PROPUESTA DIDACTICA: TRABAJOS PRÁCTICOS
BlanchortPráctica o problema24 de Junio de 2014
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PROPUESTA DIDACTICA: TRABAJOS PRÁCTICOS
Desarrollo histórico
Sin duda, el trabajo práctico y, en particular, la actividad de laboratorio constituyen un hecho diferencial propio de la enseñanza de las ciencias. Hace casi trescientos años que John Locke propuso la necesidad de que los estudiantes realizaran trabajo práctico en su educación, y a finales del siglo XIX ya formaba parte integral del currículo de ciencias en Inglaterra y Estados Unidos (Gee y Clackson, 1992; Layton, 1990; Lock, 1988). Desde entonces, se ha mantenido una fe inamovible en la tradición que asume la gran importancia del trabajo práctico para la enseñanza de las ciencias.
2.4 Problemas de lápiz y papel y experimentación
Los docentes pierden el interés por cambiar sus prácticas pedagógicas e innovar, porque caen en la metodología tradicionalista, o porque los cursos de actualización implican mayor trabajo, o mantienen ideas previas como la de que para enseñar basta con la experiencia y el sentido común; (Gil et al, 1999). Y es precisamente por la falta de coherencia e interrelación de conceptos, como los de enseñanza, aprendizaje, didáctica, pedagogía y educación que se recae en el tradicionalismo.
Gil, et al (1999), indican que el investigar aisladamente estrategias como la solución de problemas (para el caso de la propuesta: de lápiz y papel), los trabajos prácticos de laboratorio y la introducción en el manejo de conceptos es una manera inadecuada de abordar la enseñanza de las ciencias; por ello plantean la necesidad de establecer relaciones entre problemas de lápiz y papel, trabajo de laboratorio y conocimientos previos.
Esto implica que se deje de ver a las prácticas de laboratorio como simples recetarios que permiten abordar los conceptos teóricos de forma experimental y se les conciba como vinculadas al tratamiento de un problema relevante, a la construcción de hipótesis que focalicen la investigación, a la invención de diseños experimentales. En otras palabras, se les relacione con la práctica del trabajo científico, aunque Gil, et al (1999), lo consideren aún de corte reduccionista.
El trabajo en el laboratorio, según Seré (2002), involucra para el estudiante la realización de trabajos prácticos con los que comprende, aprende y hace, aprendiendo a hacer, a fin de explorar las ideas clásicas de objetivos conceptuales, procedimentales y epistemológicos. Los trabajos prácticos son una excelente forma de aprender las teorías de las ciencias. Afirman Gil, et al (1999), que una dificultad de los problemas de lápiz y papel es precisamente el no haber sido planteados como problemas y si en forma de algoritmos, cuya solución es operativa.
De otro lado, el interés y motivación del estudiante por solucionar tales problemas es bajo, debido al poco manejo conceptual de magnitudes y algoritmos propuestos por la enseñanza tradicional. La alternativa de solución a los mismos esta dada, según estos autores, en plantear las situaciones a resolver de manera abierta, donde el estudiante haga uso de su competencia científica para actuar en contexto.
Concluyen Gil, et al (1999), que puede pensarse, pues, en abrazar las prácticas de laboratorio y la resolución de problemas de lápiz y papel como variantes de una misma actividad: el tratamiento de situaciones problemáticas abiertas, con una orientación próxima a lo que constituye el trabajo científico. De hecho, la puesta a prueba de una hipótesis, en una investigación real, puede y debe hacerse tanto experimentalmente como mostrando la coherencia de sus implicaciones con el cuerpo de conocimientos aceptado por la comunidad científica.
Ejercicios prácticos para el aprendizaje de procedimientos o destrezas: El énfasis se pone en el aprendizaje de destrezas: prácticas como la realización de medidas, el tratamiento de datos, las técnicas de laboratorio
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