Contracultura en México, tiempo de movimientos sociales

Jessica Jaramillo Torres

21/09/15

Contracultura en México, tiempo de movimientos sociales

La Contracultura en México, es una obra del escritor mexicano José Agustín. Publicada en 1996, es un texto que reúne datos tanto históricos como ideológicos de diversos movimientos contraculturales que surgieron alrededor del mundo y fueron adoptados en México, y a la par también nos menciona la crítica que estos sufrieron por parte de la sociedad y de los medios de comunicación como la televisión, los periódicos y hasta el cine, por otra parte también menciona algunas drogas meramente mexicanas que se relacionan con la contracultura.

Los años 60´s, principalmente en México fueron tiempo de cambios, donde hubo un despertar de la sociedad, pero principalmente de los jóvenes; esto desemboco en diversos movimientos sociales, debido a la inconformidad de los ciudadanos con su país y una fuerte represión como resultado de la demanda del pueblo. Por otra parte también aparecieron nuevas formas de entretenimiento, las fotonovelas, radionovelas y telenovelas, retratando muchas veces un panorama político poco deseable.

En este contexto de descontento por parte la sociedad y cuando el país se encontraba bajo las garras del PRI, fue donde apareció la contracultura, descrita por el autor José Agustín como "una serie de movimientos y expresiones culturales, regularmente juveniles, colectivos, que rebasan, rechazan, se marginan, se enfrentan o trascienden la cultura institucional. Y por cultura institucional se da a entender a la cultura dominante, dirigida, heredada y con cambios para que nada cambie, muchas veces irracional, generalmente enajenante, deshumanizante, que consolida al status quo y obstruye, si no es que destruye, las posibilidades de una expresión autentica entre jóvenes, además de que aceita la opresión, la represión y la explotación por parte de los que ejercen el poder"^[1]

Las manifestaciones contraculturales más importantes que ha tenido nuestro país, por mencionar algunas son: los pachucos, los existencialistas, los beatniks, los rebeldes sin causa, , los jipis y  jipitecas, la onda, los cholos, los punks, los metaleros, los darketos y los chavos banda.

Precisamente, el autor en el libro comienza describiendo a los pachucos, banda nacida en los años 40`s en Estados Unidos, jóvenes que no eran ni mexicanos ni estadounidenses, sino una mezcla de ambos y vivian bajo la sombra de los gringos, maltratados  y usados en la segunda guerra mundial. Apodados así por el líder de una banda muy temida nacida en los Ángeles que decían había nacido en Pachuca, vestían con zoot suit y también acuñaron su propio lenguaje: un espanglés. Más tarde llegaron a México, pero no tuvieron tanto valor como en el sur de California.

Después de la segunda guerra mundial,  surgió en Francia otro movimiento contracultural, llamado existencialismo, gracias a las tesis de Jean-Paul Sartre y conocidas como existencialismo. “Era una corriente pesimista, desencantada (“El hombre es una pasión inútil”, decía Sartre), pero humanista e incluso con algunos tintes románticos; en todo caso expresaba la atmósfera desoladora que pendía en Europa.”^[2] Estos  jóvenes se identificaban porque vestían de negro y se dejaban la barba y el bigote. Fue un movimiento que empezó en los años cincuenta y a finales de los mismos se volvió viral en todo el mundo. Más tarde en México también aparecieron los “existencialistas mexicanos”.

Los betkins por otra parte empezaron su historia en 1945 con Jack Kerouac y Allen Gínsberg. Era una banda que compartía una profunda insatisfacción ante el mundo de la posguerra, creían que urgía ver la realidad desde una perspectiva distinta y escribir algo libre como las improvisaciones del jazz, una literatura desnuda, coloquial y provocativa, personal y generacional; también coincidían en consumir drogas para abrir su mente empezaron con anfetaminas, morfina, opio, marihuana y alcohol. Fueron pioneros de los alucinogenos.

Compartieron el desencanto de los existencialistas pero le dieron un sentido totalmente distinto. La literatura fue su gran vía de expresión. También crearon un lenguaje propio. “Exploraron su naturaleza dionisiaca y favorecieron el sexo libre, el derecho al ocio, ¡la hueva creativa!, y a la intoxicación; fueron hedonistas y lúdicos; consumieron drogas para producir arte, para dar mayor intensidad a la vida y para expander la conciencia; manifestaron una religiosidad de inclinaciones místico-orientalistas, y el jazz fue su vehículo musical; rechazaron conscientemente el sistema y siempre dejaron ver una conciencia política traducida en activismo pacifista. Casi todo esto sería asumido por los jipis en los años sesenta.”^[3]

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