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La crisis Coreana - Movimiento por un gobierno representativo


Enviado por   •  20 de Septiembre de 2016  •  Resúmenes  •  31.908 Palabras (128 Páginas)  •  225 Visitas

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BEASLEY, W.G.: Historia Moderna del Japón, Sur, Buenos Aires, 1968.

CAPÍTULO VII - GOBIERNO Y POLÍTICA, 1873-1894

La crisis Coreana - Movimiento por un gobierno representativo - Ley de prensa - Represión del liberalismo - La burocracia - La constitución Meiji.

La disputa a cerca de la política sobre Corea, que dividió a los dirigentes Meiji hacia fines de 1873, tuvo repercusiones de largo alcance en la política japonesa. Muchos de los que renunciaron a sus cargos se mostraron irreconciliables, a pesar de los gestos conciliatorios del gobierno, y algunos recurrieron a la rebelión armada. Eto Shimpei, por ejemplo, encabezó un levantamiento en Hizen en 1874, que fue fácilmente sofocado. Sus colegas de Satsuma y Tosa mostraron al principio mayor cautela, pero también comenzaron a organizar a los samurái.

La complexión de Saigo era más poderosa que la de muchos japoneses, su excelente espada, entusiasta cazador y pescador, Samurai, lealtad y confianza hacia sus subordinados, eran algunas de sus características. Tenía una visión tradicional, aunque no siempre su política y defendía ante todo los intereses de Satsuma y de la clase samurai, lo que lo hizo entrar en conflicto con hombres como Okubo y Kido, cuyas actividades centralizadoras constituían un ataque a la independencia local y cuya procura de la unidad nacional envolvía la destrucción de los privilegios de los samurai. La confrontación de dichos intereses se hizo evidente en 1873 y Saigo se mantuvo apartada y desaprobó la política del gobierno. Fue en este periodo cuando fundó en su provincia una red de escuelas privadas, con el fin de adiestrar a los samurais en las actividades militares y a proporcionar medios de vida a sus habitantes. Pronto Satsuma quedó fuera de la jurisdicción del gobierno central, se había transformado en una zona en que no se podía hacer ninguna designación oficial sin la tácita aprobación de Saigo ni se podía llevar a cabo ninguna política oficial si él se oponía.

En 1876 tres decisiones exacerbaron los motivos de quejas de los Samurai: *el gobierno concertó un tratado que abría los puertos coreanos al comercio. *en marzo los samuráis perdieron el derecho de llevar espada, ultimo símbolo sobreviviente de su status superior y en agosto perdieron sus estipendios (disminución de sus ingresos). En octubre, hubo un ataque a Kumamoto por parte de un pequeño grupo de samurais y tiempo después Mabara Issei encabezó a varios centenares de rebeldes en Choshu. En medio de todo esto Saigo no hacía nada, pero la inquietud del pueblo de Satsuma lo obligó a ponerse al mando de un movimiento que marcha a la capital pidiendo satisfacciones. El 20 de febrero una proclamación lo declaraba rebelde.

Pero esta marcha halló una inesperada resistencia en la guarnición de Kumamoto, lo que limitó la rebelión a Kyushu meridional y la sentenció al fracaso, ya que le dio tiempo al gobierno para reorganizar sus fuerzas. A pesar de esto pasaron 6 meses de campañas constantes antes de que Saigo se viera obligado a retroceder hasta Kagoshima. El final llegó en septiembre cuando él y sus principales secuaces murieron en medio de un enfrentamiento. Se notó que ya la clase samurai no podía vencer a un ejército de reclutas campesinos adiestrados en los métodos occidentales y respaldados por un sistema moderno de comunicaciones.

Fue este el último de los levantamientos feudales contra el gobierno Meiji. Aunque no constituyó el fin de la oposición samurai. Una de las consecuencias de la rebelión de Satsuma fue reforzar la conexión que antes se había establecido entre política exterior  y asesinato, y que iba desde el asesinato de Li Naosuke en 1860 hasta un intento de asesinato a Li Wakura en 1874. El propio Okubo fue muerto y continuaron intermitentes ataques contra figuras públicas durante los cuarenta años siguientes. No en todos estos incidentes estaban implicados samurais, pero la mayor parte de ellos estaban conectados con organizaciones que se desarrollaron originalmente a partir del descontento de los samurais y que continuaron apegados a tradiciones de violencia.

Los partidos políticos también debían su origen a los samurais, por lo que la violencia no estaba ausente en ellos. Sus dirigentes también habían renunciado en 1873 y no sólo por las diferencias respecto a la política externa, sino que además por el resentimiento que les provocaba el monopolio de las funciones públicas por parte de Satsuma y Choshu. Poco después de la disputa sobre Corea, se pusieron a dirigir la opinión samurai, acción encubierta por exigencias de que se diera una constitución conforme a las líneas occidentales. Muchos japoneses creían que una “asamblea representativa” sería la solución del problema de reemplazar a un Shogun Tokugawa por una coalición de dominios. Así cuando Itagaki, Goto y Soejima pidieron la creación de una legislatura electa en 1874 podían alegar legítimamente que hablaban en nombre de un considerable sector.

Lo que dio al movimiento su poder político fue la continua existencia en la sociedad japonesa de muchos descontentos. Para muchos el cambio no resultaba agradable. El impuesto sobre la tierra era un motivo de queja general ya que afectaba a toda la aldea, desde el terrateniente hasta el que trabajaba una parcela; y era más pesada que la que grababa la industria y el comercio.

Muchos de los insatisfechos vieron en la petición de instituciones representativas o derechos populares una solución para sus diversos males, por lo que el movimiento alcanzó dimensiones mayores a la de una simple protesta samurai. Se pedía una constitución como medio de fiscalizar a los consejos del emperador y no de limitar el poder de éste. Decían que era necesaria para alcanzar una fuerte unidad ante la amenaza extranjera.

Semejantes ideas daban al pedido de derechos populares un tinte de respetabilidad pero los líderes no hacían nada para que las aceptara el gobierno Meiji, cuyos miembros veían en ella un ataque a sus privilegios. Por otro lado el argumento de la unidad nacional era conveniente y tenía un poderoso abogado de Kido. Este creía que la creación de una asamblea elegida constituiría el mejor recurso para ganar amplio apoyo a los objetivos del gobierno e insistía en que los tiempos no estaban maduros todavía para intentar nada revolucionario. Por ello la cuestión pasó a un comité a fin de que fuese objeto de un estudio detallado y no se hizo nada más hasta que un proyecto estuvo listo para la discusión, lo que ocurrió en 1878 y mientras tanto se habían producido importantes cambios en la estructura de la dirección de gobierno. Para este entonces Kido, Saigo y Okumbo habían muerto. Iwakura era el único que vivía del grupo original y a él se unieron 3 hombres jóvenes: Okuma Shigenobu, ministro de finanzas, Ito Hirobumi, a cargo de obras públicas, y Yamagata Aritomo, arquitecto principal del nuevo ejército Japonés. Estos 3 debían resolver el problema de la constitución.

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