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ENSAYO ACUERDO 592


Enviado por   •  4 de Febrero de 2013  •  1.668 Palabras (7 Páginas)  •  3.343 Visitas

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El esfuerzo realizado durante todo el periodo de la Reforma Integral de la Educación Básica, sostenida por la necesidad de abatir la alta reprobación, la deserción en secundaria, la falta de identificación y confluencia entre todos los maestros de preescolar, primaria y secundaria, que se traducía para los alumnos y los mismos profesores y profesoras en un servicio sin sentido, sin motivación alguna por ambas partes, sin el compromiso y la corresponsabilidad que implica involucrar a madres, padres, autoridades, y demás espacios o interesados en el enseñar y en le aprender dentro de la escuela con una visión integradora incluyente de lo anterior.

Recientemente se publicó el acuerdo 592 de la SEP, que señala un plan de estudios unificado para toda la educación básica nacional. Es mucho lo que le sobra y algo lo que le falta, pero lo que me parece digno de aprecio es el esfuerzo de concentrarse en el efecto final que buscan los servicios educativos que son derecho constitucional de todo mexicano. Además de dar continuidad y cierre a la reforma con un trabajo integrado.

Este acuerdo además de plantear un trabajo dirigido a toda la Educación Básica, tiene de igual modo un carácter y un mensaje de inclusión dirigido idealmente los padres y madres de familia, así como a los funcionarios estatales, los expertos en pedagogía, los críticos de política educativa, para que se den a la tarea de revisar con ojo crítico este esfuerzo de “Plan 2011” para que se defina lo que socialmente debemos esperar de la educación básica. El acuerdo retrata al egresado de nuestro sistema: una persona que gradualmente ha desarrollado competencias para aprender por su cuenta, para hacer sentido de la información, para ubicarse en el mundo natural y social que lo rodea, para encontrar soluciones con base en conocimientos sólidos y para relacionarse con sus conciudadanos en el respeto y la colaboración.

Este acuerdo dará como producto esperado un ciudadano que dominará su propia lengua como medio de comunicación privilegiado, pero también podrá leer y comprender adecuadamente textos en inglés, planteamiento que se observa a lo largo del número de horas que los docentes y alumnos estarán invirtiendo a la segunda lengua durante 10 años; su contacto con los sistemas de cómputo no será ocasional y dependiente de las comodidades –o de la falta de ellas- de su contexto familiar, sino que precisamente su paso por la escuela le habrá brindado las herramientas suficientes para manejarse con soltura en el medio digital; las competencias cívicas alcanzadas nos harían prever una persona que avanza en autoconocimiento y autocuidado, solidaria y respetuosa de la legalidad.

El Acuerdo asienta que se revisará el alcance de conocimientos esperados, bajo la experta conducción de maestros y directivos profesionales quienes, conociendo y ateniéndose a estándares de desempeño, podrán evaluar los avances y ajustar sus intervenciones.

Es el Acuerdo un documento ambicioso?, ¿Podrá operarse con docentes y niños y niñas de carne y hueso? Nos convendría a los propios maestros y directivos que este sueño lo hagamos realidad, pese a la parte que a la docencia y gestión nos corresponden, esta también la posibilidad de involucrar hábilmente a autoridades de todo tipo, ente ellas a los padres y madres de familia; además de dirigir los presupuestos donde realmente se requiere, para dar paso a una transición de gran envergadura. El optimismo es ingenuo si no se está listo para la lucha. Una visión de las escuelas mexicanas como espacios de convivencia y crecimiento sereno, ordenado y sistemático pasa por un gran compromiso de los adultos, especialmente padres y maestros, y por una severísima e histórica reconversión de las reglas no escritas del sistema educativo.

En mi caso, como directivo en una escuela oficial preescolar, he tenido la fortuna de ver dos escenarios, una escuela donde existe el minimo compromiso, el sinismo de docentes por cobrar un salario y no retribuir con trabajo serio, de autoridades ciegas que como se señala en el libro de subjetividad del director, se abandona a la suerte del directivo el curso de una escuela; y por otra parte, actualente me desempeño en un espacio donde el compromiso hacia las niñas y los niños se traduce en esfuerzos, planeaciones, evaluaciones, intervenciones efectivas pr realizr mejoras en los preescolares.

Yo soy optimista. Al proyecto, a mi juicio, le falta metas y le falta –a su vez- articulación con la profesionalización de autoridades y docentes. O más que faltarle, para estar completo en los cómos –que no se van a reducir a boletas renovadas, libros de texto más ligeros y millones de computadoras- hay que precisar metas y profesionalización. El Plan 2011 se completa con un compromiso para, por ejemplo, reducir sistemáticamente el porcentaje de alumnos en nivel de logro insuficiente en la prueba ENLACE, de modo que al concluir los próximos cuatro años la mitad de todos los alumnos estén en los niveles bueno y excelente. O que para el 2018 todos los maestros mantengan su certificación. O que para el 2024 nuestros alumnos alcancen el desempeño promedio de la OCDE en PISA. “A todos diles que sí, pero no les digas cuándo” es una forma de laxitud que puede deteriorarse en engaño.

El otro “cómo” se centra

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