Sinuhe El Egipcio, Ensayo Libro 11,12,13
oshawood199824 de Mayo de 2015
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Sinuhe el egipcio. (Libro X: La ciudad del Horizonte de Atón)
El libro comienza con la llegada de Horemheb, luego de su largo viaje en el mar. Cansado de Combatir y de manchar sus trajes con sangre del enemigo le cede el mando a Pepitamon, un hombre regordete que servía a Horemheb, entonces Horemheb le dice a Sinuhe que es libre de seguirlo a donde quisiera. Sinuhe recuerda la taberna “la cola de cocodrilo” y lo lleva ahí para relajarse. Entran en un cuarto y empiezan a tomar y a platicar. Horemheb le dice a Sinuhe que al día siguiente correrá la sangre por las calles de Tebas, pues el faraón quería imponer a un nuevo Dios llamado Atón, que decía el, era símbolo de paz y fraternidad, pues solo buscaba la verdad y nada más que la verdad.
Horemheb le dijo sinuhe, que por orden del faraón, el templo de Amón, quien era el Dios antes de la llegada de este, debía caer, pues su nombre solo significaba muerte e injusticia.
La sangre correría por Tebas, pues muchos estaban acostumbrados a adorar a Amón, y el cambiar de Dios de manera repentina provocaría revueltas y guerras entre los ciudadanos y el ejército real.
Akenathon, había dicho que la caída de Amón no debía provocar muertes, y que su ejército debía abstenerse a matar. Luego de beber Horemheb quedo dormido y Sinuhe lo llevo a su casa y velo por él.
Pepitamon, quien estaba a cargo del ejército en ese momento ordeno la entrada al templo de Amón de manera pacífica, pero poco duro esto, pues los ciudadanos que adoraban a aquel Dios no permitían el paso del ejército real, lo cual enfado mucho a Pepitamon. Luego de intentar derribar aquel templo sin éxito alguno, Pepitamon cambio su nombre a Pepitaton, y ordenó al ejército olvidar la antigua orden pacífica y arremeter contra todo aquel que se opusiera a la caída de Amón. La sangre corrió, muchos murieron y algunos fueron heridos. Cabezas rodaban y se rompían en honor a Atón, pero esto fue en vano, pues el templo era una enorme construcción bien asegurada. Los sacerdotes cerraron las puertas de aquel lugar, impidiendo al ejército entrar.
Después de insistir sin lograr nada, las tropas se retiraron y todo se calmó. Los cadáveres inundaban la ciudad con su sangre y toda era un caos. Al día siguiente Sinuhe despertó a Horemheb, el cual lo confundió con su antigua amada y este lo despertó con un golpe, quitándole el efecto de la “cola de cocodrilo”. Estos fueron a ver al faraón por todo lo que estaba pasando, y este hablo con Sinuhe, pidiéndole que lo curase, pero este le dijo su opinión sobre el tema, dejando a Akhenaton asombrado, y haciendo que lo nombre médico y trepanador real. Luego de platicar Horemheb asumió el mando nuevamente del ejército real, y junto a sus fieles soldados y se encamino al templo de Amón. Él había mandado a quitar las púas y espinas de su armamento, a fin de que lo hiriese a los ciudadanos de camino al templo, y solo los golpease en caso de entrometerse. Horemheb mando a destruir las casas de los ricos con el fin de recolectar toda la madera necesaria y construir arietes para irrumpir en el templo y castigar a todos los que se opusiesen a Atón.
Comenzó la caza, todos los soldados que habían traicionado al faraón y habían abusado de su título, violando mujeres y matando inocentes fueron castigados con la misma gravedad de sus actos.
Al entrar al templo de Amón se le dio justicia a Pepitatón y la oportunidad a los sacerdotes de abandonar aquel lugar, pues muchos ya habían perecido y no era necesario más sacrificios. Estos aceptaron y se fueron. Fue así como Amón cayo, lo cual disgusto a muchos, haciendo protestar en contra de Atón y causando quejas y odio hacia el faraón.
Luego de que Tebas se “calmó” Sinuhe, sin importarle nada, junto algunos soldados de Horemheb, los cuales le tenían aprecio, y fueron a casa de Nefernefernefer. Entraron a la fuerza, y sin matar a ningún empleado, Sinuhe les ordena golpearla para dejarla inconsciente; la envolvieron en una manta negra y la llevaron a la casa de la muerte para que los embalsamadores se divirtiesen con ella y finalizaran su vida embalsamándola.
Cansado de la brutalidad e ingenuidad de los hombres, el faraón decide emprender un viaje hacia nuevas tierras, con el fin de encontrar algún lugar donde ningún Dios gobernase y pudiese predicar el amor a Atón.
Pasaron tiempo en aquel lugar, el faraón repartió las tierras entre sus habitantes y empezó a obrar en nombre de su Dios. Cierto día su esposa hablo con Sinuhe para pedirle que le ayudase a tener un hijo varón del faraón, pues esta solo le había dado mujeres, y era su ilusión darle un hijo que heredara el trono, pero Sinuhe le dice que eso no es posible, que a pesar de haber conocido las formas de saber el sexo del niño era imposible elegir que seria.
