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Restauración De La Compañía De Jesus


Enviado por   •  4 de Febrero de 2014  •  4.647 Palabras (19 Páginas)  •  232 Visitas

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LOS JESUITAS Y LA ILUSTRACIÓN

“Se puede decir que la caída de los jesuitas fue determinada por la alianza de fuerzas no homogéneas, cuando no abiertamente enemigas entre sí, que coincidieron en identificar en la Compañía un obstáculo para la formación de una sociedad fundada sobre criterios de un laicismo más acentuado. Cuando se habla de fuerzas diferentes, se pretende hacer referencia, por un lado, al frente iluminista, que en el plano teórico se empeñó en desbaratar las bases doctrinarias del pensamiento y de la acción de los jesuitas, y por el otro, a la política jurisdiccional de los Estados europeos, decididos a enfrentar la interferencia en algunos terrenos como el educativo o el asistencial, tradicionalmente ocupados por la Iglesia. […]

VOLTAIRE

François-Marie Arouet, más conocido como Voltaire en: El centenario de Voltaire. Cartas dirigidas a los señores concejales de París por Monseñor Dupanlup, obispo de Orleans. México, Imprenta de J.R. Barbedillo y C.a, 1878.

Escribía Voltaire a Helvetius que ‘cuando hayamos eliminado a los jesuitas habremos dado un gran paso adelante en nuestra lucha contra esa cosa [la Iglesia católica] detestable’. Esta frase expresa muy bien la convicción que unía al bando iluminista: […] los jesuitas eran vistos como la esencia de la Iglesia romana y el más fuerte baluarte contra su modernización […] Puede considerarse que la fecha límite fue el año 1734, cuando se publicaron en Roma las Lettres philosophiques, de Voltaire, y la condena del Espirit des lois, de Montesquieu (1751), lo que no hizo más que exacerbar las posiciones en lucha. Se trató de una batalla sin cuartel: a la crítica radical de la moral de la teología de la Iglesia por parte de las Luces se respondió utilizando los instrumentos más represivos de la Contrarreforma, con lo que se perdió el control de la vida intelectual europea. Las Mémoires de Trévoux [de Lallemant y Tellier] se transformaron en un órgano polémico cuyos racionamientos antijansenistas y antiiluministas se fusionaban en una visión del mundo animada por una serie de complots, al que se adecuó en especial en la segunda mitad del siglo la propia actividad editora jesuita según una línea ideal que va desde La realité du projet de Bourg-Fontaine, démontrée par l’exécution (1755) –volumen en el cual Henry Michel Sauvage lanzó un violento ataque contra los jansenistas, acusados de conspirar junto con las fuerzas del ateísmo en perjuicio de la Iglesia- hasta las Mémoires pour servir à l’histoire du jacobinisme (1789), del abate Augustin de Barruel, apoteosis de la teoría conspirativa de la historia: de la alianza entre filósofos y jansenistas (Bourg-Fontaine) a la mucho más difundida y acreditada unión entre filósofos y masones

POLÉMICA ESCOLAPIOS JESUITAS

En esos años también cobró vigor la polémica entre escolapios y jesuitas en el campo educativo. Fue cada vez más evidente la incapacidad de la Compañía de adecuar su sistema pedagógico a los cambios de los tiempos: la historia no formaba parte, salvo de manera tangencial, de los programas escolares, la orientación filosófica cartesiana se omitía y el latín seguía siendo la principal lengua de enseñanza. La revisión de la Ratio studiorum, iniciada sólo en 1832, llegó –como lo reconoce el historiador jesuita Bangert- con ‘por lo menos un siglo y medio de retraso’. El procurador general del Parlamento de Bretaña, La Chalotais, en su conocida arenga contra la Compañía, sostuvo que el sistema educativo de los jesuitas se fundaba en los ‘anciens prejugés et […] ignorance du seizième siècle’ y que había quedado ligado, aun en pleno siglo XVIII, a los principios del tardío escolasticismo. Su Compte rendu subrayaba que la orden no había sido corrompida y despótica desde sus orígenes, pero que había asumido dichas características con el paso de los años. […] Si nos limitamos al sistema pedagógico, era también muy crítica la voz de Collèges, redactado por d’Alambert para la Encyclopédie, en la cual, si bien sin hacer explícita referencia a los jesuitas, resultaba fácil relacionar el ataque a los programas de estudio con la Ratio studiorum, puesto que se lamentaba de la inutilidad de los largos años de estudio dedicados al aprendizaje del latín, el tiempo excesivo reservado a la oración y la fatuidad de las representaciones teatrales (en el pasado, uno de los motivos de orgullo de los colegios jesuitas). Se invocaba, en cambio, una reforma escolar que previese como prioritaria la enseñanza del francés, de las otras lenguas vivas y de la historia como bases fundamentales de la educación de los jóvenes, para volverlos capaces de afrontar también el presente.

ENCICLOPEDISTAS

Desde esta perspectiva eran numerosas las voces de la Encyclopédie que cuestionaban –como resulta obvio- el horizonte de valores dentro del cual se movía la Compañía de Jesús. […] En lo que respecta a los jesuitas, se desempolvaba todo el arsenal polémico utilizado ya desde hacía dos siglos contra la Compañía (en particular la acusación de regicidio, muy divulgada en Francia), pero sobre todo era la ‘mundanidad’ de los padres lo que se sometía a juicio: se los presentaba como ‘dedicados al comercio, la intriga, la política y a ocupaciones ajenas a su estado e indignas de su profesión’.

Diderot reconocía que el universo jesuita resumía en sí mismo todos los contrastes, y por lo tanto que no todos los padres eran corruptos e intrigantes, pero los indicaba como peligrosos perturbadores de los principios de todo Estado que pretendiera constituirse sobre bases laicas. Consideraba, además que el Journal de Trévoux, con su batalla contra el pensamiento moderno, era uno de los mayores responsables de la hostilidad generalizada con respecto a la Compañía y reconocía en Voltaire al padre putativo de todos sus enemigos.

Una vez concretada la expulsión, fue el otro autor principal de la Encyclopédie, d’Alambert, el que hizo un balance sobre la Destruction des jésuites (tal el título de un célebre opúsculo de su autoría): sin duda el intento más orgánico de analizar los motivos que llevaron a la supresión de la Compañía de Jesús, si bien en algunos aspectos no pudo sustraerse a los lugares comunes ya consolidados. Retomaba así todo el arsenal empleado por los iluministas contra los jesuitas, y, pese a reconocer sus indudables méritos en el terreno del estudio y las ciencias, subrayaba en ellos la propensión a la intriga y el deseo de ‘gobernar a los hombres’ utilizando la religión. El éxito de la Compañía era, en efecto, el objetivo supremo al que todos los otros, incluida la sumisión al pontífice, debían supeditarse. […]

“JESUITAS

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