Guerra del Chaco. ¿A qué se conoce como Guerra del Chaco?
dmoz2001Informe9 de Junio de 2016
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Guerra del Chaco.
¿A qué se conoce como Guerra del Chaco?
La Guerra del Chaco (1932-1935) fue el mayor conflicto bélico de Sudamérica del siglo XX, y tuvo consecuencias negativas para el Paraguay y para Bolivia.
Explica los Antecedentes y las Causas de la Guerra del Chaco.
Los antecedentes y causas de la guerra son complejos. Debido a la vaga determinación de límites entre las distintas regiones y las pocas expediciones que se hicieron durante la época colonial, Bolivia y Paraguay, cuando se volvieron estados independientes, tuvieron que fijar sus respectivas jurisdicciones en base a documentos muchas veces contradictorios. Los cuatro tratados de límites que se acordaron entre 1884 y 1907, no fueron aceptados definitivamente por ninguna de las partes. Bolivia y Paraguay realizaron a su vez pocas expediciones al Chaco.
En el siglo XX las compañías petroleras asentadas en Bolivia creían que había yacimientos en el Chaco Boreal, y esto alentó aun más la guerra. La intención boliviana de poseer esa región puede ejemplificarse en el slogan de la campaña política del presidente Salamanca:
"Hay que pisar fuerte en el Chaco".
El Paraguay, unas décadas antes, había sido gravemente perjudicado por la Guerra de la Triple Alianza (1865-1870) cuya consecuencia fue la pérdida de enormes territorios en su zona oriental. Respecto del Chaco, la Argentina pretendió incorporarla a su territorio pero tras el arbitraje del presidente norteamericano Hayes, en 1879, éste falló que dichos territorios, desde el río Pilcomayo hasta el Verde, correspondían al Paraguay. Con estos antecedentes era difícil que el Paraguay pudiera aceptar las pretensiones bolivianas sobre la zona chaqueña. Agravó la cuestión el Tratado de Petrópolis(1903) por el cual Bolivia cedía definitivamente el Acre a Brasil y "como compensación" Brasil reconocía como boliviana la cuenca del Alto Paraguay.
Menciona y explica las campañas y batallas principales.
El Fortín Paraguayo Carlos Antonio López fue ocupado por los bolivianos en junio de 1932, y un mes después fue retomado.
Nuevamente las naciones americanas, a iniciativa de la Argentina intentaron detener la guerra que se avecinaba, pero esos esfuerzos no prosperaron.
El Dr. Eusebio Ayala asumió el cargo de presidente de la república el 15 de agosto de 1932 y encomendó al Tte. Cnel. José Félix Estigarribia la defensa del Chaco.
Batalla de Boquerón: La retoma del fortín Carlos A. López hizo que las tropas bolivianas ocuparan los fortines Boquerón, Toledo y Corrales.
El objetivo paraguayo era Boquerón. La lucha duró del 9 al 29 de setiembre de 1932 culminando con la victoria de las tropas paraguayas.
A pesar de que los bolivianos estaban mejor armados que los paraguayos, no pudieron resistir a las tropas paraguayas.
En el mismo campo de batalla, Estigarribia fue ascendido al grado superior.
Luego de la toma de Boquerón, las tropas paraguayas fueron ocupando los fortines Toledo, Corrales, Arce y Platanillos.
El 17 de setiembre tuvo su bautismo de sangre la Escuela Militar al mando del Mayor Arturo Bray.
Nanawa, Gondra y Campo Vía: En diciembre de 1932 el ejército boliviano inició una ofensiva y llegó a apoderarse de los fortines Mcal. López y Corrales. Los paraguayos resistieron valientemente en Nanawa, Toledo y Gondra. El Tte. Cnel. Eugenio A. Garay y las tropas comandadas por el tuvieron una brillante actuación en Pampa Grande, donde se obtuvo una brillante victoria.
La batalla de Aliguatá obligó a los bolivianos a replegarse en dirección a Samaklay.
El 11 de diciembre de 1933 se rindieron los bolivianos en Campo Vía, a las fuerzas paraguayas. La acción de Campo Vía fue gigantesca: Se rindieron 8.000 soldados, clases y suboficiales, 250 jefes y oficiales, 2 coroneles, además se tomó un importante botín de guerra.
Campaña de Pilcomayo: Los fortines Camacho, actual Mcal. Estigarribia, Cañada Tarija y Garrapatal en el centro del Chaco, y Esteros, Magariños y Linares a orillas del Rio Pilcomayo, fueron ocupados por tropas paraguayas a principios del año 1934. En mayo nuestras tropas sufrieron un revés en Cañada Strongest. Una serie de batallas libradas posteriormente, culminó con la victoria de El Carmen, el 16 de noviembre de 1934. En ella cayeron prisioneros 7.000 bolivianos. Al día siguiente otra victoria culminaba el esfuerzo nacional: La toma de Ballivián a orillas del Pilcomayo. Ya el Gral. Estigarribia había dicho: ``Ballavián caerá a su hora´´.
