Las Monjas En Mexico En El Siglo XIX
Musa11517 de Noviembre de 2012
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Condición de la mujer durante el siglo XIX en México
Una de las características fundamentales del siglo XIX fue la importancia que se le daba al poder político, económico y social, por lo que la conservación de estos tres elementos, constituyeron la base sobre la cual se fundo la ideología del mismo siglo. Aunado con ello, se puede observar el gran dominio que existía por parte de las familias acomodadas hacia la clase baja, la gran explotación, la desigualdad social y, por consecuencia, las innumerables luchas; tal es el caso de la querella de Independencia en nuestro país. La gran jerarquía que representan estos elementos en la vida cotidiana de la población del siglo XIX, influyeron la forma de actuar de la mujer y la manera en como fue vista y tratada durante esta primera época.
No se puede negar que la gran herencia de la época colonial sirvió de cimiento a la manera de actuar de la sociedad, en específico de los hombres, respecto a la vida matrimonial de las mujeres. Durante los 300 años de dominación española, a la mujer se le vio como un objeto de compañía, ayudante y "sirvienta" del hombre. "Como todo ser humano, la mujer entraba en la vida familiar cuando nacía, a menos que formara parte del gran numero de niños abandonados que recogía la Iglesia."
Para explicar el rol que las mujeres desempeñaban en el siglo XIX, hay que tener en cuenta, decía, la herencia de la época colonial, ya que es a partir de este periodo cuando se empieza a ser más evidente la diferencia entre el hombre y la mujer.
Francoise Carner afirma que "si bien la independencia constituye una fractura política, ideológica y económica para el país, en el ámbito de la vida femenina, centrada en gran medida en la vida familiar y en el matrimonio, no se rompieron significativamente ni la estructura social, ni las normas, ni las conductas que habían regido en Nueva España." Y es que durante el siglo XIX, al igual que durante el periodo colonial, a la mujer difícilmente se le considero como un ser humano que podía pensar, razonar y gobernar su vida por sí misma.
Es durante la época colonial, cuando surgen los estereotipos que gobernarían la vida general de la mujer del siglo XVI-XVIII, y más tarde la subsistencia de la mujer del siglo XIX, entre los que se encuentran resaltan: la sumisión absoluta al hombre, la predestinación al matrimonio, la permanencia en el hogar, el cuidado de los hijos, la conservación del recato y la virginidad, entre otros. "En la sociedad Colonial, apunta Ots Capdequi (sic), la mujer como el indio y el esclavo fueron declarados inferiores, sometida a la explotación en calidad de objeto y a la tutela varonil por causa de su inferioridad" .
La mujer del siglo XIX a pesar de haber vivido un cambio en las estructuras políticas, ideológicas, económicas y sociales, no vivió un cambio en el ámbito personal, pues sus sentimientos, pensamientos y opiniones quedaron callados y omitidos por la mayoría de los hombres y de la sociedad de dicho siglo. Ni la independencia ni la colonia le permitieron a la mujer desarrollarse como ser humano; es más, no le permitió ni siquiera decidir sus sentimientos en cuestiones de amor, amistad y fraternidad.
La mujer al único papel al que podía aspirar, dentro de una sociedad creada y gobernada absolutamente por y para los hombres, era el de ser vista como conservadora de la riqueza, de la sangre y de la religión. Por lo tanto, para comprender la situación de la mujer durante el siglo XIX, es necesario echar un vistazo a la condición que mantenía en la etapa colonial, ya que es a partir de este periodo cuando se le empiezan a colocar etiquetas a la mujer que no cumplía las normas establecidas por la sociedad y a exaltar a la mujer que seguía el ejemplo de honradez, rectitud y respeto, hacia el hombre y la misma sociedad.
La familia y la mujer
La familia del siglo XIX representaba toda una institución de enseñanza moral y religiosa que, ayudada por la Iglesia, se encargaba de controlar la forma de pensar, actuar y sentir de la mujer. Tuñón afirma que la "familia es una institución social y pública estrechamente vinculada con la vida económica y política" que se vivía en el México del siglo XIX. Esta afirmación no va muy lejos de la realidad, ya que no importaba la clase a la cual perteneciera la mujer en aquella época, se le tomaba como simple objeto de pertenencia, primeramente por el padre, posteriormente por el esposo o hermano.
Durante el siglo XIX mexicano, la familia fue la institución más importante para la conservación de la riqueza, de la sangre y de la religión, por medio de ella se dan las alianzas matrimoniales y, por ende, el mantenimiento del poder, del linaje y la riqueza. La Iglesia ve en esta institución, por un lado, la conservación de la religión y, por el otro, la conservación de su poder político, económico y social.
