Escucha Chile, un programa que rompió con la censura de la dictadura
Francisco OrellanaTrabajo10 de Junio de 2020
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“Escucha Chile”, un programa radial que rompió con la dictadura mediática
Objeto de estudio
Programa radial “Escucha Chile”
Abstract
El objetivo será analizar la situación del programa radial “Escucha Chile” que duró entre 1973 y 1988 a fin de ver las interpretaciones de diferentes teorías comunicacionales, en ver las posturas de Antonio Gramsci sobre lo que se considera Hegemonía Cultural y desde Antonio Pascuali como este medio comunicacional si desarrollaba una relación comunicacional a pesar de la situación política en la que se desarrollaba.
Se hará un análisis a partir de la discusión de Alternativo y/o Popular, a fin de poder caracterizar la emisión del programa desde Radio Moscú. Se observará las posturas de Vinelli y Rodríguez Esperón.
Para la contextualización analizaremos los procesos de dominio cultural que son planteados desde las obras de Eliádes Acosta Matos y las relaciones de intervencionismo norteamericano durante el gobierno de Salvador Allende y el apoyo a la Dictadura Militar de Pinochet, esto se analizará a partir de entrevistas y textos de Stella Calloni.
La aparición del programa “Escucha Chile” en un sistema comunicacional impuesto por la dictadura, nos pone desde la perspectiva de la Escuela de Frankfurt en cuanto a una teoría comunicacional general. La contraposición a un sistema de sometimiento es lo que nos permite establecer esta relación. De esta manera el desarrollo de este trabajo se sitúa en una postura claramente antihegemónica de lo que ocurría en Chile entre 1973 y 1988.
Debe ser considerado además definiciones propias del medio tecnológico en el que se expresó, así daremos paso a los términos que se utilizan en radio para definir el Lenguaje Radiofónico planteado por Armand Balsebre.
De esta manera cruzaremos definiciones de Jesús Martín Barbero y de Cristina Mata sobre el discurso radiofónico.
Como una posibilidad de mirar desde el interior del programa “Escucha Chile” volcaremos experiencias de Volodia Teitelboim, primer locutor del programa en Radio Moscú.
Introducción
Durante la dictadura chilena de Augusto Pinochet (1973 – 1990), los medios masivos de comunicación cumplieron un rol de apoyo y reivindicación del régimen militar, no sólo con el silenciamiento de los crímenes cometidos en esta época, sino por crear la concepción generalizada en la opinión pública de los avances de un sistema socioeconómico que se imponía a sangre y fuego a lo largo y ancho del país trasandino. Según el Informe sobre Prisión Política y Tortura sostienen que los medios de comunicación durante la dictadura constituyeron un soporte cotidiano del gobierno y “La desinformación de la opinión pública en estas materias contribuyó sin duda a la mantención de la violación de los derechos humanos en el país”[1].
Pero no todas las voces fueron siguiendo las líneas de la dictadura, existieron diversas formas de expresión en oposición al régimen. Desde la Unión Soviética, algunos exiliados chilenos comenzaron a participar en Radio Moscú, y desde este espacio iniciaron su trasmisión en un programa llamado “Habla Moscú, escucha Chile” programa el cual se trasmitía de manera clandestina y sus mensajes iban abiertamente en contra de lo que repetían los medios oficialistas.
Contexto Histórico
Este desarrollo comunicacional se da en un contexto muy particular de la historia de Chile, la dictadura militar, entremezclada en plena Guerra Fría, provoca en el país trasandino la lucha de dos superpotencias mundiales, Estados Unidos apuesta por alejar el germen comunista de América Latina y por su parte la Unión Soviética busca desarmar el cerco mediático impuesto por la dictadura pinochetista a fin de desestabilizar una de las versiones de un modelo capitalista que se asienta en el Cono Sur de América.
Este trabajo se da en el contexto del marco de política exterior de Estados Unidos hacia América Latina después de una visión netamente desarrollista que era la visión hegemónica durante la década del 60’, a partir del proceso del “Socialismo por vías Democráticas” impulsada con la llegada de Salvador Allende al poder en Chile, en las elecciones del 4 de septiembre de 1970, la relación Estados Unidos – Chile se ve claramente deteriorada[2].
