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SEXENIOS DE MEXICO


Enviado por   •  5 de Diciembre de 2013  •  10.650 Palabras (43 Páginas)  •  320 Visitas

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EL SEXENIO PRESIDENCIAL; BATERÍA DE ACTUACIONES PARA MEJORAR LA COYUNTURA ECONÓMICA

El 1 de diciembre de 1982 Miguel de la Madrid tomó posesión del cargo con mandato hasta 1988, en un momento de "emergencia" económica, según la expresión que él mismo empleó. El hundimiento en junio de 1981 de los precios internacionales del petróleo con mucha diferencia, el primer producto de exportación de México debido a una saturación de la oferta en los mercados, había repercutido inmediatamente en toda la estructura productiva y financiera nacional, y reventado el engañoso auge desarrollista de los últimos años (merecedor en su momento del ditirambo de "milagro mexicano"), que basaba la industrialización en el endeudamiento. Para apagar la luz roja en todas las cuentas públicas, la escalada de los precios y la evaporación de las reservas de divisas, López Portillo había optado por ampliar el control estatal de la economía de modelo mixto mediante la nacionalización de la banca privada (1 de septiembre de 1982) y la implantación del control de cambios antes de fijar un tipo devaluado del peso.

En el gabinete de gobierno de Miguel de la Madrid se integró de una nueva raza de políticos, los cuales, si bien eran hijos del partido del PRI, eran de un estilo diferente. Con Miguel de la Madrid se marcó la pauta para que se afincaran en el poder los tecnócratas. Sólo por mencionar a dos de ellos, sin duda los más destacables, eran Jesús Silva-Herzog, como Secretario de Hacienda y Crédito Público, y Carlos Salinas de Gortari, como Secretario de Programación y Presupuesto, ambos eran economistas de formación y no abogados como en el pasado y habían hecho sus estudios de posgrado en el extranjero. Entre ambos personajes hubo notables diferencias en la apreciación de los fenómenos, aunque fueron factores políticos los que determinaron el triunfo de uno (Carlos Salinas de Gortari) y la derrota del otro (Jesús Silva-Herzog). Con la salida de Jesús Silva-Herzog del gabinete, la ideología del gobierno en poco se parecía a la del anterior. Estos gobernantes vinieron a enterrar definitivamente la ideología de izquierda que por muchos años había prevalecido en el país, permutándola por una ideología de derecha y, como se verá más adelante, de extrema derecha en lo económico, es decir, hacia el neoliberalismo.

La mayoría de los secretarios que integraban el equipo del presidente creían que algunas de las causas en el desencadenamiento de la crisis de 1982 obedecían al tamaño del déficit fiscal, a la distorsión del tipo de cambio, a la caída de los precios del petróleo y al alza de las tasas de interés a nivel mundial, pero también argumentaban que todo se había agravado por la mala administración que había desempeñado el gobierno de López Portillo. Por ello se pensó que aun y cuando todos los factores señalados se hubieran corregido, el gobierno no hubiera podido hacer un exitoso frente a la crisis, sobre todo porque existían factores estructurales que le impedirían maniobrar eficientemente. Aducían que parte de la responsabilidad de la crisis era por la aplicación del Sistema de Sustitución de Importaciones (SSI) al tiempo que el Estado se había engrosado más de lo recomendable y conveniente, y que el manejo de los recursos públicos había sido el menos adecuado. La justificación ante esta última posición la validaban con el hecho de que los empresarios, los industriales y el sector financiero habían perdido la confianza en el gobierno. Si bien el mismo Miguel de la Madrid hubiera querido que los cambios estructurales se hubieran hecho más rápidamente de lo que se ejecutaron, el ritmo lo detuvieron algunos que disentían con su perspectiva de gobierno. Con todo, durante los primeros dos años de gobierno se cimentaron las bases para que a partir de 1985 se sentaran los lineamientos para la apertura económica.

Toda vez que estas medidas no dieron los resultados apetecidos, López Portillo hubo de decretar la moratoria en el pago de la deuda exterior. Cuando la transferencia del mando a de la Madrid, el país se encontraba ya en recesión económica, la inflación rozaba el 100% anual, la deuda exterior sobrepasaba los 80.000 millones de dólares y el sistema financiero estaba en virtual bancarrota por la caída de los ingresos de exportación y la fuga de capitales. El flamante mandatario mantuvo por el momento el intervencionismo financiero y monetario y anunció un plan anti crisis de diez puntos que incidía en la austeridad y la recuperación de la liquidez, y que postergaba la recuperación de la inversión, el consumo y el crecimiento. En líneas generales, dicho plan consistió en recortes en el gasto público, inversiones selectivas en actividades productivas y creadoras de empleo, subidas de los tipos de interés con el objeto de atraer los capitales financieros, alzas impositivas y tarifarias, y eliminación de subvenciones de productos básicos de la cesta de la compra.

Sin embargo, por talante personal y por su análisis del problema, en la actuación de Miguel de la Madrid asomaron discrepancias con algunos de los grandes rasgos característicos de la etapa López portillista. Una temprana y vigorosa depreciación del peso con respecto al dólar se interpretó como el primer paso para el levantamiento del control de cambios en el mercado monetario, y el presidente, aunque aseguró que la nacionalización y la reestructuración del sistema bancario eran irreversibles, solicitó al Congreso la apertura al capital privado de un tercio de los activos de la veintena de entidades a que la reforma había dado lugar.

En añadidura, Miguel de la Madrid lanzó una campaña de moralización en la función pública que incluyó reformas legales para fiscalizar y perseguir a los administradores corruptos. También, retomó el diálogo con los acreedores internacionales para reescalonar el servicio de la deuda y obtener un empréstito de 5.300 millones de dólares; a cambio, el Gobierno sistematizó sus medidas de ajuste con el denominado Programa Inmediato de Reordenación Económica (PIRE), presentado en enero de 1983. La cascada de iniciativas presidenciales incluyó la promulgación, el 30 de mayo de 1983, del Plan Nacional de Desarrollo (PND), que, con el aval del FMI, sustituyó al PGD de 1980 y supuso una confirmación de la fe en las políticas estatistas y planificadoras como garantes del desarrollo a largo plazo.

Programa Inmediato de Reordenación Económico (PIRE), el cual a continuación se expondrá (Trimestre Económico, 1983)

OBJETIVOS DEL PIRE: 1982 |

Políticas de estabilización | Objetivos Globales |

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