ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Panorama Histórico De México En El Siglo XIX

Rmercadov4 de Noviembre de 2013

5.010 Palabras (21 Páginas)979 Visitas

Página 1 de 21

Panorama Histórico de México en el siglo XIX

Introducción:

En las postrimerías del siglo XVIII llamado también el siglo de las luces o ilustración, en el cual el hombre se empezó a inclinar hacia las leyes de la razón y la inteligencia; llegándose a plantear que la fe no debía ser dirigida hacia la creencia en Dios, sino a la razón humana, este movimiento se inclino al saber y a la ciencia, los valores y conceptos que presidían la sociedad del Barroco entran en crisis poco a poco, incubándose en él las revoluciones más importantes que el mundo haya visto.

Entre los movimientos más importantes del siglo XIX se citan la Revolución Industrial, la Revolución Francesa, la Independencia de los Estados Unidos y la Independencia de México, las cuales no se pueden mencionar como hechos excepcionales, sino como un proceso lógico.

El siglo XIX en México es una época convulsiva no solo para el país y sus habitantes, es la transición constante de poderes, clases y economías que se ven en un instante transformados en roles sociopolíticos distintos, los cuales van de villanos a héroes, de héroes en mártires sin que la turbulencia permita que se consoliden las instituciones públicas para el verdadero desarrollo del país que tanto se necesita.

Desarrollo:

El Virreinato de la Nueva España Comprendía a principios de 1800 un enorme territorio que se extendía desde la actual California estadounidense hasta Guatemala, con una población de poco más de 6 millones de habitantes mal distribuidos a lo largo del territorio, la población se encontraba dividida en tres grandes grupos raciales, blancos, criollos e indios, diferenciándose únicamente por un estatus socioeconómico y en donde prevalecía la división de castas.

La desigualdad social marcada por los peninsulares, ejercía un control total sobre el sistema político económico, disfrutando de una posición de privilegio en la cúspide de la sociedad virreinal, ocupando los blancos los más altos cargos gubernativos y militares, con un control religioso total ejercido por el Tribunal del Santo Oficio, llegando a su fin en 1820.

Por su parte los criollos formaban un conjunto minoritario pero significativo, que no solo incluía a la elite natural de la colonia, en esta cumbre se encontraban grandes hacendados, propietarios de minas y dueños de prósperos negocios, esta clase ocupaba empleos gubernamentales y eclesiásticos generalmente de segundo orden. En la base del la sociedad se encontraban los mestizos y los indígenas ocupados en su mayoría de los oficios manuales, del sistema comunal de tierras y la mano de obra marginal, minas y explotación agrícola.

Es por ello que social, económica y políticamente, los criollos sufrieran la discriminación, a menor nivel que los mestizos e indígenas, pero no podían progresar bajo esta cerrada organización que favorecía a los peninsulares.

En la península la casi permanente guerra con Inglaterra desde 1776 provocó un deterioro del comercio y de su economía en general, por lo que el gobierno de España se vio obligado a exigir a la iglesia novohispana la amortización de sus capitales puestos a crédito, como consecuencia agricultores, comerciantes y mineros se vieron obligados a liquidar sus prestamos en un plazo no mayor de diez años, logrando la descapitalización de la economía mexicana, aunado a un prolongado periodo de sequia, logrando con esto que situaciones de grave escasez y hambre en la colonia se presentaran de forma significativa.

La invasión Napoleónica sobre tierras españolas motivó a Carlos IV a abdicar a favor de su hijo Fernando VII, temeroso e incapaz de manejar la inestabilidad política del país, en esa situación Napoleón III a petición expresa lo hace renunciar a la corana española a favor nuevamente de su padre Carlos IV, al cual jurídicamente lo podía destronar para otorgar el reinado español a su hermano José Bonaparte Ramolino, este acontecimiento sirvió de pretexto político para la Independencia, no solo de México, sino de toda Iberoamérica.

La independencia de México comienza con la rebelión de Gabriel de Yermo, acaudalo hacendado y comerciante español, quien irrumpiendo en la casa del Virrey José de Iturrigaray lo aprende con lujo de violencia, bajo la sospecha de conspirar contra la corona española, nombrando un junta provisional de gobierno, quien a su vez nombra a Pedro Garibay, continuando con las aprensiones de personajes sospechosos de simpatizar con ideas liberales como son Juan Francisco Azcárate y Lezama, abogado novohispano Regidor de la Ciudad de México, el fraile Melchor de Talamantes quien pugnaba por la formación de un congreso autónomo de la colonia y el licenciado Francisco Primo de Verdad y Ramos, precursor intelectual de la Independencia de México.

