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Las campanas de la catedral metropolitana


Enviado por   •  13 de Diciembre de 2015  •  Ensayos  •  3.104 Palabras (13 Páginas)  •  313 Visitas

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INTRODUCCIÓN

Sin duda, una de las edificaciones novohispanas más significativas  –sino es que la más importante– es la catedral metropolitana, hablando en el sentido espiritual religioso, puesto que en ella se observa no solo un estilo de arte, sino que otros estilos más fusionados en una sola majestuosa edificación; y es que, desde afuera como por dentro, la piel que envuelve a nuestra catedral es hermosísima ante la vista humana: es imponente, detallada, delicada, suave, enorme, bella, curvilínea y otros adjetivos que exaltan la belleza artística de dicha catedral.

La historia de la antes ya mencionada catedral, es muy triste,  –al menos para mí– puesto que nadie niega que la catedral es hermosa por donde se mire, pero también la construcción antigua a esta también lo era, además, simbolizaba y representaba a nuestro pasado prehispánico. Al hacer mención del templo mayor no estamos hablando de cualquier edificación construida en el mundo antiguo, sino de una importantísima construcción azteca en la cual se realizaban los ritos más importantes, era la cúspide en la cual el azteca se ponía frente a su dios y en la cual este lo escuchaba y sentía. Allí se llevaban a cabo sacrificios humanos como pago y ofrenda al dios, se le daba de beber sangre la cual era el elixir que hacía continuar con vida y en plena serenidad a esos seres divinos los cuales formaban parte de la creencia azteca. Era un lugar especial, un lugar sagrado al cual solo podían acudir personas autorizadas con cierta jerarquía. Fue un arrebato, un desesperado acto de imposición y despotismo el cual quería erradicar toda creencia pagana que contradijera lo que el catolicismo decía.  –según decían los españoles–  Creo yo, que no hay culpables en ninguno de los dos casos cuando hablo de nuestro pasado prehispánico y novohispano, la historia es coyuntural y así se va construyendo, tras cada suceso hay particularidades que van dando consecuencias, es así, como paulatinamente se van dando estos procesos históricos ya sea con una sola vertiente o con más.

Bien se sabe que el cristianismo se trae de occidente, y una vez que la conquista de Tenochtitlán culmina, es cuando se manda construir dicha catedral, siendo Hernán Cortes quien coloque la primera piedra. En dicha construcción participaron muchas manos, así como grandes arquitectos de esa época, considerados los mejores, concursando por obtener el prestigio de ser ellos mismos quienes aporten su conocimiento a través de las distintas obras que fueron hechas. La catedral está situada en un terreno fangoso consecuencia del lago que antaño a la conquista estaba allí. Es por ello que año tras año la catedral cambia sus niveles de medición como es su altura, la posición lineal en la que esta, entre otras cosas que solo expertos en ese tema sabrán explicar con mejor veracidad. Lo cierto es que, es una construcción muy antigua y que ha sufrido muchos incidentes ocasionados por los factores climatológicos así como por el mismo fuego, puesto que ya una vez la catedral se vio envuelta en llamas que destruyeron por completo algunos objetos artesanales de carácter religioso como pinturas, imágenes representativas de santos, telas, maderas finas entre otros objetos. Posteriormente a esto, se tuvo que sustituir esos objetos que se perdieron en dicho incendio y se tomaron medidas más drásticas en cuanto a la seguridad de los materiales y adornos pertenecientes a la catedral.

Las campanas de la catedral de México

La historia de las campanas de la Catedral de México, es muy interesante. Se asimilan a seres llenos de vida, delicados en sus cuerpos que están a la intemperie soportando las envestidas de los cambios climatológicos que alteran su imagen. Cada campana tiene un nombre, cada campana tiene su historia. Hay algunas más bondadosas, la mayoría son seres anónimos cuyo fabricante no plasmo su firma en ellas, pasan inadvertidas y la mayoría de las veces ignoradas. Realmente no se sabe el fin que tuvo la primera campana que hubo en la Catedral, pero sí se conoce su origen: fue fundida de un cañón que Hernán Cortés había donado para ese fin y la operación se efectuó en las casas que ocupaban la esquina de las calles llamadas actualmente Emiliano Zapata y Licenciado Verdad. Posteriormente se fueron fabricando más campanas para dicha catedral.

