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La Masacre De Segovia


Enviado por   •  19 de Marzo de 2014  •  2.276 Palabras (10 Páginas)  •  467 Visitas

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En Colombia han ocurrido muchas masacres las cuales han de dejar víctimas, aquellas víctimas no solamente son las personas que han matado los diferentes grupos armados en sus conflictos y los militares de su propio país como es la masacre que se presentara a continuación; sino también podemos hablar que aquellas víctimas son su mujer, su hermano, su hijo, su madre, su padre, sus familiares los cuales quedan con un gran dolor y vacío en su ser, que un día o una noche cualquiera son abatidos por un conflicto armado en el cual no tienen culpa, una descompensación que el dinero jamás podrá compensar, marcados por una violencia la cual no discrimina sexo, edad o raza solo simplemente destruye y violenta todo lo que hay a su paso dejando sufrimiento y desconsuelo a todos aquellos que han sido tocados por las armas y aquellos que han visto todo lo que ellas han de hacer; especificando aún mas y adentrándonos sobre una de tantas masacres hablaremos de lo que es la masacre en el municipio de Segovia – Antioquia, dando a conocer todo aquello que paso y como aquellos habitantes vivieron en ese tiempo, aquella razón de los victimarios para violentar los derechos de la población y la manera en la cual reaccionaron, la acción del gobierno colombiano para respaldar a la población y la actualidad de Segovia Antioquia; llegando a desarrollar desde el sentir de la población llevando a contextualizar todo aquello que paso.

Segovia, como muchos otros municipios del país, ricos por naturaleza, fueron entregados a multinacionales que se han encargado de la explotación de sus riquezas, convirtiendo a sus habitantes en obreros al servicio del aprovechamiento extranjero que, pese a su excesivo beneficio han vulnerado y reprimido el ejercicio de los derechos de los trabajadores, colocándolos en situación de pobreza y en condiciones humanas deprimentes, riesgosas y abusivas que han permeado a la gran mayoría de la población Segoviana. Dichas condiciones han sido consentidas y facilitadas por el gobierno Nacional y por los gobiernos locales que prefirieron aliarse con el poder económico de las empresas explotadoras de nuestros recursos, antes que procurar mejores condiciones laborales y mínimos vitales para los trabajadores segovianos y sus familias. Fue este escenario el que dio luz verde a que nuevas corrientes y propuestas fueran acogidas en la región.

Por eso, los segovianos, como los habitantes de los pueblos vecinos, recibieron con mucha disposición, entusiasmo y esperanza, la llegada de la Unión Patriótica, movimiento político que se ajustaba a los sueños más elementales de cualquier ser humano como lo es : Vivir dignamente en una nación, con respeto a los derechos de todos y en un ambiente de paz con justicia social. Pero este sueño, fue una emprendida pretensión para quienes desde la intolerancia observaron que la Unión Patriótica se fortalecía y ponía en la escena nacional propuestas de paz y democracia profunda, que implicaban la construcción de una sociedad más justa.

Agentes del Estado y dirigentes regionales que ante el posicionamiento político de la Unión Patriótica en el periodo de 1988 y 1990, vieron perder sus fundos electorales, se aliaron con grupos paramilitares para exterminar a sus dirigentes, militantes y simpatizantes quienes firmaron su sentencia de muerte con el rotundo éxito electoral de la UP.

El desplazamiento y el desarraigo en que se ven envueltas las comunidades rurales al concentrarse en las cabeceras de los municipios, la mayor cantidad de población en condiciones inhumanas, obliga a los ruraleños a aceptar esta forma de vida como única alternativa de vida posible.

La carencia de una vivienda con los mínimos servicios públicos; el hambre, la miseria, las enfermedades, el desempleo, etc., se convertirían en su cotidianidad. En esta nueva forma de vida, de desarraigo, se puede ver claramente la política contrainsurgente.

Poco a poco, movimientos sociales como el de los campesinos, los mineros, las juntas cívicas, los derechos humanos, la misma Unión Patriótica, los chanceros, Aso-comunal, Aso-gremios, los sindicatos, es decir todas aquellas expresiones de organización alternativa de las comunidades, fueron quedando bajo la óptica de "enemigo interno".

El nuevo movimiento político U.P. copa los espacios barriales de los desplazados presentándose como alternativa de cambio para mejorar las condiciones de vida y propender por la legalización de predios. Este movimiento político asume en 1988 las alcaldías de los municipios de Segovia y Remedios por elección popular, desplazando del control político al Partido Liberal.

El nuevo movimiento de oposición comienza a caminar y abrir las expectativas de sus adeptos, con el desarrollo de obras de infraestructura y de asistencia a las comunidades desarraigadas en el desarrollo de la guerra contra insurgente

Para entonces se contrajo un grave conflicto político para el período 1982‐1997 en el Alto Nordeste antioqueño atestiguó cambios políticos importantes que provenían de un nivel nacional pero que al articularse con los cambios locales generaron características particulares.

Entre los cambios claves para la región se encuentran la crisis de representación del bipartidismo tradicional y particularmente del modelo clientelar, así como la implementación de políticas que propendían por una democratización para la superación de la confrontación armada: el proceso de paz del gobierno Betancur que propiciaba la apertura del régimen con la conformación de la UP y su ingreso a la competencia electoral, así como la modernización del Estado a través de la descentralización político‐administrativa consolidada con la Constitución Política de 1991.

En los éxodos a las cabeceras municipales no solo se denunciaban los ametrallamientos, los incendios a las viviendas, el sacrificio de animales domésticos, el maltrato físico y psicológico al que eran sometidas las comunidades en desarrollo de las operaciones militares; también se hacía de ello una lucha reivindicativa. Los representantes del alto gobierno adquirían compromisos con las comunidades marchantes en relación con la construcción de vías de penetración, construcción y dotación de escuelas rurales, nombramiento de educadores, construcción de centros de salud, dotación de hospitales, mejoramiento de servicios públicos en general.

Allí estaban las Juntas Cívicas orientando y colaborando con los campesinos, su presencia moral y física en el acompañamiento a las comunidades la hacía parte en la negociación de las peticiones.

Los cambios operados en 1988 en la composición política y la pérdida de las elecciones por parte del Partido Liberal, trajeron consigo el recrudecimiento de la ola de violencia contra los militantes de la U.P. El mecanismo

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