La lucha continuaba en enfrentamientos menores, hasta que la maniobra de Picuiba- Carandayty culminó, el 8 de diciembre, con la toma de los pozos de agua de Yrendagüé. El ejército boliviano sufrió un rudo golpe ya que de los 12.000 hombres que se encontraban allí, unos 4.000 fueron hechos prisioneros y el resto, en desbandada, murió en su mayor parte de sed. Un enorme botín de guerra quedó en poder de los paraguayos.
Campaña de Parapití: Las tropas Paraguayas se encontraban ya lejos del sitio inicial de las operaciones. Día a día se avanzaba hacia el Rio Parapití, que en momentos en que se luchaba en Villamontes, fue cruzado el 5 de abril de 1935, para inmediatamente después posesionarse de la ciudad fortificada de Charagua, en territorio de Santa Cruz de la Sierra.
Una contraofensiva boliviana hizo que nuestras tropas se retiraran, repasando el Parapiti. Se libraron aún algunas batallas, hasta que se produjo la resonante victoria paraguaya de Ingavi, y fue este triunfo que obligó a los bolivianos a firmar el Protocolo de Paz, y, en consecuencia, la lucha ceso el 14 de junio de 1935.
Se destaco en la campaña, el 2º Cuerpo de Ejército comandado por el Cnel. Rafael Franco, secundado por el Cnel. Eugenio A. Garay y los Ttes. Coroneles Basiliano Caballero Irala y José María Cazal.
Describe la Batalla de Boquerón.
El 29 de setiembre de 1932, culminó la Batalla de Boquerón, durante la Guerra del Chaco, conflicto bélico que enfrentó a Paraguay y Bolivia a lo largo de tres años, a partir de 1932, por el control del Chaco Boreal. El valor estratégico de esta zona era el acceso al río Paraguay y, en consecuencia, a la salida hacia el océano Atlántico.
El fortín de Boquerón había sido ocupado por el ejército boliviano hacia julio de 1932, dándose comienzo a la Guerra del Chaco, cuando Paraguay intentó su reconquista.
Al mando del teniente coronel Manuel Marzana, los regimientos provenientes de La Paz y Oruro, que en total no superaban los 600 hombres, impidieron la toma del fortín por parte de las fuerzas de Paraguay compuesta por 13.000 soldados al mando de Félix Estigarribia.
La superioridad de estos frente a los primeros hizo de esta batalla un hito para Bolivia. Durante los 23 días que duró el combate, iniciándose las hostilidades por parte de Paraguay el 9 de setiembre, los hombres del Coronel Marzana resistieron el embate.
Aun así, el 29 de setiembre, ya agotados todos los recursos, los bolivianos debieron alzar banderas de rendición, tras haber perdido solo 200 hombres, frente a un ejército superior en número y armamentos que había perdido alrededor de 6.000.
Pese a los errores de táctica militar paraguaya muchos de sus soldados eran jóvenes inexpertos recién salidos de la Academia Militar el fortín fue finalmente tomado.
¿Cómo se realizaba el transporte y el aprovisionamiento durante la Guerra del Chaco?
El transporte durante la guerra no era solo una comodidad para los combatientes, también era una necesidad ya que el territorio chaqueño es muy extenso y no se puede pasar fácilmente por esas tierras.
El ejército paraguayo contaba con los mejores transportes (terrestre, aéreo y fluvial) de esos mismos tiempos. El transporte no solo se usaba para trasladar al ejercito, también para combatir, una de los trabajos más importantes y más grandes que tuvo el transporte fue el traslado de agua para los combatientes, después ya tenían otra clase de ocupaciones.
¿Qué pueden decir de la presencia femenina durante Guerra del Chaco?
Cuando en la inmediata preguerra se hacían evaluaciones aproximadas de las necesidades de un ejército de dieciocho mil hombres, unas tres divisiones -que entonces era lo máximo a que se podía aspirar-, todo parecía lejano, inalcanzable, dada la precaria situación económica del país.
Invitado por miembros de nuestro Estado Mayor General, un militar argentino, entonces de misión en nuestro país, el capitán Gregorio Tauber, dio una charla en la Escuela Superior de Guerra, en la que expuso, a manera de hipótesis, las necesidades de un ejército de veinte mil hombres, a doscientos kilómetros del río Paraguay.