Una vez concluido la primera parte de la torre oriente, el virrey en ese entonces pensó que era necesario poner las campanas antes de que se terminara de construir ese espacio el cual ocuparían la campana. Y fue el duque de Alburquerque quien primero colocó las campanas antes de terminar dicha fachada como mencioné anteriormente. Las campanas guardan algo muy intrigante. Exactamente, se dice que se conservaban ocho campanas en el campanario de la iglesia vieja; ahora bien, dicha iglesia había sido destruida desde 1626, entonces… ¿Es posible que se haya conservado únicamente el campanario para guardar las campanas? Los documentos del archivo de la Catedral así lo testifican. El autor, Marroquí afirma que el virrey, sabía la dificultad y trabajo que implicaba bajar las campanas de la torre vieja, trasladarlas cerca del nuevo edificio y subirlas a donde habría de quedar definitivamente, convocó a diversos arquitectos para dar solución a dicha problemática. Se dice que fueron presentados cinco proyectos: uno de fray Diego Rodríguez, otro de fray Mercedario, otro de un señor Murillo; otro se debió al capitán Navarro, un hombre de nacionalidad  romana presentó el suyo y, Melchor Pérez de Soto que era maestro de la catedral, también hizo su plano. El fraile mercedario sería el ganador de dichos proyectos. Se hizo lo necesario para llevar a cabo lo previsto, en cuya manufactura se dilato 24 días a partir del 1 de marzo de 1654, y el martes 24 del mismo año fue bajada la campana mayor con el nombre de "Doña María" y tenía un peso de 440 quintales. Esta campana realmente se llamaba "Santa María de la Asunción", pero que era nombrada originalmente por el pueblo Doña María; se fundió en 1578 por los hermanos Juan y Simón Buenaventura. Dicha campana aun existe en la catedral y es, indudablemente uno de los objetos más preciados, por ello es conveniente dar los datos alusivos de ella. El 25 de marzo de 1654 fue trasladada hasta la torre nueva; posteriormente fue bajada otra mediana. Esta campana se llamaba "Santa María de los Ángeles", y fue fundida por Hernán Sánchez en 1616 y pesa 80 arrobas. Después se bajó otra campana que por su sonido grave le apodaban "La Ronca." En todas estas operaciones el virrey estuvo presente; igualmente lo estuvo el Domingo de Ramos un 29 de marzo y después del evento fue subida la campana mayor a su sitio. El mismo Domingo de Ramos se subió la campana mediana y el lunes 30 las restantes, y así a la hora de la oración de la noche se tocaron todas las ocho. No eran suficientes tales campanas para la torre, cuyo primer cuerpo solo tenía veinte campaniles; entonces las autoridades acordaron que ciertos pueblos cuyos habitantes habían venido a menos, cedieran a la catedral algunas campanas que ya no servían en las viejas iglesias conventuales. El 5 de abril del mismo año de 1654 los indios del pueblo de Hueyapan trajeron una campana grande en un carro arrastrado por bueyes. Se las pagaron con monedas de la época y su transporte costó 900 pesos aproximadamente y fue colocada ese mismo día. Otras tres campanas más pequeñas se subieron el viernes 24 del mismo mes, obtenidas de diversos pueblos por orden del virrey. En el mes de noviembre del mismo año se trajeron cinco campanas más: una vino del convento de Yecapixtla, en el Estado de Morelos, famosa construcción de frailes agustinos que todavía asombra por su magnitud y reminiscencias ojivales. Los indios pedían por ella 6 mil pesos, pero como era la autoridad quien compraba, sólo les dieron 600 pesos. El día 7 trajeron otra de Ozumba; inmediatamente fue subida al campanario. La tercera campana vino de Atzcapotzalco, del convento dominico aún existente en esa población. Posteriormente se procedió a subirla a la torre. La cuarta campana llegó el día 12 y venía de Tlalnepantla, del convento Franciscano aun existente, y la última del convento agustino de Tlayacapan, Estado de Morelos. El virrey mismo recibió ambas y quiso ver cómo subían