En general el movimiento independentista de 1810 pasó por varias etapas: la primera de ellas fue la conspiración o conjura de Valladolid movimiento inmaduro y con pocas posibilidades de éxito misma que no pretendía lograr la independencia como lo afirman algunos historiadores; si en cambio, se organizó para la creación de una Junta de Gobierno, compuesta en su totalidad por criollos, por medio de la cual se dirigirían los destinos del país de una manera autónoma.

El tradicional o poético grito de dolores en dónde comienza la lucha por el poder e independencia de México no es propiamente una acción armada, en el sentido estrictamente militar, es el inicio del movimiento emancipador resultado del descubrimiento fortuito de la conspiración de Querétaro, aquellos actores quienes conspiraban secretamente fueron sorprendidos teniendo que lanzarse anticipadamente a la lucha la madrugada del 16 de septiembre de 1810, encabezada por los capitanes Ignacio Allende, Mariano Abasolo y Juan Aldama, así como por el cura criollo Miguel Hidalgo y Costilla, respaldados por el entonces Corregidor de Querétaro y su señora esposa Doña Josefa Ortiz de Domínguez, “esta convocatoria armada aprende en sus primeras acciones a los españoles del pueblo de dolores y a todos aquellos que simpatizaban con la corona pues así convenía a la patria, es por ello que en la madrugada del 16 de septiembre Hidalgo proclamó su oposición a los peninsulares y a los gobernantes franceses de España, a la vez que declaraba su lealtad a Fernando VII, lo cual denota que no se pretendía una emancipación política, si que era un franco apoyo al verdadero rey de España” (Secretaria de la Defensa Nacional).

A medida que avanzo la insurgencia sobre México, el improvisado ejercito de liberación engrosó a 5,000 hombres, en sus primeras empresas militares, el ejercito Virreinal se vio con sorpresa ante la rápida organización de los rebeldes, el principal líder del ejercito del virrey Francisco Javier Venegas fue el brigadier español Felíx María Calleja del Rey quien aprovechando los múltiples errores de los insurgentes, infligió importantes derrotas a la causa insurgente.

La primera gran victoria del ejercito de liberación fue sobre la ciudad de Guanajuato que sirvió para acelerar la propagación de la rebelión, siendo esta el comienzo de una lucha armada que se prolongaría por un periodo de diez años, en pro de la independencia de la Nueva España, “esta lucha se diferenció de otros movimientos puramente políticos ocurridos en Hispanoamérica, por aspirar a una transformación transcendentalmente social. Lo anterior se constata por la participación masiva campesina, que le imprimió al movimiento insurgente un carácter notablemente rural.” (Secretaria de la Defensa Nacional, Op. Cit.).

El segundo movimiento de importancia fue la Batalla del Monte de las Cruces la cual fue un enfrentamiento militar ocurrido en Toluca, Estado de México, el 30 de octubre de 1810, esta victoria significo el alcance a la capital de la Nueva España, y con ello prácticamente la conquista de su objetivo, toda vez que la toma de la Ciudad de México representaba un golpe político de enormes dimensiones, además de la rendición militar del Ejército Realista.

Es claro que la fuerza que impulsó a esos insurgentes, fue la desigualdad social en que vivieron, los realistas fueron derrotados por más de 80,000 insurgentes, quienes se consiguieron gran parte del armamento español y estuvieron a un paso de tomar la Ciudad de México, pero por motivos desconocidos, Hidalgo decidió no entrar en México y retirarse al Bajío, esta decisión alargó 10 años la guerra, y dio un giro a la ideología del movimiento, menciona Jesús Ruiz de Gorejuela Urquijo (Op. Cit), en su libro La expulsión de los españoles de México y su destino incierto, 1821-1836.

Diversos acontecimientos hicieron que la rebelión que iniciaron los primeros insurgentes, tuviera una duración muy corta, 10 meses después del “Grito de Dolores”, todos iniciadores habían sido fusilados (excepto Abasolo, que fue enviado prisionero a España) y sus cabezas fueron colgadas en la Alhóndiga de Granaditas de Guanajuato.

Después de la muerte de Miguel Hidalgo y Costilla, el caudillo que tomó la estafeta de la lucha libertaria, fue José María Morelos y Pavón, quien logró grandes éxitos en sus campañas del sur, lo que permitió que otros grupos de insurrectos se organizaran y enfrentaran a los realistas, con posibilidades de obtener victorias, logrando amenazar las regiones que rodeaban la Ciudad de México, tanto en lo económico como en lo militar, organizó el Congreso de Anáhuac, el mismo que en 1814 aprobó la primera Constitución de México (La Constitución de Apatzingán),

...

Descargar como (para miembros actualizados) txt (32 Kb)
Leer 20 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com