El conferencista especuló con la posibilidad de reabastecerlo por medio de carretas y bueyes, lo que exigiría, según sus cálculos, un total aproximado, de mil quinientas carretas, diez y ocho mil bueyes, diez piquetes, seis puestos mayores, trescientos caballos, y unos tres mil hombres, sobre la base, por supuesto, de caminos en buen estado. Exposición realista la de capitán Tauber, en la que se contemplaba el mínimo de lo que la logística de un ejército en guerra podía exigir, pero que a muchos de los oyentes pareció desmesurado, inalcanzable. No obstante, lo que para algunos en 1931 parecía una utopía, lo realizó el Paraguay al ciento por uno, en el trienio de 1932 a 1935, reabasteciendo ejércitos de hasta veinticuatro mil hombres, a distancias de hasta ochocientos kilómetros del río Paraguay, y no con las humildes carretas que imaginó el militar argentino, sí con camiones, pagados al contado, y cuyas carrocerías se fabricaron en nuestros propios arsenales.
Pero si bien es cierto que el grande, poderoso puntal de nuestro Ejército en Campaña lo constituyeron los Arsenales de Guerra y Marina, donde a más de mil otros elementos vitales para la defensa, se fabricaron, a lo largo de la guerra, dos mil trescientas ocho carrocerías, para camiones del Chaco, no debe olvidarse que si el Gobierno pudo adquirir material bélico y proveer lo necesario para la defensa, ello se debió no sólo a la probidad y solvencia de su administración, sino al esfuerzo constante, silencioso de la retaguardia, que con su trabajo y sacrificio proporcionó las divisas extranjeras necesarias, dándose la paradoja de que el Paraguay, durante la guerra, produjo y exporto más que en tiempos de paz.
¿Y quiénes constituían, en su mayoría, la retaguardia? Obviamente las mujeres. La mujer campesina, entre las que aún se contarían muchas de las que sobrevivieron a esa marcha de pesadilla, que pasó a nuestra historia con el nombre de Residenta, y las otras, las más jóvenes, en cuyos oídos resonarían, nítidos, los relatos de la otra guerra, y que, al escuchar la segunda convocatoria de la patria, al igual que sus abuelas, sesenta años atrás, despidieron al esposo, a los hijos, y ahogando lágrimas, ocuparon sus puestos en las chacras y en las incipientes industrias del país. Y si en la guerra de 1865-70, sesenta años atrás, la gran artífice de la reconstrucción nacional fue la mujer, durante los tres años que duró la Guerra del Chaco, la economía nacional volvió a asentarse, en gran parte, en hombros femeninos, operándose el milagro de que el Paraguay, sin infraestructuras adecuadas, sin caminos ni transportes casi todos requisados para la defensa, duplicara algunos rubros de su producción agrícola, tales como algodón, arroz, tabaco, maíz, mandioca...
Paralelamente, en la Capital y en ciudades del interior las mujeres se asociaron en distintas instituciones que se encargaban de canalizar los aportes de la ciudadanía.
La Cruz Roja, con su Comisión de Damas, cumplió funciones invalorables, proveyendo a los hospitales de medicamentos y aprovisionando su cocina. Ello exigía que las señoras y señoritas visitaran a diario los mercados para recolectar los frutos de la tierra, y era de admirar la generosidad de las humildes vendedoras, que al ver los blancos delantales y las rojas insignias, se apresuraban a vaciar sus cestos, sin aceptar ninguna paga por ello... ¿Y la larga fila de carretas que a diario visitaban la sede de la Cruz Roja, conducidas por ancianos o adolescentes, que acompañaban a la madre o a la hija a entregar, gratuitamente, los productos de sus chacras? ¿Y los costureros de las casas de familias, donde se confeccionaban mosquiteros, sábanas y mochilas para el ejército? ¿Cuántos millones de pesos economizaron al Estado todos esos aportes?
Admirables también fueron las gestiones de la Comisión Pro Patria, Litro de Leche, Pro Huérfanos de Guerra, Pro Prisioneros de Guerra, Pro Hospitales del Chaco, todas ellas constituidas por mujeres que no se dieron tregua ni descanso, a lo largo de esos dramáticos años. Y, por último, ¿qué decir de las abnegadas enfermeras, de todos los estratos sociales, que se desvivieron en nuestros hospitales del frente y de la retaguardia?
Imposible tributar un homenaje justiciero a la mujer de la Guerra del Chaco; siempre nos veríamos desbordados por su infatigable quehacer; siempre nuestras alabanzas se verían superadas por su abnegación y patriotismo, y podemos afirmar, sin temor a exagerar, que la mujer paraguaya fue un poderoso soporte de nuestra economía de guerra, y por ende, del victorioso Ejército del Chaco.
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