a sus lugares. La de Tlayacapan estaba fracturada y los frailes se la llevaron para volverla a fundir, pero no sabemos si ya fundida de nuevo volvió a México. En 1655 se colocaron en la torre cuatro campanas más, de lo cual dio cuenta el virrey a la Corte escribiendo acerca de ello, además de lo que había hecho en las bóvedas del templo, de las 21 campanas que tenía colocadas en la torre. La Catedral continuó durante largos años teniendo sólo el primer cuerpo de la torre vieja en el lado oriente. A fines del siglo XVIII, se inició y se concluyó satisfactoriamente la fachada y torres del templo máximo, fue necesario hacer nuevas campanas para el segundo cuerpo de la torre vieja y para la torre nueva completa. Todo esto se puede saber gracias a las cuentas que rindieron los comisionados por el Cabildo religioso. Se pensó por el Cabildo de la catedral que debía fundirse una gran campana que pesara al menos 400 quintales para dicha torre nueva. Esto se consultó con el maestro mayor de la obra, José Damián Ortiz de Castro, opinando que era preferible hacer varias campanas más pequeñas. Para fundirlas se ofreció don Salvador de la Vega, un español que trabajaba en la Real Casa de Moneda y en el Molino de la Pólvora. Los directores de ambas instituciones certificaron la habilidad de Vega, haciendo por escrito su responsabilidad para fundir las campanas, obligándose a que si no los dejaba satisfechos, tanto en calidad como en su sonido, volvería a fundirlas por cuenta suya. El expediente del archivo que se encuentra en la catedral, proporciona certeros detalles acerca del asunto y hasta dos dibujos; uno del horno que se construyó para la fundición y otro de la campana mayor “Santa María de Guadalupe”. Esa campana y dos compañeras más, fueron fundidas en las Lomas de Tacubaya el año de 1791. La mayor, llamada “Santa Marta de Guadalupe” tiene un peso de 280 quintales y en su superficie está gravada la imagen de la Virgen de Guadalupe. Una vez terminada, así como sus dos compañeras, fueron suspendidas en el mismo terreno de la fundición y valoradas físicamente por comisionados del Cabildo, los cuales rindieron dictámenes aprobatorios. Terminada la campana mayor fue trasladada muy cuidadosamente a la Catedral por cuenta y riesgo del propio fundidor de la Vega. E1 día 8 de marzo de 1792 la consagró al pie de la torre el Ilustrísimo señor Núñez de Haro y Peralta; el día 13 del mismo mes, fue subida al primer cuerpo de la torre y el 12 de abril se subió con la ayuda de un artefacto de 24 poleas de bronce, cuatro sogas y dos grúas. Las grúas las movían dos hombres que andaban dentro de cada una de ellas. Dichas operaciones las dirigió, Damián Ortiz, procedente de la Villa de Jalapa, maestro de arquitectura de la santa iglesia catedral para la fábrica de las torres. Se estrenó el 7 de junio de 1792, día del Corpus. Las medidas de esta campana son: de alto, tres varas una tercia; circunferencia, diez varas; diámetro, tres varas diez pulgadas; el cencerro mide dos varas y media y pesa 22 arrobas y 19 libras y de fierro solido su material. El mismo señor, Salvador de la Vega fundió otras dos campanas más chicas para la misma torre. La primera de nombre: “Los Santos Ángeles Custodios”. Tiene un peso de 149 quintales; fue consagrada en el mismo sitio de la fundición por el señor doctor don Gregorio de Omaña, obispo de Oaxaca, el 1 de marzo de 1793. Fue subida a la torre el 9 de marzo del mismo año con el mismo aparejo que se había usado para la campana anterior, y se estreno el 27 del mismo mes de Marzo, después del miércoles santo, con el toque de oración y repique. La tercera campana fue fundida por el mismo señor: Salvador de la Vega, en 1791, y se llama “Jesús”. Tiene un cencerro que pesa 34 quintales y es, en consecuencia, el mayor de todos los que existen en la catedral. Fue consagrado y colocado en el campanil principal de la torre con vista a la plaza mayor.

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