La Guerra Fría En El Mundo Periférico: El Caso Del régimen Autoritario Mexicano. La Utilidad Del Anticomunismo Discreto. Por Lorenzo Meyer.

La Guerra Fría se refiere a la rivalidad entre el capitalismo y el socialismo, un conflicto de intereses entre dos superpotencias, Estados Unidos y la Unión Soviética, la cual finalizó cuando el enorme costo de la competencia armamentista con Estados Unidos llevó a la quiebra económica a la Unión Soviética y al triunfo de la globalización capitalista.

Fue en el mundo periférico donde la guerra se tornó caliente, donde cientos de miles perecieron o fueron a prisión y millones vieron sus vidas afectadas por un anticomunismo fanático o su contraparte, un supuesto antiimperialismo, lucha de clases y liberación nacional. Como México, el cual a pesar de nunca ser un actor importante en la Guerra Fría, no se pudo sustraer de sus efectos, el anticomunismo caracterizó a la política gubernamental después del cardenismo, resultó ser la perfecta coartada hacerse pasar por una democracia progresista y respetuosa de la pluralidad.

La Revolución Mexicana fue posible porque el anticomunismo no existía. A pesar de que la Constitución de 1917, no fue combatida por el exterior porque las potencias estaban ocupadas en la Primera Guerra Mundial, años más tarde después, Estados Unidos, uso el anticomunismo para deslegitimar al régimen revolucionario mexicano en formación. En 1927, como parte del conflicto de las empresas extranjeras con el gobierno de Calles por el

control del petróleo y de las diferencias mexicano-americanas sobre Nicaragua, Estados Unidos preparaba una acción armada, pero afortunadamente el Congreso norteamericano optó por la negociación.

El acuerdo Calles-Morrow hizo posible que Estados Unidos aceptara el nuevo régimen, a cambió de asegurarle: respeto a los derechos adquiridos por los norteamericanos en México y la gobernabilidad de México y una actitud responsable en el ámbito internacional. La prueba de fuego del acuerdo se dio cuando Calles fue expulsado del país en 1935 y el presidente Lázaro Cárdenas se lanzó a crear la base social del nuevo régimen mediante la organización de los obreros, la reforma agraria y la nacionalización del pétroleo. La prioridad de Washington por la estabilidad mexicana junto con el compromiso cardenista de una política antifascista, permitió que la tensión generada por las expropiaciones agrarias y petrolera, no animara a Estados Unidos a apoyar rebeliones. Con la alianza de México con Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial, y el retorno de las políticas de derecha con Ávila Camacho la democratización mexicana se planteó como algo que ya había ocurrido, que necesitaba pulirse, perfeccionarse, arraigar.

El inicio de la Guerra Fría coincidió con el gobierno de Miguel Alemán, primer Presidente civil de la postrevolución mexicana fue muy bien recibido en la Casa Blanca y presentado al mundo como un auténtico demócrata. Lo que quedaba de la izquierda en la CTM y en otras áreas del gobierno

mexicano, fue bien recibida por Estados Unidos. A México no se le exigió pregonar su anticomunismo

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