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LA CRISIS DEL ANTIGUO RÉGIMEN Y LA RERVOLUCIÓ LIBERAL (1789-1840)

Apuntes 27 de Noviembre de 2019

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TEMA 2: LA CRISIS DEL ANTIGUO RÉGIMEN Y LA RERVOLUCIÓ LIBERAL (1789-1840)

2.1. El colapso del comercio colonial

Como ya sabemos, el comercio con las colonias americanas fue muy importante en la expansión de los intercambios comerciales con el exterior durante la mitad del siglo XVIII.

 La independencia americana tuvo lugar en la segunda década del siglo XX, en el momento en que los ejércitos de Napoleón ocuparon la península. Cuando estos fueron expulsados ​​a 1814 y se restauró la monarquía absoluta, las posesiones americanas ya estaban fuera del control económico y político de la metrópoli. Diez años más tarde, cuando ya se habían independizado completamente, España sólo retenía como colonias: Cuba y Puerto Rico. La rotura del comercio colonial afectó concretamente a cuatro diferentes órdenes macroeconómicos.

  1.  Niveles y estructura del comercio exterior: cabe mencionar que durante la época no se elaboraron estadísticas oficiales hasta 1849. Además, un volumen importante de artículos extranjeros era de contrabando.

Para ver la evolución a largo plazo:

Cuadro 2.1 (pág. 74)

Vemos que el comercio exterior queda alterado todo con América:

Exportaciones: bajan en un 40% (36% en valores nominales). Con la pérdida del Imperio desaparecen unos mercados que favorecían los productos españoles y el monopolio del comercio entre las colonias y otras naciones ejercido por la metrópoli. Resultado: caída del comercio exterior global.

Reexportaciones: son los productos que vienen de las colonias los que España lleva en el extranjero.

También se derrumban.

Importaciones: siguen más o menos igual. Lo que no funciona: América como mercado de plata y España como puente entre América y Europa.

Balanza comercial: el equilibrio depende del comercio colonial. Sin las colonias hay déficit y no los llegaba la plata de América para hacer frente el pago. Además, los bienes y servicios españoles no eran competitivos y, roto el pacto, fueron desplazados fácilmente por los de otras naciones más avanzadas (como GB).

2) El equilibrio exterior de la economía española: debido a la rotura de las relaciones coloniales, España no consiguió aumentar su capacidad exportadora y, para agravar más la situación, experimentar una subida de las importaciones netas causada por las guerras contra Francia y GB. La Balanza de mercancías pasó de una situación de equilibrio (1784-1792) a un fuerte déficit exterior (1814-1820) pagado con exportación de metales. En ausencia de las entradas netas de capital, el déficit tuvo que ser financiado con extracciones del stock de la moneda metálica en circulación.

3) Evolución de la renta nacional: se contrae la mejora del bienestar acumulada durante una generación.

La pérdida del beneficio del comercio colonial hace que la inversión baje hasta un 16% debido a la bajada de precios (deflación contrae la actividad económica). El origen de la deflación: desequilibrio en la Balanza por cuenta corriente por el colapso del comercio colonial y la bajada de los precios de los productos españoles por la tendencia de los países internacionales. Además, aunque la demanda colonial sólo absorbía una pequeña parte de la producción, como se venía a precios altos, constituía un elemento de sostenibilidad.

4) La estructura productiva y la asignación de recursos: el desequilibrio del sector exterior y el cierre del mercado estadounidense por los productos de la antigua metrópoli hicieron que la economía hubiera hacer un esfuerzo de adaptación. La caída de los precios interiores (el nivel de precios de los productos españoles era muy superior que otros países) hace que nazca la necesidad, por un lado, de bajar las importaciones e incrementar las exportaciones y, por otro, estimular la demanda interna para colocar los productos que antes se vendían en las colonias.

Cuadro 2.3 (pág. 81)

Se produce un cambio espectacular en las importaciones. A 1827 desaparecen las de los cereales (Trigo y harina) debido a arancel de prohibición de 1820 el cual se extendía también a los productos manufacturados. Las exportaciones también variaron de 1792 a 1827, bajaron las de los productos manufacturados (13%) y subieron muy las de los productos primarios (87%). En el año 1827, España tenía una estructura de exportaciones típica de un país atrasado, pero, eso sí, en vías de integración ya que se especializa en aquellos productos en que tenía ventaja comparativa o absoluto y que tanto demandaban los países en vías de desarrollo. Principales exportaciones: aceite de oliva, cítricos, pasas, corcho o plomo.

