México Y Porfirio Díaz

PORFIRIO DÍAZ ASCIENDE

A lo largo de la historia mexicana nunca ha existido algún presidente que no quiere perpetuarse en el poder, debido a que con el paso del tiempo la silla presidencial se convierte en la principal distribuidora y causante de la adicción de todos los presidentes que la tocan, la necesidad de la vitamina P, donde la “P” significa poder y donde todos los que la consumen les resulta imposible dejarla ir. Y esta no fue la excepción con nuestro queridísimo Porfirio Díaz, el cual en un principio con la muerte de Juárez vislumbro una oportunidad para poder alcanzar la presidencia, sin embargo le fue negado ese lugar ya que fue Sebastián Lerdo de Tejada quien se quedo con el lugar del Benemérito de las Américas. Pero fue cuando Lerdo de Tejada ganó su segundo periodo presidencial de manera consecutiva lo que motivó a que Díaz se hartara de espera y de que no se le reconociera a los militares todo lo que ellos habían hecho, porque no hay que olvidarnos que fueron ellos –y Díaz fue uno de los que estuvo más involucrado– los que derrotaron al ejército franceses y expulsaron a los europeos, Maximiliano y Carlota, de México, es por eso que Porfirio quería y creía que merecía ser él quien fuera el presidente mexicano.

El otro problema de Díaz es que no solamente él quería la silla, sino que también estaba José María Iglesias el cual era presidente de la Suprema Corte de Justicia y el cual se autonombro presidente, la diferencia que existía entre estos tres personajes fue que ninguno de los dos primeros era militar pero Díaz sí lo era y fue esto lo que lo llevó a darse cuenta de que si quería llegar al poder lo tenía que hacer por medio de las armas, y fue lo primero que hizo. Ya teniendo un amplio ejército decidió atacar a las tropas de Lerdo de Tejada en el enfrentamiento que se conoce como la batalla de Tecoac, donde se enfrento contra 3000 lerdistas los cuales le estaban ganando la partido y probablemente le hubieran ganado la batalla sino hubiera sido por su compañero y amigo, el general Manuel Gonzales, el cual arribó al lugar y le dio ese golpe de ayuda que necesitaban las tropas de Díaz para hacerse con la victoria.

Y probablemente gracias a la ayuda que recibió Díaz por parte del general Manuel Gonzales, el día de la batalla de Tecoac, sea que este último obtuviera el aprecio y reconocimiento, pero por sobre todo puede que se haya ganado su lugar en la presidencia cuando Don Porfirio Díaz vendió la imagen de que él sí respetaría lo que en un principio, antes de llegar al poder, había proclamado tanto: la no reelección.

Consecuencia de la victoria de Díaz sobre Tejada provocó que Díaz fuera visto con otros ojos y que este a su vez se sintiera con la autoridad y libertad necesaria para lanzar el plan de Tuxtepec y las reformas de Palo Blanco, estas iniciativas pretendían; la no reelección del presidente, desconocer al gobierno de Lerdo de Tejada, reconocimiento de todos los gobiernos siempre y cuando reconozcan el Plan, y entregar de manera provisional la presidencia a José María Iglesias, “si aceptaba el Plan”. Iglesias dijo que no aceptaba, ya que el Plan iba en contra de la constitución y que él era la caracterización de la legalidad, lo que por un momento tuvo cierto peso entre los ciudadanos y los fieles Lerdistas, esto debió a lo que se decía; que por un lado estaba la decencia y el que merecía el poder por mandato constitucional, mientras que por el otro lado se encontraba la fuerza bruta, sin embargo este tipo de ideologías fue cambiando poco a poco, debido a aquellos que en un principio le eran fieles a Lerdo al final Díaz logro ponerlos de su bando gracias a sus victorias y las reformas que estaba promulgando.

Al final de la carrera para ver quién se quedaba con la presidencia de la república, Iglesias se había quedado sin nada con lo qué combatir, mientras que Díaz había tramado todo a la perfección y entendió que sin ejército no se puede repeler algún ataque del enemigo, así que de manera efectiva se había hecho de las fuerzas armadas para que de esta manera su adversario no tuviera ninguna fuerza con la cual poder defenderse. De esta forma es como Díaz logra llegar al poder en el año de 1877.

El lema que adoptó Díaz al tomar la silla presidencial fue: Pacificación, Orden y Progreso Económico (y puede ser que libertades políticas también).

El primer mandato de Díaz, 1877-1880, fue un tanto complicado en su comienzo, ya que no tenía los modales de un rey o un príncipe, no sabía hablar, mucho menos administrar, ni tampoco sabía cómo elegir a su gabinete -hasta se decía que escupía en las alfombras- en otras palabras más simples; era un tipo sin educación, brusco de modales y tenía la mentalidad de un militar, que al final de cuentas eso era lo que él era, un hombre que

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