La reina Nefertiti regreso a Tebas, pues no podía prescindir de los médicos de Tebas, entonces dio a luz, por sorpresa a la tercera hija del faraón.
Akhenaton mando a llamar a los embalsamadores de Tebas a la ciudad del Horizonte, pues había decidido morir ahí; incluso mando a construir una casa de la muerte para que ahí conservase su cuerpo.
A la llegada de los embalsamadores Sinuhe reconoció a su amigo Ramose y le pregunto si no recordaba haberle dado descanso eterno a una mujer muy hermosa después del caos de Tebas, pero este le respondió que aquella mujer era el vivo demonio, pues al despertar, empezó a seducir a los embalsamadores, con el fin de que peleasen y se mataran por ella, logrando así quitarle todas sus pertenecías y robando todo el oro de aquel lugar, pues, secretamente, la casa de la muerte era el lugar más rico de todo Tebas, ya que las personas tenían de costumbre entregar a sus muertos con pertenecías, las cuales eran arrebatadas y almacenadas. Nefernefernefer salió mucho más rica de aquel lugar.
Sinuhe el egipcio. (Libro XI: Merit)
Sinuhe regreso a Egipto, fue entonces cuando se enteró que durante la ausencia del faraón, el sacerdote Ai había gobernado. La reina Nefertiti creía estar embrujada, pues el haber dado solo hijas no era normal, entonces fue a consultar a los hechiceros negros de su madrastra.
El desastre fue demasiado grande, en Siria todo iba empeorando, a tal grado de que el faraón mando a almacenar todas las cartas mandadas de ahí, con el fin de olvidarse de aquel problema. Jerusalén había caído y el príncipe de aquel lugar se quejaba con el faraón, el cual prometió pensionarlo, pues este era amigo de su padre y no quería romper eso.
Horemheb pidió a Akhenaton un ejército con el cual pudiera controlar la resistencia de Siria, con el fin de recuperarla, pero este se negó, decía que no quería ver rodar cabezas de sus soldados, a lo que Horemheb le respondió, que luego de que Siria caiga, seguirán las minas de cobre de Sinaí, y que debería temer de los hititas, pues son barbaros que solo buscan guerra.
El faraón contesto que nadie se ha atrevido a invadir Egipto, pues era la mayor potencia de todas y sería inútil intentarlo.
De regreso a casa de Sinuhe, Horemheb le dijo a Sinuhe que tanta paz y amabilidad del faraón terminaría por salirle ubres como a las cortesanas y terminaría amamantando recién nacidos.
Sinuhe continuo con sus labores de medico real, seguía atendiendo a el faraón y cuando no lo revisaba, estaba con una de sus hijas, pues ella también había heredado la enfermedad del faraón, y cada vez, adelgazaban y se enfermaban más. Llego a tal grado de apreciar a la hija del faraón, que descuido sus labores de médico y se concentró plenamente en ella, olvidando a los pobres que iban a consultarlo.
Al llegar el otoño la hija del faraón había mejorado, esto le dio oportunidad a Sinuhe para que pudiera viajar y curar a sus enfermos que había descuidado; estos se quejaban de sus tierras, pues creían que estaban malditas, a lo que Sinuhe les respondió que era su culpa pues su fe no estaba con Akhenaton, sino con Amón, y su duda les hacía pagar caro.
Tabien visito las escuelas, donde recibió quejas acerca de los niños; No todos los niños debían aprender a escribir y leer la nueva escritura, pues solo debían sobresalir los mejores. También le dijeron que era insensato pensar que las mujeres deberían aprender a escribir, pues nunca se había hecho y no debería hacerse nunca. Los maestros sufrían con las nuevas leyes del faraón y querían librarse de las escuelas, pues todo era diferente y el cambio era para mal.
De regreso a Tebas Sinuhe desembarco en el rio Nilo, viendo como estaba la casa del antiguo fundidor, el cual veía más chica que antes y recordando su vieja, humilde y antigua casa, lo cual lo lleno de culpa y tristesa.
Al regresar a su casa se encontró con su cocinera Muti, la cual se alegró de verlo y empezaron a hablar. Sinuhe estaba buscando a Kaptah, por lo que decidió ir a la cola de cocodrilo con el fin de buscarlo, pero se encontró con Merit, el cual no lo reconoció, pues se veía diferente. Los dios habían cambiado; Merit había engordado pero conservaba su hermosura, y Sinuhe se había hecho más viejo y estaba vestido de manera elegante.
Empezaron a platicar, pero Sinuhe no quería beber, pues decía que estaba muy viejo para una cola de cocodrilo, a lo que Merit le respondió que desde cuando le preocupaba eso, a lo que Sinuhe contesto que tenía razón, y empezó a beber.
Los dos se extrañaban, pues aunque Sinuhe se haya divertido con otras mujeres, pensaba en ella; Merit seguía calentando hombres en su alfombra, pero añorando a su viejo amigo, pues era al único que calentaba de sentimiento. Hablaron de Kaptah, y sobre lo diferente que se veía, pues tanta riqueza había adquirido
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