Seminario de Investigación- Conflicto armado en Perú en los 80s
Natalia Espinoza ZavaletaMonografía12 de Noviembre de 2017
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TRABAJO FINAL[pic 1]
CURSO
SEMINARIO DE INVESTIGACIÓN ACADÉMICA
TEMA
“IMPACTO SOCIAL PRODUCIDO POR LA APARICION DE SENDERO LUMINOSO EN EL PERÚ EN LA DECADA DE LOS 80 Y 90”
PROFESOR
RONY VALLEJOS
INTEGRANTES
COSSIO ESPICHÁN, ANGELA
ESPINOZA ZAVALETA, NATALIA
HUAPAYA MALLMA, DANIELA
LUKASHEVICH YNGA, KAREM
SOTELO VALLEJO, YUREISI
SECCIÓN
2016
Esquema 1. Alteración del orden y organización en las comunidades.
1.2 Ruptura entre comunidades. 1.3 Discriminación. 1.4 Impacto psicológico en las comunidades. 2. Protagonismo de las mujeres durante el conflicto armado. 2.1 Violencia sexual. 2.2 Cambio de rol de las mujeres. 3. Cambios en la sociedad. 3.1 Desorientación de las comunidades. 3.2 Reclamos populares. 3.3 Surgimiento de nuevas religiones. 3.4 Rencillas entre comunidades. 4. Desplazamientos de pueblos. 4.1 Migraciones a raíz del miedo. 4.2 Reubicación de los desplazados. 4.3 Dificultades laborales. 4.4 Problemas de identidad. 5. Consecuencias psicológicas 5.1 Secuelas psicológicas. | Fichas (Título y referencia)
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Introducción
A principios de los 80, nuevos movimientos políticos radicales con lineamientos comunistas aparecieron en la sierra central del Perú, instalándose inicialmente en el departamento de Ayacucho. El principal motor de lucha de estas agrupaciones era la búsqueda de reemplazar la burguesía por un régimen campesino comunista considerado para ellos como una “nueva democracia” y encontraron en la violencia una herramienta de lucha para lograr estos objetivos.
Desde entonces, la presencia de Sendero Luminoso se fue incrementando y se convirtió en el problema principal del Estado. Muchas son las causas que explican el rápido avance de esta organización como los problemas sociales, la incapacidad de sus gobernantes y la crisis económica de aquella época. Fue más de una década en donde la violencia política no sólo comprometió las zonas rurales sino también se extendió hasta las ciudades. Durante la confrontación de SL y el ESTADO los territorios campesinos se volvieron en terreno de disputa y el terror se apoderó del país.
En consecuencia de todo lo antes mencionado, el impacto social que generó la aparición de Sendero Luminoso en el Perú durante la década de los 80 y 90 resultó en una secuencia de violaciones a los derechos humanos. Un claro ejemplo de esto fue el trauma generado en la población vulnerada, tanto por las agresiones físicas como psicológicas. Asimismo, la sensación de ausencia del estado propició el fortalecimiento de estos grupos y la adhesión de los campesinos a éllos .
Para elaborar esta investigación recurrimos a los textos de autores destacados en el tema como Carlos Degregori e Isabel Coral, entre otros; recursos digitales como coloquios de la Coordinadora Nacional de los Derechos Humanos y el informe de la comisión de entrega de la CVR.
Estado de la cuestión acerca del Impacto Social en el Perú tras la aparición de Sendero Luminoso en la década de los 80 y 90
La aparición de Sendero Luminoso en el Perú llevó al país a pasar por una trágica etapa de terror y desgracia en la década de los 80 y 90. Fue una época de horror que ha quedado grabada en la memoria de ambas generaciones y que produjo un gran cambio social a partir del cese de esta guerra. Una de las consecuencias del conflicto armado se dio sobre las comunidades asháninkas y el poder que obtuvieron los llamados ronderos ante su participación constante en la lucha contra Sendero Luminoso (SL). En la actualidad, los ronderos son considerados jefes de la comunidad y creen poseer autoridad absoluta para impartir normas y castigos al resto de pobladores de su propio grupo comunitario. [1] Esto originó enfrentamientos entre los pueblos indígenas, incluso sobre los shipibos. En contraposición a los asháninkas, esta comunidad indígena shipiba no fue afectada directamente por la violencia del conflicto armado. Los shipibos tomaron inicialmente una actitud de rechazo cuando SL llega a sus territorios y pretenden obligarlos a cultivar coca. Sin embargo, SL decide no presionar esta petición y enfrentarse a dicha población amazónica, ya que usaban estos territorios para esconderse y no podían exponerse. Esta indiferencia de los shipibos al ‘’convivir’’ de cierta forma con los grupos subversivos sin mayor lucha motivó que los asháninkas se enfrenten a ellos y los consideren una comunidad indígena cómplice de SL.[2]
Debido a que los asháninkas acusaban a los shipibos de apoyar al terrorismo, SL bloqueó todas las vías principales de acceso a los pueblos asháninkas con el fin de incomunicarlos y tener mayor poder sobre ellos, además de tomar esas zonas para esconderse del ejército debido a la incomunicación de éstas áreas.[3] Todos estos sucesos provocaron la desunión en las comunidades amazónicas tocadas por SL, y se dio un fenómeno de separación poco común en estas zonas cuando la violencia se retiró del territorio. Los principales motivos fueron no querer abandonar sus chacras para participar en actividades económicas de las ciudades y la rivalidad entre los que fueron colaboradores de SL y los que escaparon de él. (Degregori 2015: 140-141)
Todo esto tiene una raíz y se trata no solo al deseo de identidad, sino también a la desconfianza y recelo originados por la época del terrorismo, lo que influyó de manera negativa en su forma de relacionarse entre sí y con el mundo exterior.[4]
Asimismo, la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos nos da a conocer la participación de la mujer durante dicho conflicto y el impacto que causó en muchas de ellas. Según el Registro Único de Víctimas-RUV, a la fecha se tiene la cifra de 2,838 mujeres víctimas de violación o maltrato sexual sólo durante el conflicto armado y siendo en su mayoría casos judiciales que aún están sin resolverse. Esto no es solo una cifra, es una realidad de aquel entonces que llevó a la mujer a pasar por situaciones trágicas. Para ese entonces, para los involucrados en la guerra, el concepto de mujer era de ser un trofeo de guerra. Una idea tan ruin que desencadenó escenas de violencia, burla, abusos y hasta muerte.[5] Esto hace que las mujeres tuvieran que cambiar roles, tanto en la sierra central como en la selva. Las mujeres hicieron a un lado su función de ama de casa para formar organizaciones de búsqueda de los desaparecidos y apoyo a sus familiares. La principal organización formada fue la ASPEC, que inicialmente contaba con 17 integrantes, todas mujeres, se juntaba en secreto para evitar levantar sospechas o represalias.[6] Ante esto, María Fort, cuenta que durante la década del terror los derechos de las mujeres no fueron respetados.
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