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Terrorismo


Enviado por   •  20 de Mayo de 2014  •  2.137 Palabras (9 Páginas)  •  214 Visitas

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El terrorismo sí funciona: es el arma de los fuertes. Es un error analítico muy grave decir, como se hace habitualmente, que el terrorismo es el "arma de los débiles". Al igual que cualquier otro tipo de violencia, el terrorismo es fundamentalmente el arma de los fuertes. De hecho, lo es de un modo arrollador. Simplemente se dice que es el arma de los débiles porque el fuerte ejerce también el control sobre los sistemas de adoctrinamiento y porque su terror (el del fuerte) no cuenta como tal.

Empecemos por la idea comúnmente aceptada de que lo ocurrido el 11 de setiembre es un acontecimiento histórico, algo que cambiará el curso de la historia. La pregunta es, ¿por qué? La siguiente pregunta tiene que ver con la "guerra contra el terrorismo". ¿De qué va exactamente? Otra pregunta relacionada con la anterior sería, ¿qué es terrorismo?

La pregunta más importante que debemos hacernos tras el 11 de septiembre es: ¿qué está ocurriendo en la actualidad? Implícita queda la pregunta de qué podemos hacer al respecto.

Según el New York Times, hay entre siete y ocho millones de personas a punto de morir de hambre en el Afganistán. De hecho, esto ya era cierto antes incluso del 11 de septiembre. Esta gente dependía de la ayuda internacional para sobrevivir. El 16 de septiembre, The Times aseguraba que "Estados Unidos ha exigido al Pakistán la suspensión del tránsito de convoyes que transportan alimentos y suministros a la población civil afgana". Que yo sepa, dentro de los Estados Unidos no se ha producido ninguna reacción ante la exigencia de imponer a millones de personas la muerte por inanición. La amenaza de los ataques militares después del 11 de septiembre hizo que muchos trabajadores de organizaciones de ayuda internacional fueran retirados de los programas. "El país (Afganistán) estaba en coma; nosotros simplemente hemos desenchufado la máquina". Así hablaba un trabajador de ayuda humanitaria, según The New York Times Magazine.

La Agencia de las Naciones Unidas, Programa Mundial de Alimentos -que con diferencia era el programa más grande funcionando en el país- ha podido reanudar la distribución de alimentos a principios de octubre, pero a un ritmo considerablemente menor. Dentro del Afganistán no hay trabajadores de organizaciones humanitarias, así que el sistema de distribución de alimentos se encuentra con muchos obstáculos. Todo el trabajo fue interrumpido tan pronto como comenzaron los bombardeos. Poco después se reanudó el programa de alimentos de las Naciones Unidas -aunque muy lentamente-, mientras las agencias de ayuda humanitaria lanzaban mordaces críticas ante la iniciativa norteamericana de lanzar paquetes de comida, denunciándola como "un arma propagandística que hace más mal que bien", según comentaba el Financial Timesde Londres.

Tras la primera semana de bombardeos, The New York Times informaba, en una de sus páginas interiores y dentro de una columna dedicada a otras cuestiones, que según las cuentas de las Naciones Unidas, pronto habría más de siete millones y medio de afganos que necesitarían un trozo de pan, y que tan sólo quedaban unas cuantas semanas antes de que el duro invierno imposibilitara la llegada de suministros a muchas zonas del país. Según el artículo, mientras caen las bombas la distribución de la ayuda no llega ni siquiera a la mitad de lo que se necesita. Un comentario casual, que nos dice que la civilización occidental anticipa ya el exterminio de entre tres y cuatro millones de personas.

Mientras tanto, el líder de la civilización occidental rechazó despreciativamente, una vez más, las ofertas de negociación que podrían conducir a la entrega del supuesto objetivo, Osama Ben Laden, así como una petición de pruebas que justificaran la exigencia norteamericana de rendición total. El mismo día en que esta oferta era categóricamente rechazada, el enviado especial de la ONU, responsable de la distribución de alimentos, rogaba a los norteamericanos que detuvieran los bombardeos para intentar salvar a millones de víctimas. Que yo sepa, la petición ni siquiera quedó reflejada en los medios de comunicación. Pocos días después, otras agencias de ayuda humanitaria como Oxfam y Ayuda Cristiana (Christian Help) se unieron a la petición de la ONU. Esto último también pasó desapercibido.

Parece que lo que está ocurriendo es una especie de genocidio silencioso. Lo que está pasando nos ofrece también una idea bastante acertada de lo que es la cultura de las élites, una cultura de la que somos parte. Todo lo ocurrido es indicativo de que, pase lo que pase -que no lo sabemos-, se están trazando planes y poniendo en práctica programas que podrán conducir a la muerte a varios millones de personas en las próximas semanas. Todo muy casual, sin comentarios, sin darle muchas vueltas en la cabeza al tema. Es casi normal, aquí y en buena parte de Europa. Pero no en el resto del mundo. De hecho, ni siquiera lo es en otra buena parte de Europa.

Pero vayamos ahora a una cuestión algo más abstracta, olvidando por el momento que aparentemente estamos a punto de intentar asesinar a tres o cuatro millones de personas. No a los talibanes, por supuesto, sino a sus víctimas.

Un acontecimiento histórico

Volvamos ahora a la pregunta sobre el acontecimiento histórico del 11 de septiembre. Creo que fue un acontecimiento histórico; desafortunadamente, no a causa de sus dimensiones. A pesar de lo desagradable de pensar en ello, no es algo tan inusual, a pesar de que probablemente es el número de víctimas más elevado de este tipo de crímenes.

Por desgracia, hay crímenes terroristas con efectos que son incluso más extremos. Sin embargo, el 11 de septiembre fue un acontecimiento histórico porque se produjo un cambio. El cambio consistió en la dirección hacia la que apuntaban las pistolas. Eso es nuevo. Radicalmente nuevo.

La última vez que el territorio norteamericano fue atacado o si acaso amenazado fue durante el ataque británico contra Washington en el incendio de 1814. Tras los ataques, la prensa hablaba de Pearl Harbor, pero no es una buena analogía. Sea cual sea nuestra idea sobre Pearl Harbor, los japoneses bombardearon bases militares en dos colonias norteamericanas, no el territorio nacional -que por cierto nunca estuvo amenazado-. Estas colonias habían sido arrebatadas a sus habitantes de un modo nada agradable. Los Estados Unidos preferían hablar de Hawai y la Filipinas como "territorios", aunque en realidad se tratase de colonias.

En esta ocasión es el territorio nacional el que ha sufrido un ataque a gran escala. Podemos encontrar unos pocos ejemplos al margen, pero este es único.

Durante

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