Tribus Indigenas Argentinas
antoniobatista24 de Mayo de 2015
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Prologo
En este Trabajo Práctico desarrollaremos un resumen de las diferentes Tribus Indígenas argentinas, para el mismo hemos divido el territorio de la República Argentina en zonas geográficas donde se encuentran el hábitat de las mismas, en el cual resumiremos fragmentos extraídos de distintas bibliografías que se encuentran en los link adjuntos en la última página del presente Trabajo Practico.
Dentro de este resumen estarían integrados los siguientes temas:
• Contesto social e histórico
• Aspecto psicológicos implicados
• Costumbres y ritos
• Razón de su existencia y objetivo
Introducción:
Del marco legal y de acuerdo al Artículo 75, Inciso 17 de la Constitución Nacional.
“Reconocer la preexistencia étnica y cultural de los pueblos indígenas argentinos. Garantizar el respeto a su identidad y el derecho a una educación bilingüe e intercultural; reconocer la personería jurídica de sus comunidades, y la posesión y propiedad comunitarias de las tierras que tradicionalmente ocupan; y regular la entrega de otras aptas y suficientes para el desarrollo humano; ninguna de ellas será enajenable, transmisible, ni susceptible de gravámenes o embargos. Asegurar su participación en la gestión referida a sus recursos naturales y a los demás intereses que los afectan. Las provincias pueden ejercer concurrentemente estas atribuciones.”
Un resumen de la historia y ubicación geográfica de las Tribus Indígenas en Argentina
Las primeras tribus de cazadores de origen asiático llegaron a América a través del Estrecho de Bering hace unos 30.000 años aproximadamente, en tanto que su arribo al actual territorio argentino se considera producto de migraciones internas ocurridas hace 18.000 años.
Estos pueblos se asentaron básicamente en dos regiones: la montaña y la llanura. Con respecto al primer hábitat, los testimonios más antiguos con que se cuenta son los rastros de núcleos poblacionales que datan de hace 8.000 años en Ayamapatín (Provincia de Córdoba) e Inti Huasi (Provincia de San Luis). Vestigios hay también de otra cultura antigua en Tafí (Provincia de Tucumán), de pueblos que trabajaban la piedra y la cerámica. Más reciente resulta la civilización de La Aguada (territorio comprendido por las provincias de San Juan, La Rioja y Catamarca), cuyos pobladores se dedicaban al cultivo del maíz y al trabajo en bronce y cuyo desarrollo se ubica entre los años 800 a 650.
En cuanto a los asentamientos de llanura, se registra la presencia de un núcleo poblacional en Tandil (Provincia de Buenos Aires), de aproximadamente 6.000 años de antigüedad, cuyos habitantes trabajaban la piedra y la cerámica. En el Litoral, iguales vestigios dan cuenta de la llamada Cultura del Alto Paraná, de la misma data.
En el extremo sur y los canales fueguinos se considera la llegada de los primeros hombres hace 6.000 años, los que habitaban en viviendas circulares semienterradas, vivían de la caza y la pesca, empleaban botes y arpones para la caza de mamíferos marinos y recolectaban moluscos.
Con la llegada de los conquistadores españoles los pueblos indígenas vieron truncadas sus posibilidades de desarrollo cultural.
Región del Noroeste
Existieron cinco culturas indígenas en la región: Diaguitas, Omaguacas (Humahuacas), Atacamas, Chiriguanos y Lule–Vilelas.
Los Diaguitas
También llamados "calchaquíes".
Habitaban las provincias de Salta, Catamarca y Tucumán. Cultivaron el maíz con el sistema de terrazas obtenían lana de las llamas, el guanaco y la vicuña. Fabricaron vasijas, jarros y platos de cerámica. Trabajaron el oro, la plata y el cobre.
El maíz era la base de su alimentación, los porotos y el zapallo formaban parte de su dieta.
Carecieron de un gobierno único permanente. Sus caciques llegaban al poder por sucesión; "suceden los hijos a los padres y los hermanos, si no tienen hijos", lo que implicaría la existencia de una verdadera casta gobernante. Hubo un gran número de caciques de los cuales don Juan Calchaquí fue el principal, llegando a convocar a todas las parcialidades de su nación. La autoridad del cacique era absoluta. Preferían la muerte a la pérdida de su autoridad plena. Ante la invasión española realizaron coaliciones muy numerosas.
La poligamia parece haber sido una regla general. Por ejemplo: a la muerte del esposo, el hermano heredaba sus mujeres. Es posible observar las huellas de ceremonias de iniciación varonil, a la que eran sometidos los jóvenes al llegar al período de la pubertad. La familia diaguita era poco numerosa ya que estaba compuesta por cuatro o cinco personas.
