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El federalismo como ideario político.


Enviado por   •  17 de Junio de 2014  •  Ensayos  •  2.229 Palabras (9 Páginas)  •  196 Visitas

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El federalismo como ideario político

Es una doctrina política que busca que una entidad política u organización esté formada por distintos organismos como: los Estados, asociaciones, agrupaciones y sindicatos; que se asocian delegando algunas libertades o poderes propios a otro organismo superior, a quien pertenece la soberanía, (Estado federal o federación) y que conservan una cierta autonomía, ya que algunas competencias les pertenecen exclusivamente. En otras palabras, es un sistema político en el cual las funciones del gobierno están repartidas entre un poder central y un grupo de estados asociados.

Esta estructuración social es la más acorde con los principios libertarios. No en vano las organizaciones que se reclaman anarquistas tienen, principalmente y en cuanto a su estructura y funcionamiento, dos características esenciales: son revolucionarias (en tanto y en cuanto pretenden una demolición de la sociedad desde sus bases) y federalistas. Esto es así por el conocido principio de la coherencia entre medios y fines.

Las Luchas por el Poder

El Centralismo y Federalismo, son conceptos políticos opuestos que un día se consideraron viables, para estructurar la República Mexicana, pero en el debate público q se dio en el siglo XlX después de la desgastada monarquía Española otorgo a México Independencia con soberanía y libertad a consecuencia del movimiento Insurgente, de 1810 hace casi dos siglos. El Gobierno Federalismo es aquel q se divide en poderes, El Gobierno Centralista o Unitario es aquel q se rige sobre todo el territorio

Desde la época colonial, Copiapó y La Serena, habían forjado su propia identidad desde la lejanía al centro de poder que era Santiago. El paulatino dinamismo económico que se había ido generando en su interior por la actividad minera y sus vínculos comerciales con Potosí se habían ganado el reconocimiento y el estatus de villa y ciudad, respectivamente. En el otro extremo y también desde su propia y peculiar lejanía, Concepción mantenía su estatus de punto estratégico clave para la defensa del imperio español en América. Se trataba de un puesto militar fronterizo que dependía directamente del virreinato peruano. Sus jefes militares, protagonistas de la guerra de Arauco, gozaban de reconocido prestigio e influencia.

Con la Independencia, bajo el gobierno de los hermanos Carrera (1812/1814), Coquimbo y Concepción alcanzaron rango de provincias las que junto con Santiago asumirían la responsabilidad de Gobernar a la nueva nación. De modo que, Carrera, organizó sus Juntas de Gobierno con delegados que representaban a las tres provincias. Sin embargo, con el advenimiento de O’Higgins al poder esta fórmula de cogobierno interprovincial se descompuso. Su constitución de 1822 terminó con la división provincial y estableció departamentos con autoridades nombradas por el poder ejecutivo. O’Higgins establecía de esta manera el concepto de nación sobre un todo uniforme donde la capital era el centro del poder político y social. Las provincias de Concepción y Coquimbo desconocieron esta constitución, que las despojaba de su condición de igualdad respecto de Santiago. Se incubaba así el largo conflicto que dramatizó la historia chilena durante gran parte del siglo XIX (Illanes; 1993).

El descontento constitucional adquirió en Concepción el carácter de un movimiento revolucionario comandado por su intendente el general Ramón Freire, quien llamó a la formación de una gran Asamblea Provincial de Concepción, que emanaría y encarnaría la soberanía popular de la localidad. Simultáneamente la asamblea de Concepción envió un comunicado al cabildo de Coquimbo instándolo a seguir su ejemplo. El movimiento de las provincias se tradujo también en la puesta en acción de sus fuerzas militares. Por el norte y por el sur avanzaron las tropas hacia Santiago pidiendo la destitución de O’Higgins. La capital se agitó temiendo perder su poder hegemónico ante el alzamiento de las provincias.

Se cuestionó la conveniencia de mantener a O’Higgins en el poder quien finalmente debió renunciar. El Congreso constituyente de 1823 nombró a Freire como nuevo director supremo y aprobó la Constitución de 1823. Sin embargo esta carta constitucional defraudó y alentó nuevamente el descontento de las provincias, las cuales retiraron sus diputados por orden de las asambleas provinciales. Según María Angélica Illanes, fue en ese momento que surgió el ideario liberal, encarnado por José Miguel Infante. Bajo su influjo el gobierno aprobó, en enero de 1826 y en calidad de ley provisoria, el plan federal de gobierno y administración de las provincias (Illanes; 1993).

El país se dividió en ocho provincias: Coquimbo, Aconcagua, Santiago, Colchagua, Maule, Concepción, Valdivia y Chiloé. En cada una se establecería una asamblea provincial compuesta por los diputados que los ciudadanos de las localidades eligiesen libremente. Estas asambleas tendrían numerosas facultades relativas al gobierno legislativo y administrativo de las provincias, aun cuando se les prohibía establecer aduanas interiores, habilitar puertos comerciales, entablar negociaciones con países extranjeros, prestar asilo a reos prófugos de otras provincias. El gobierno provincial quedaba excluido entonces de las relaciones mercantiles, las relaciones internacionales y las relaciones penitenciarias que quedaban bajo la acción del Estado nacional.

En 1826, bajo el gobierno de Freire, se llevó a cabo un nuevo Congreso Constituyente, en el cual predominaron las ideas liberales en su corriente federal, lideradas por los representantes de Coquimbo y Concepción. Con fecha 11 de julio de 1826 el Congreso Constituyente aprobó el proyecto de Constitución Federalista, en los siguientes términos: “la Republica de Chile se constituye por el sistema federal, cuya constitución se presentará a los pueblos para su aprobación”. No obstante, este congreso fue dictando una serie de leyes y disposiciones que plantearon de hecho el proyecto de régimen federal. Una de las más importantes fue la ley de elección provincial de intendentes y gobernadores. El Congreso Constituyente, sus leyes y su proyecto de carta política, era una bomba para los intereses de las elites coloniales que tenían a Santiago como el espacio de reproducción y ejercicio del poder. Los intentos federales culminaron con el motín del 24 de enero de 1827 en el cual las fuerzas armadas de Santiago se levantaron en armas contra el congreso.

Sucesos posteriores entregaron la presidencia de la república a Francisco Antonio Pinto, de tendencia liberal no federalista, quien procedió a la clausura formal del Congreso Constituyente, desconociendo las reformas federales y derogando especialmente la

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