Habla de la humanidad, mientras que Tucídides hablaba de la democracia ateniense; y habla del esta apertura repentina es griega, y su formulación, ateniense, Además, los ciudadanos que comparecían ante estos jueces defendían ellos mismos sus causas. Podían solicitar ayuda con anterioridad, pero tenían directamente la palabra. Esto quiere decir también que a todo el mundo le interesaba saber defender una causa, y que era necesario defenderla ante un público numeroso y ser capaz de convencerlo y hace decir a Atenea que esa victoria es la de Zeús Agoraíos, Zeus, el dios de la palabra y del debate. A veces sin embargo, puede ser bueno recordar su vínculo inicial con la democracia…

LA IGUALDAD, LAS LEYES.

Este implicaba también una forma de igualdad; A pesar de que en la democracia ateniense haya habido grandes desigualdades sociales, allí, en la Asamblea, el principio, aunque no la situación de hecho, era la igualdad. El término que significaba “igualdad en la palabra” fue empleado por Heródoto para calificar el régimen de Atenas tras el fin de la tiranía. Y hemos podido constatar que Eurípides después de depositar toda la libertad ateniense en la famosa pregunta ¿Quién quiere tomar la palabra?, concluía, con un desfase en los términos: “¿Qué mayor igualdad puede haber en una ciudad?” la palabra, lo sabemos, estaba llamada a una gran carrera política que no ha acabado y que proviene directamente de Atenas, con dos salvedades: Atenas sólo deseaba la igualdad en los derechos políticos, y pronto estableció distinciones entre la igualdad aritmética (que da lo mismo a todos) y la igualdad geométrica (que respeta una proporción). Participar todos en igualdad en las decisiones públicas, fuese uno rico o pobre, era la gran reivindicación, casi la única.

Los griegos no inventaron la idea de ley.

Esto se manifiesta desde el texto de Heródoto donde relata las palabras del rey de Esparta relativas a los griegos: “Sobre ellos impera una ley soberana, a la que temen incluso mucho más que los tuyos a ti. Pero la joven democracia ateniense, tan apasionada por la libertad, va más allá.

Pero el propio Eurípides la identifica también con la democracia, pues el texto de las Suplicantes inicia la descripción del régimen con las siguientes palabras: “Cuando hay leyes escritas…” Tucídides, en el discurso atribuido a Pericles, compensa en seguida la idea de libertad con la de ley: “Tampoco transgredimos los asuntos públicos, más que nada por medio, y por obediencia a los que en cada ocasión desempeñan cargos públicos, y a las leyes…” Pero, sobre todo, la Atenas clásica nos ha legado en relación con este tema los dos textos de fervor más asombrosos jamás escritos bien en la libre Atenas, esto era posible. Y el texto responde, al de Heródoto sobre la ley, que es “soberana”. La similitud invita incluso a dar a las palabras su sentido más fuerte.

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