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REVOLUCION CUBANA


Enviado por   •  8 de Enero de 2013  •  2.035 Palabras (9 Páginas)  •  474 Visitas

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INTRODUCCIÓN

Durante el periodo de la república neocolonial (1902-1958) se consolida en Cuba el desarrollo del capitalismo agrario dependiente y del monocultivo azucarero. Los sectores clave de la economía continuaron bajo el control norteamericano: los centrales, los latifundios cañeros, el ferrocarril, los bancos, las refinerías, los servicios telefónicos y de electricidad. Además, las empresas norteamericanas denominaban el comercio local, poseían las grandes tiendas y exclusivas playas privadas en la isla.

Es fácil advertir que los intereses de la burguesía cubana se desarrollaron estrechamente ligados a las inversiones imperiales, fundamentalmente a la explotación del azúcar, aunque un sector de esta clase se orientó a la producción de café, el tabaco o la ganadería. Sus patrones de consumo también eran típicamente norteamericanos, hábitos que estimulaban el incremento desmedido de las importaciones.

Ni la crisis mundial de 1930 ni la Segunda Guerra modificaron esta situación estructural.

En Enero de 1959 llegan al poder Fidel Castro y las fuerzas guerrilleras que combatían la dictadura de Fulgencio Batista (195219 – 1959) en la isla caribeña. El triunfo en Cuba de una fuerza insurgente impacta profundamente a las fuerzas políticas continentales, especialmente a los sectores más jóvenes y los explotados.

Desde ese momento surge una relación histórica entre la izquierda venezolana y la revolución cubana, con sus flujos y reflujos, pero que se ha sostenido a través del tiempo. Relación que fue madurando hasta alcanzar el status de vínculo entre pares, entre iguales, borrando cualquier intento de dependencia de una de ellas respecto a la otra.

La Revolución Cubana y el Pensamiento de la Liberación Nacional en la Insurgencia Revolucionaria

La revolución cubana encarna el ideal de libertad de los países sumidos en la injusticia y la desigualdad que deciden liberarse a partir de sus propias fuerzas. Icono de los sueños de emancipación de los pueblos oprimidos y de lucha antiimperialista, orienta y/o incide en el rumbo de las gestas libertarias de la mayoría de las corrientes humanistas, marxistas y revolucionarias del continente americano.

Desde comienzos de los sesenta, Cuba había adquirido un papel decisivo como referencia político moral a escala continental y tercer mundista. La internacionalización de la lucha guerrillera y la etapa guevarista en América constituyeron ejemplos prácticos de internacionalismo revolucionario que colocaban a Cuba en una posición contraria a los intereses imperiales estadounidenses. Surge la invasión mercenaria a Cuba que fue derrotada por el valeroso pueblo de Martí. Ataque del cuál aún queda como evidencia la colonia imperialista en Guantánamo.

Ahora bien, de la revolución cubana y del legado de Ernesto (Che) Guevara se alimentaron diversas ofensivas revolucionarias latinoamericanas – caribeñas. Los postulados de la guerra de guerrillas palpitaron en el espíritu libertario de los revolucionarios bajo las siguientes directrices:

Las fuerzas populares pueden ganarle una guerra al ejército. No es necesario esperar a que estén dadas "todas" las condiciones para hacer una revolución; la insurrección puede crearlas. En la América “subdesarrollada“, el campo es el área básica para la lucha armada.

La dirigencia adeco-copeyana, ya para entonces abiertamente lacaya a los intereses de Estados Unidos, tradujo prontamente la contradicción entre Cuba y USA y la “nacionalizó” en un enfrentamiento con la izquierda nacional. El enfrentamiento pasó rápidamente del terreno parlamentario a la confrontación directa, reeditándose las luchas armadas de movimientos del pasado ahora si, influidas por la experiencia del socialismo triunfante.

La extensión de la agitación revolucionaria venezolana se inspiró en el ejemplo cubano. Durante estos convulsionados años se inició un desigual y combinado proceso de quiebre del soporte social de la burguesía nacional y los gobierno de la democracia representativa.

El paradigma de la liberación nacional estaba en alza, con procesos populares como la Revolución Cubana de 1959, que impactaban fuertemente en toda América Latina. Será justamente ese paradigma el que entrará en un cono de sombra en la década siguiente, con la ofensiva neocolonial que en nuestro país se cobraría miles de víctimas, desarticulando ese entramado militante en la última dictadura militar.

El primer ariete ideológico contra el pensamiento nacional (que había cuestionado exitosamente al liberalismo tradicional y el republicanismo conservador) será la Doctrina de la Seguridad Nacional y la contrainsurgencia. Por supuesto, esta ideología no podía imponerse a través de la polémica y el debate, sino que fue la clave de bóveda y justificación del exterminio dictatorial. Lo nacional desaparecía en tanto la primacía estaba situada en la lucha entre el Occidente cristiano y la barbarie colectivista. El agente “local” de la tal barbarie colectivista, que para la Doctrina de la Seguridad Nacional solo podía tener su origen en las ambiciones soviéticas, era la subversión, ambigua categoría en la que entraba desde la insurgencia revolucionaria hasta variadísimas modalidades de militancia barrial, estudiantil, sindical e intelectual. El pensamiento nacional se sustentaba en la lucha por la autodeterminación nacional, la democracia como soberanía popular y la justicia social. Todas estas cuestiones eran negadas radicalmente por la Doctrina de la Seguridad Nacional, que supeditaba la nación al “Occidente cristiano”, congelaba la soberanía popular en nombre de las jerarquías sociales y el “orden” tradicional, y visualizaba en la justicia social una consigna demagógica que abría paso al comunismo.

Sobre la base del exterminio dictatorial, que altera dramáticamente las correlaciones de fuerzas sociales y políticas, podrá imponerse la ideología y el proyecto neoliberal. En las décadas siguientes, de la mano del nuevo impulso del proceso de mundialización capitalista, (y con la desintegración del bloque soviético), se llegará a verdaderos extremos de fanatismo de mercado. Se prolongará entonces, en los años 1980-1990 en nuestro país una crisis del pensamiento nacional que tiene su raíz en la derrota del movimiento de liberación nacional en la década del ’70, y en el proceso de transformaciones estructurales vinculado a la agenda neoliberal y la transnacionalización imperialista llamada eufemísticamente “globalización”. Hasta la propia pertinencia de cuestiones como Estado, nación y autodeterminación serán negadas por la ideología de la globalización

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