La relación del Departamento de Estado Norteamericano con lo que terminaría en una de las dictaduras más sangrientas de América Latina está altamente documentada, es especialmente observable el rol que cumple en la directa relación entre EEUU y algunos medios masivos de comunicación de la época que buscaron primero, desestabilizar el gobierno de Salvador Allende y posteriormente al golpe de estado, de esta manera lograr legitimidad para la dictadura de Pinochet.
Uno de los vínculos más claros es la reunión que se llevó a cabo el 15 de septiembre de 1970[3] entre Agustín Edwards Eastman, propietario y director del diario El Mercurio, quien junto a Donald Kendall, presidente de la Pepsicola Company, con Henry Kissinger, entonces Asesor de Seguridad del presidente Richard Nixon, el Secretario de Justicia, John Mitchell y el director de la CIA, Richard Helms. Dónde los dos primeros “apelaron apasionadamente para que la CIA ayudara a impedir el ascenso de Allende a la presidencia”[4].
Operaciones del Programa
Una de las grandes problemáticas que tuvo que solucionar el programa era como hacer referencias a noticias que ocurrían en Chile, para que fueran escuchados por chilenos dentro y fuera del país, sin ser identificados y a través de métodos simples accesibles a cualquier persona. La solución la encontraron a través de la utilización de una frecuencia de trasmisión de Onda Corta, que era de funcionamiento común en radios que tuvieran difusión internacional, esto se lograba a través de un tipo especial de antenas, la HRS 8/8/1 que permitía una trasmisión global de sus emisiones.
El programa era trasmitido a Chile en un horario de 21 a 22 horas, por lo cual los conductores del mismo tenían que hacer el programa entre las 4 y 5 de la madrugada
de Moscú. Sus días de trasmisión eran lunes, miércoles y jueves. Los participantes de la radio tenían que usar seudónimos en la emisión de los mismos para evitar su persecución (las garras de la dictadura militar chilena traspasaban largamente las fronteras de Chile, conocidos son atentados que hicieron los agentes de los servicios de inteligencia de Pinochet en lugares como Roma, Buenos Aires y Washington).
La música que era pasada por la radio eran temas musicales censurados en esos momentos en Chile y generalmente eran cantautores que se encontraban detenidos, exiliados o algunos asesinados por el régimen, por ejemplo los casos de Isabel Parra, Inti Illimani, Quilapayún, Illapu y Víctor Jara. Lo explica el director del programa “Escucha Chile” José Miguel Varas: “Desaparecieron totalmente de la programación radial, por indicación de la Dirección Nacional de Comunicación Social, todas las canciones y melodías de carácter nortino, toda pieza musical que incluyera quenas, charangos y bombo”, de esta manera se buscaba contrarrestar esa eliminación de cualquier referencia a lo popular que incomodara al régimen[5].
Definición de Conceptos Comunicacionales
Lo primero que tendremos que definir es la concepción de María Cristina Mata sobre lo que es la radio, la idea de establecer la imagen sonora, de una placa fonográfica sobre una situación o un contexto, de esta manera, tenemos que considerar la técnica usada en la forma de establecer un discurso, porque no es lo mismo un medio gráfico, audiovisual o radiofónico. Desde la perspectiva de pensar la radio debemos tomar en cuenta las oralidad, que se puede establecer espacios de
identidad, de vinculación. Desde la perspectiva de hacer radio hay que considerar la técnica, los formatos utilizados, las normas y criterios de producción, que en este caso, dada la realidad política, eran especialmente particulares[6].
Jesús Martín Barbero hace una consideración sobre el proceso de vinculación social de un discurso radiofónico y lo relaciona con una discusión sobre los que tienen o no derecho a emitir, porque en sociedades en las que ya no sólo todo se ha masificado sino mediatizado, la confrontación por el acceso a la gestión de frecuencias no puede asociarse simplemente al básico derecho a la libre expresión pública de los ciudadanos, sino a la discusión en torno a los límites que la ciudadanía debe poner al mercado como único espacio a partir del cual es pensable la producción de las ideas acerca del orden social[7]. De acá se podría hacer una valoración ética sobre lo que es noticiable y como se trata un hecho, un ejemplo sería las tergiversaciones sobre hechos de violaciones a los derechos humanos y analizados como supuestas rencillas entre movimientos de izquierda, un titular del Diario El Mercurio en Junio de 1975 dónde el régimen asesinó a 119 personas, ante la resonancia de la matanza el periódico tituló “Miristas se matan como ratas”.
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