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Historia Económica de México II


Enviado por   •  12 de Marzo de 2016  •  Síntesis  •  1.798 Palabras (8 Páginas)  •  334 Visitas

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Sánchez Santiago Sandra

Historia Económica de México II

León y González, Samuel (2010). El cardenismo, 1932-1940. México,  Fondo de Cultura Económica, 519 pp.

“Fue un momento de ruptura y de modernidad, en el que se conjugaron múltiples alianzas y coaliciones de una infinidad de actores de la sociedad mexicana. Se construyó una nueva política interna, se dio un nievo contenido a la economía, a nuestra política exterior, […], un momento de inclusión de actores sociales que pretendieron un nuevo proyecto del país”.[1]

El período de gobierno del presidente Cárdenas (1934-1940), fue uno de los períodos más representativos en la historia del país y en el mundo, el libro nos presenta un panorama del aquel gobierno, abarcando temas sociales, políticos y económicos, que juntos, con la dirección de Lázaro Cárdenas, siguieron un camino para el bienestar de la sociedad. La estructura del libro, es un conjunto de ensayos que fueron dirigidos por Samuel León y González. Cada ensayo está elaborado en tres partes: antes, durante y después del cardenismo.

El panorama que Samuel León y González nos da en la construcción del poder político, es que si bien, después de la lucha de Revolución, el país se tornó a una situación donde el país se encontraba en dispersión y donde surgieron diversos levantamientos armados, como en 1920, 1923, 1927, 1929 y 1938.[2] Se necesitaba un gobierno que fuera capaz de llevar todas estas dispersiones a la unidad y que sentará un control sobre la población; en este caso el presidente Calles, nada mejor que un personaje militar. Sin embargo, el poder antes de la presidencia de Cárdenas, estaba en manos de Plutarco Elías Calles y éste tenía en mente la aplicación de un gobierno con dos dirigentes: el presidente del país y él, como jefe máximo.

Se nos muestra biografía explicita de pensamiento y obra de Lázaro Cárdenas. Él es un militar que si bien, gracias a sus esfuerzos fue ascendiendo de puesto, primero dentro de su estado natal, Michoacán, luego a nivel de la República; “la milicia, la región y el centro son tres pilares que explican la fuerza que había adquirido nuestro personaje”.[3] Gracias a esto el general pudo darse cuenta de muchas de las injusticias y situaciones por las que el pueblo de México, vivía. La que más resalta es la preocupación especial que tuvo por la cuestión agraria, pues según él, ahí radicaba una de las principales causas de desigualdad social, del pasado y del presente.

Para el rumbo de su campaña presidencial, los contendientes que se le presentaban a Cárdenas, tuvieron muy poca representación, pues en los resultados obtenidos Cárdenas predominaba con la mayoría de los votos, inclusive, hubo estados donde no hubo ningún voto para los contendientes, así como la derecha política del país se encontraba ausente. Dentro de la apertura del nuevo gobierno, los logros emprendidos se vieron desde una base social, es decir, desde abajo: de los obreros y los campesinos.[4] Aquellos trabajadores mexicanos, que con su unificación en su distinta rama de desempeño, lograron tener representación política. Se trata pues de una nueva administración que pretendía cimentar una modernización en el país por medio de acciones concretas, arraigándose a una cultura política que aún subsistente.

Para Marcos T. Águila la raíz y huella del cardenismo radica en que en el ámbito internacional, el sexenio cardenista se marcó en circunstancias que colocaron al mundo en una severa crisis, La gran depresión de 1929, de la que aún no se recuperaba la mayoría de los países afectados. Este ambiente influyo también en el rumbo que tomo México; la ideología populista que surgió ante la necesidad de restaurar la estabilidad interna y de lograr el apoyo de las masas, del pueblo, para alcanzar las metas de un  “nacionalismo revolucionario”, que conduciría a la apropiación de algunos recursos económicos que estaban en manos extranjeras.

Se introdujo una política civil: la unificación del sector obrero y del sector campesino e incluso del partido de la Revolución, para poner en práctica el plan sexenal alentando al desarrollo de la economía nacional. Se logró dar vida a las letras de la Revolución, con avances al mejoramiento de la calidad de vida de la población trabajadora y a una mejor distribución de la propiedad agraria, junto con una ampliación de las comunicaciones y la infraestructura para el país; a pesar de que para el final del sexenio cardenista las acciones comenzaron a frenarse, Cárdenas logro marcar una huella en forma de crecimiento económico de México por un largo tiempo.[5] 

Felipe Remolina y Marcos Águila, en la consolidación y límites para los trabajadores del estado; con cuatro años de la administración de Cárdenas se había logrado la promulgación del Estatuto Jurídico de los trabajadores del Estado y con ello la organización sectorial de la burocracia. La discusión radicaba en que el derecho a huelga por parte de los trabajadores del Estado no era coherente, no se podía poner al Estado en contra del Estado, también no se quería la agrupación en un sindicato de los mismos, pues se pretendía que se unieran a la CTM, y si había un sindicato tan grande como se estimaba, no iba a haber control sobre los mismos.

“En realidad, el Estatuto entrañaba en sí mismo un pacto político, pues de un lado garantizaba estabilidad laboral y una mejoría en las prestaciones para los empleados públicos, al tiempo que les mantenía sujetos a un sindicalismo construido desde arriba (con la importante excepción de los maestros) y con restricciones decisivas para el ejercicio del derecho de huelga”.[6]

En la reforma agraria y la cuestión campesina, escribe Eduardo Nava, que fue durante el régimen de Lázaro Cárdenas cuando se plasmaron las metas revolucionarias de distribuir con mayor equidad la propiedad de la tierra en beneficio de los campesinos a través de la modificación de las políticas ejidales, se plasma como un modelo de desarrollo original, marcado con tintes de colectivización, pero dependiente de  vínculos con el estado[7]; por primera vez en la historia, esta parte de la población tenía representación en la vida política del país. Se da la transformación del peón acasillado, en actor de derecho a la tierra, el agua, los servicios y la escuela.

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