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ANÁLISIS DEL CUENTO EL PRISIONERO DE PAPÁ


Enviado por   •  18 de Marzo de 2020  •  Ensayos  •  1.941 Palabras (8 Páginas)  •  994 Visitas

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ANÁLISIS DEL CUENTO EL PRISIONERO DE PAPÁ

KELY JOHANA URREGO LÓPEZ

1980187

UNIVERSIDAD DEL VALLE SEDE PALMIRA

FACULTAD DE HUMANIDADES

ESCUELA DE ESTUDIOS LITERARIOS

LITERATURA Y TEORÍAS DEL LENGUAJE II

PALMIRA, MARZO DEL 2020

El poder y la violencia en El prisionero de papá

Harold Kremer es un escritor colombiano y profesor universitario, oriundo del municipio de Buga Valle del Cauca, a la fecha cuenta con 65 años. Su producción literaria e investigativa gira en torno al cuento, con énfasis en los relatos breves tanto nacionales como internacionales. En 2005 publica el cuento El prisionero de papá que narra un episodio de la vida de una familia de bajos recursos compuesta por padre, madre y tres hijos frente a una situación de secuestro por parte del padre hacia un niño desconocido.

 La trama se desenvuelve con la llegada de este secuestrado a la casa. En la familia el suceso se convierte en una complicidad, pues todos se encuentran interesados en la recompensa que se recibirá por él. La historia es contada por uno de los hijos, quien detalla cómo son los tratos que el preso recibe por parte de todos, los cuales provocan su muerte. Así mismo, el cuento expone el uso de la violencia por parte de una familia como medio para subsistir.

De acuerdo a lo mencionado, este trabajo tiene el objetivo de analizar cómo en este cuento se evidencia una normalización y reproducción de las dinámicas de violencia, a través de las relaciones de poder/discurso dentro de la institución familiar, derivadas de un proceso de rapto de un menor. Para esto, se tendrá de apoyo teórico a Michel Foucault en sus aportes sobre el poder y las relaciones de poder/discurso en las microestructuras de la sociedad.

Teniendo en cuenta esto, el presente texto explora los momentos del cuento mencionado que dan prueba de lo ya planteado. Estos se ubican en el ambiente que engloba la llegada prisionero, develando así la creación de discursos para avalar un secuestro; la confabulación de una familia para ejercer violencia sobre otro en pro de suplir sus necesidades y la reproducción de patrones de comportamiento desde la mirada patriarcal en donde lo que hace el padre es imitado por los hijos en una circulación de poderes.

Ahora bien, dentro del universo de las dinámicas sociales, muchas de estas se conforman en consonancia con los acuerdos que las califican como aceptables y necesarias para convivir en un mismo espacio (relaciones entre personas, trabajo como medio de sustento etc.). Sin embargo, existen otras, (robos, asesinatos, secuestros etc.) que se encuentran al margen del orden social y se desarrollan en un espacio mayormente representado por la cúspide portadora de poder y los lugares menos favorecidos de la sociedad, para así, con estas, los primeros perpetuar su dominio y los segundos, lograr una posición más digna o desligarse de ese rol de dominados

De esta forma, Kremer sitúa una de estas prácticas marginales en una familia disfuncional de clase baja. Ambos padres se muestran como drogadictos y violentos, por esto, se evidencia en los hijos una total resignación en su modo de vida y una indiferencia hacia el funcionamiento del circulo hogareño con lo que allí ocurre. De tal forma que, su actuar está configurado de acuerdo a lo que su entorno les ha enseñado, pues, son los discursos de estas microestructuras familiares los que dan forma al sujeto. Así, el arribo de un integrante de dudosa procedencia a la vida de estos personajes, solo va a importar en la medida en que haya de por medio algo que los beneficie.

En relación con lo anterior, es menester primero examinar la forma en que el poder, encabezado por el padre de familia, se otorga licencias para alterar la realidad y crear un nuevo discurso que va a atenuar la dimensión de un caso de secuestro, salvaguardando el hecho de que esto va a ser comunicado a su familia y que se debe ser discreto en el tema. Por ello, la llegada del prisionero de papá será incompatible con la justificación que se da al respecto.

La noche en que papá apareció con el prisionero lo sacó de entre las cajas, periódicos y    cartones   que siempre traía en la carretilla. Lo llevó al patio, lo metió al hueco y lo amarró. Nos explicó a mamá y a nosotros y dijo que debíamos tener la boca cerrada: si alguien se enteraba iba y contaba del niño y no nos daban la recompensa.  (Kremer, 2005, párr.8).

 Después, el padre se vale del discurso de la mentira para crear un régimen de verdad, explicado por Foucault como tipo de verdad que se acepta y funciona como real, (como se cita en Hall, 1997, p.32) alrededor de la llegada del chico: “Papá nos dijo que se encontró al niño en un parque y que como nadie aparecía para reclamarlo lo había traído a casa y lo iba a guardar hasta que aparecieran los papás y le dieran una buena recompensa” (Kremer, párr.6). Luego, es aceptado y justificado este visible acto de violencia sin desentenderse de las irregularidades que se presentaban, como lo da a entender el hijo: “Lo que no entendíamos era por qué lo tenía amarrado con una cadena”. (Kremer, párr.6).

Siguiendo este planteamiento se puede pensar que madre e hijos pudieron cuestionar al padre acerca del método que tomaba con un niño “encontrado”; sin embargo, desde Foucault se entiende, primero, el sentido amplio del régimen de verdad que justifica representaciones y esquemas de comportamiento; segundo, la irrefutabilidad de los discursos cuando parten de la figura de autoridad y por último, se encuentra la construcción de prácticas sin fundamento, a propósito del poder, y cómo algunas de estas buscan su propia fundamentación (Entrevista en Lovaina, 1981). Es decir, estas carecen de soportes, pero, al estar relacionadas con el poder en un juego de intereses, se hacen válidas y se normalizan. De este modo, el cuento expone cómo este secuestro está justificado en una recompensa.

Así pues, se entiende cómo dentro de la familia se figuran relaciones de poder, estas, desde la mirada tradicional familiar, funcionan de arriba hacia abajo, padre sobre la madre y así mismo sobre los hijos. Las dinámicas que allí se presentan son evaluadas por quien detenta la mayor autoridad, de igual modo, si es esta quien las realiza (en este caso el padre), tendrá la facultad de ser incuestionable.

No obstante, esto no inhibe a los demás sujetos que conviven bajo esta estructura de ejercer también poder, ya que tienen la oportunidad de ejercerlo sobre alguien que se encuentra en desventaja. Como lo plantea Foucault en Hall (1997), el poder no funciona en forma de una cadena, se trata de un modelo de circulación, de forma que no será estático ni encasillado, por el contrario, se desenvuelve en múltiples conexiones, (p. 32). Debido a ello, esta circulación del poder pasa del padre hacia los hijos y esto se ve reflejado en la manera en la que ven al prisionero: deshumanizante. En este caso no interesa si pertenece al mismo rango de edad o clase de familia, puesto que los intereses que creó el padre en el niño secuestrado ya están establecidos y forjados en sus hijos y esposa.

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