Los cambios en la composición de los productos del comercio exterior dejan entrever alguno de los fracasos en las actividades de exportación. España, desde la antigüedad, había sido exportadora de lana de calidad, pero durante la ocupación napoleónica las ovejas se utilizaron como alimento para las tropas y, franceses e ingleses aprovecharon para enviarlas a sus países de origen para que se adaptaran al clima.

El hundimiento de las exportaciones de lana castellanas fue irreversible y permitió la consolidación los usos agrícolas del suelo (la demanda de tierras por parte de los campesinos del siglo XVIII fue más o menos satisfecha durante aquellos años. Por culpa de las guerras, el aguardiente perdió sus mejores mercados: el inglés y el americano; pero la caída fue compensada por el desarrollo de un producto de menor valor añadido, pero con mercados más amplio: el vino. El descenso en las exportaciones de tejidos de algodón, lana y de manufacturas de hierro y papel fue fatal para Cataluña y País Vasco. Pero no todo fueron desgracias, algunos productos como el aceite de oliva como lubricante; el plomo por tuberías; productos agrícolas como las almendras, pasas y cítricos y productos semimanufacturados como tapones de corcho, mercurio y harina tuvieron la oportunidad de satisfacer el mercado británico y belga. Por el lado de las importaciones, un significativo aumento de las de algodón es una señal del dinamismo de la industria algodonera y la creciente demanda exterior de alimentos básicos daba grandes perspectivas de expansión a la agricultura española.

2.2. Fallida de la Hacienda Pública Española

En la última década del siglo XVIII y las dos primeras del siguiente se produjo una quiebra en los ingresos vinculados al imperio a la vez que se disparaba el gasto público debido a los conflictos bélicos con GB y Francia. Hacienda sufrió un enorme déficit y falleció. La crisis fiscal empezó 1779 con la guerra contra GB por la independencia de las colonias norteamericanas. Resurgió nuevamente por los conflictos, primero con la Francia revolucionaria y luego con GB. Incapaces de restablecer el equilibrio financiero mediante una reforma tributaria, los últimos gobiernos de la monarquía absolutista tuvieron que recortar el gasto público hasta el punto de que dejó de proveer los bienes públicos para la su propia legitimación y supervivencia política.

La interrupción de los intercambios con las colonias tuvo un impacto dramático en las cuentas públicas.

Desaparecieron los rendimientos de los derechos arancelarios y las entradas de metales preciosos (India) y, además, el producto de los impuestos internos sufría una cierta contracción como resultado de la recesión económica por la paralización del comercio exterior. Todo ello se intentó compensar por medio de impuestos, la elevación de las tasas y tipos impositores y la incorporación de eclesiásticos y nobleza laica como contribuyentes de impuestos directos. los esfuerzos del gobierno para incrementar la recaudación no tuvieron éxito. El déficit se fue incrementando hasta que de 1780 hasta 1798 se introdujo la emisión de deuda pública. El Estado recurrió a la inversión exterior, pero con la Revolución Francesa y las guerras napoleónicas el déficit tuvo que financiarse con deuda interior. Para hacerla más atractiva, los títulos, llamados "vales reales", eran a la vez dinero de curso legal, de interés fijo (4%) y amortizable a 20 años y, nadie menos Estado estaba obligado a aceptarlos como a pago. Aun así, no solucionaron el problema y la monarquía crea un banco vinculado al gobierno: el Banco Nacional de San Carlos (1782), previo al Banco de España, para que regulara el mercado los vales y cumpliera algunas tareas propias de un banco central. Pronto se produjo una caída de las cotizaciones y el mercado se saturó de vales. Esto llevó a tomar una medida radical: la expropiación y venta de patrimonio de la iglesia. La primera fue adscrita a Godoy (1798). A 1808, el Estado ya había vendido una sexta parte de las propiedad pero no salvó a Hacienda de la quiebra ya que no se trataba de una confiscación: el Estado daba a cambio deuda pública por el mismo valor nominal y, el déficit era demasiado grande. Con los ingresos pudieran financiarse las últimas guerras contra GB y poco más. La guerra de la Independencia empeoró la situación, las colonias americanas aprovecharon para emanciparse de la metrópoli y el Estado ya no contaba con las remesas de plata ni con buena parte de la renta de aduanas.

Después de la guerra, no les quedó otra solución que gastar menos reorganizando la administración tributaria llevando un control estricto y eficiente de los desembolsos. Esta espectacular contracción saldó los ejercicios sin déficit, aunque cayó nuevamente durante la Década Omniosa. en 1827 se instauró la confección anual del Presupuesto. Pero también se recurrió a otras vías: desatendiendo los grandes capítulos de gasto: dejar de pagar a los acreedores, proveedores de B y S, financiadores institucionales del Estado (Banco de San Carlos, gremios, ...), empleados públicos y tropas ...

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