La mística y religión diaguita está basada en el principio de dualidad, según el cual el universo se halla partido en dos polaridades fundantes: lo alto y lo bajo (cielo y tierra) y en lo femenino y lo masculino. Esta división está auto contenida en el mundo, en todas las cosas del mundo. El Creador, contiene esta dualidad, él es macho y hembra a la vez, y su auto cópula es la que genera a la humanidad. Todas sus creaciones son macho y hembra, la humanidad, los animales, las plantas, las piedras.
Sin la unión de los sexos, el mundo no tiene movimiento. Así, el Mundo que es orden y cosmos, autocontiene el caos de manera potencial, y es ahí, en esa tensión donde al hombre le ha tocado vivir, y es su tarea evitar que ese equilibrio se quiebre.
La Madre tierra o Pachamama que da alimento y vida también puede transformarse en enemiga y producir cataclismos o enfermedades. A ella le dedicaban sacrificios de sangre y la ofrenda del primer trago, el primer bocado y el primer fruto de la recolección.
A la lluvia que riega los sembradíos, pero que puede llevar inundaciones, le ofrecían sacrificios en sus lugares construidos a tal efecto, que estaban a cargo de los chamanes, sacerdotes especiales que también eran médicos.
Adoraban como las demás culturas andinas al Sol que calienta en invierno es el mismo que seca los campos en verano, el trueno y el relámpago.
Cuando un diaguita se hallaba enfermo y próximo a morir, sus parientes lo velaban en medio de copiosas libaciones. Esto lo entendían como una defensa de las fuerzas malignas que le amenazaban. Las ceremonias del entierro duraban ocho días y luego se quemaba la casa para impedir su regreso. Como para ellos sólo existía la muerte violenta, todo fallecimiento se suponía provocado.
Veneraban a sus antepasados y los preparaban para la vida en el más allá. Los niños eran sepultados en urnas. Los adultos generalmente en fosas con paredes de piedra y tapadas con una piedra plana, su cuerpo estaba flexionado en posición fetal. Se los enterraba con calzado o sandalia de cuero con cordeles de lana o cuero, adornos, ponchos, armas, vasijas, comidas y bebidas. El acompañamiento dependía de la importancia del personaje.
El alma se convertía en estrella, la intensidad de su brillo dependía de la grandeza de cada ser.
En el arte, las pictografías son numerosísimas en la región. Generalmente se trata de reproducciones de figuras aisladas, aunque la exigüidad de la pared lítica que las contiene les dé un engañoso aspecto de composición. Algunas parecen haber sido escenas de conjunto. Los animales están también representados.
La música tenía cierto tinte militar. Tocaban pingollos y cornetas. Además utilizaron la flauta de pan, la flauta análoga en madera, las flautas simples, silbatos, ocarinas.
De los Incas , los diaguitas aprendieron a cultivar en terrazas, aprovechando de este modo las laderas de las montañas para producir maíz, papa, zapallo, quinoa, porotos, etc. La aridez del terreno era contrarrestada con el riego artificial, construyendo para ello excelentes canales y acequias, técnica también tomada de los incaicos.
Practicaban la recolección del fruto del algarrobo, que les servía de alimento y con la cual elaboraban bebidas alcohólicas, como la chicha y la aloja. Lograda la domesticación de la llama, aprovecharon al máximo lo producido por este animal, que constituía una parte importante de la economía diaguita.
Se mencionan la belicosidad de los diaguitas, agrupados en tribus (pulares, tolombones, cahis, chicoanos, aimachas, quilmes, hualfines, luracatos , etc.), quienes opusieron una tenaz resistencia a la dominación hispánica, convirtiendo en leyenda el nombre del Martín Iquín, este último, curaca (jefe) de los Quilmes que pagaron cara su derrota al ser deportados en masa hacia lo que hoy es la provincia de Buenos Aires, dando origen a la actual localidad que lleva su nombre, para que pierdan su identidad como pueblo y así dominarlos y arrebatarles la tierra), conservan elementos de su rica y milenaria cultura.
Fueron guerreros valientes y enfrentaron tanto la conquista de los Incas como la de los españoles.
Sus armas típicas eran el arco y la flecha y combatían de a pie.
En la actualidad, viven en la valles Calchaquíes de Tucumán y Catamarca.
Algunos viven dispersos y otros en comunidades organizadas como la de Quilmes, Amaicha del Valle y el pequeño grupo Los Llampas. Hoy se organizan para luchar por sus por sus derechos y la tierra.
Los Atapama
Para los Atacamas os fenómenos naturales están íntimamente ligados con los míticos, y por lo tanto con la vida social. Esta visión integrada de la presencia del hombre en el cosmos tiene un profundo sentido práctico, cual es la de la adaptación, supervivencia y mantención de las condiciones que sustentan la vida.
Las potencias sobrenaturales son delegadas en seres mitológicos, que tienen poder sobre el respectivo fenómeno
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