Por ejemplo, los cambios políticos, principalmente, suscitados a raíz del movimiento de independencia cambiaron la estructura social del indio, por el hecho de "liberarlo" de la esclavitud. No obstante, su núcleo de apoyo siguió siendo la familia, en ella encontraba el apoyo, la compañía y la importancia que la demás parte de la sociedad le había negado; la mujer siguió desempeñando el papel que tenía en la colonia, servir a su marido, trabajar y procrear hijos; es decir, para ella no cambió mucho la situación con el movimiento de independencia.
En lo que se refiere al matrimonio, los indios se casaban con cuantas mujeres querían, haciendo de ellas sus esclavas en todos los sentidos, al mando de todas ellas estaba la primera; también se casaban con las mujeres comprándolas desde pequeñas a sus padres y poseyéndolas hasta que tenían su primera menstruación, la cual menciona María de la Luz Parcelo era celebrada con un baile en el que participaba la novia. Las mujeres de las tres clases sociales (baja, media y alta) existentes en la primera mitad del siglo XIX, padecían una angustia en común: el matrimonio por conveniencia.
Otro claro ejemplo son las mujeres de clase media que reunían las características típicas del momento: abnegada, sumisa, respetable y respetuosa. En la familia veía el santuario del respeto y reconocimiento social. Su vida no tenía más horizontes, por lo regular, que la ciudad o el campo, condenada a servir a su marido, a educar a los hijos de acuerdo a los ideales de categoría y religiosos. Aunque debemos de rescatar un punto fundamental en estas mujeres de clase media, pues es aquí donde surgen los ideales femeninos vinculados con la educación, la participación económica y política. No debemos olvidar a sus figuras contemporáneas como es el caso de Sor Juana Inés de la Cruz y, para su tiempo, de Josefa Ortiz de Domínguez, entre otras, que lucharon por los ideales negados para la mujer. No obstante que las mujeres de la clase media se dedicaban a la crianza de los hijos, a su educación y a efectuar labores del hogar, también se encargaban de ir a rezar y pedir a dios la compresión de su situación económica, política y social.
El dinero y el poder que de él emanaba, y que regía aquella época, influyó de manera particular en la clase alta, ya que la mujer sufrió la esencia de aquel pensamiento varonil, en el que se respiraban aires de inferioridad con relación a lo femenino.
Las mujeres indias y mestizas servían a las "niñas" ricas, permaneciendo a su lado para cuidarlas y atenderlas en todo la necesario, para que ellas solamente se ocuparan de las tareas propias de su clase. Eran labores de su clase: bordar, coser, pasear por las alamedas e instruirse en la religión católica.
La familia las preparaba para el matrimonio o para el claustro, con la finalidad de servir ya sea a dios o a su marido. La mujer de clase alta fue sometida al igual que las demás mujeres, presa de su época y su riqueza, encerrada en la ambición y el poder, nunca vio un amanecer más allá de lo que su clase le permitía. La mujer de alcurnia era educada con más rigurosidad que la mujer de las otras clases, ya que ella representaba el honor y el respeto del país, además pertenecía a lo máximo de la población y, por lo tanto, no debía permitírsele caer en la perdición.
La influencia de la familia y la iglesia en su vida tenía un gran peso para su formación matrimonial, ya que estos dos elementos le proporcionaban los ideales para ser "feliz". Ella nunca conoció el verdadero amor, aunque siempre lo soñaba, pues desde pequeña era "vendida" al mejor postor con la finalidad de salvar de la ruina a su padre o a su futuro marido.
Cuando la mujer de clase alta se unía en matrimonio al hombre, iba carente de amor y sentimientos, la procreación de los hijos se tenía que dar por proceso natural para conservar la sangre; pero nunca por amor. Si la mujer procreaba hijos varones tenía mayor aceptación y adquiría una posición de valor y presunción.
En general, la clase alta fue la que más dinero y poder poseía dentro del ámbito social, pero la mujer siguió sufriendo los penares del momento histórico, la abnegación, las buenas costumbres y el porte eran considerados propios de su clase, por ello tenían que conservarlo a como diera lugar.
La iglesia, su moral y el comportamiento social
La mujer durante la primera mitad del siglo XIX, se encontraba empapada y regida por la religión católica, en donde la conservación de los valores religiosos y el cumplimiento de los mandamientos que imponía la ley de dios, le daba un estatus de respeto, admiración y bendición.
A través los siglos se ha visto cómo la iglesia católica ha menospreciado e ignorado a la
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