ESTRATEGIAS DE LECTURA. BARCELONA
RominaAranthzaSíntesis2 de Julio de 2018
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SOLÉ, ISABEL (2011). ESTRATEGIAS DE LECTURA. BARCELONA: GRAO.
CAPÍTULO I: EL RETO DE LA LECTURA
En este capítulo se tratarán las funciones que tiene la lectura en la educación escolar, especialmente la lectura como objeto de conocimiento en sí mismo y como instrumento necesario para la realización de nuevos aprendizajes. Además, se tratarán las relaciones entre leer, aprender y comprender.
¿Qué es leer?
“Leer es un proceso de interacción entre el lector y el texto, proceso mediante el cual el lector trata de satisfacer (obtener una información pertinente para) los objetivos que guían su lectura” Solé, 2007). Esta afirmación tiene varias consecuencias:
1. La presencia de un lector activo que procesa y examina el texto.
2. Siempre debe existir un objetivo que guíe la lectura, es decir, siempre leemos con una finalidad determinada (evadirse, buscar placer u ocio, información, seguir instrucciones, confirmar o refutar conocimientos previos, etc.).
3. La interpretación que realiza el lector sobre un texto depende del objetivo de su lectura, es decir, el texto permanece invariable, pero de él se pueden obtener distintas interpretaciones. Por esto, hay que tener presentes los objetivos de la lectura al enseñar a los alumnos a leer y a comprender.
4. Al decir que el significado del texto lo construye el lector, no se está diciendo que el texto por sí mismo carezca de sentido o significado; lo que se está diciendo es que el lector no copia el significado que el autor quiso darle al texto, sino que realiza una construcción que implica 3 elementos: el texto, los conocimientos previos del lector y los objetivos que el lector tiene.
5. Las diferentes estructuras textuales -o “superestructuras” (Van Djik)- imponen restricciones a la forma cómo se organiza la información escrita, lo que obliga a conocerlas para lograr una comprensión adecuada de esa información.
6. Salvo para informaciones muy determinadas (un número de teléfono, una cuenta bancaria o una dirección), leer implica comprender el texto escrito.
La perspectiva de este libro es la perspectiva interactiva, la cual asume que leer es el proceso mediante el cual se comprende el lenguaje escrito. En esta comprensión intervienen el texto (su forma y su contenido) y el lector (sus expectativas y conocimientos previos). Para leer necesitamos simultáneamente:
manejar las habilidades de decodificación
aportar al texto nuestros objetivos, ideas y experiencias previas
implicarnos en un proceso de predicción e inferencia continua (apoyado en la información del texto, en nuestro propio conocimiento y en un proceso que permita aceptar o rechazar las predicciones e inferencias realizadas anteriormente)
El proceso de lectura. Una perspectiva interactiva
El modelo interactivo supone una síntesis y una integración de otros enfoques que han sido elaborados para explicar el proceso de lectura. Los investigadores concuerdan en que estos pueden agruparse en torno a los modelos jerárquicos ascendente (bottom up) y descendente (top down).
Bottom up (ascendente): es un modelo centrado en el texto, donde el lector procesa los elementos componentes del texto (letras, palabras, frases…) en un proceso de lectura ascendente, secuencial y jerárquico que conduce a la comprensión del texto. En este modelo, la enseñanza apunta a las habilidades de decodificación: el lector puede comprender el texto porque puede decodificarlo en su totalidad.
Top down (descendente): es un modelo centrado en el lector. El lector hace uso de su conocimiento previo y de sus recursos cognitivos para establecer anticipaciones sobre el contenido del texto y se fija en este para verificarlas. El proceso de lectura es descendente, secuencial y jerárquico. En este modelo, la enseñanza apunta al reconocimiento global de palabras.
El modelo interactivo: no se centra exclusivamente en el texto o en el lector, aunque atribuye gran importancia a los conocimientos previos de este para la comprensión de un texto. El proceso de lectura consiste en que cuando el lector se aproxima a un texto, sus componentes generan en él expectativas a distintos niveles (letras, palabras), de manera que la información que se genera en cada uno de estos niveles funciona como input para el nivel siguiente; a través de este proceso ascendente, la información se propaga hacia niveles más elevados. Simultáneamente, el texto genera expectativas a nivel semántico, estas expectativas guían la lectura y buscan su verificación en indicadores de nivel inferior (léxico, sintáctico, grafo-fónico) a través de un proceso descendente. Así, el lector utiliza simultáneamente su conocimiento del mundo y su conocimiento del texto para construir una interpretación sobre él. En la enseñanza, las propuestas señalan la necesidad de que los alumnos aprendan a procesar el texto y sus elementos, así como las estrategias que le permitirán comprenderlo.
La perspectiva de este libro asume que para leer son necesarias la habilidad de decodificar y las estrategias que permiten la comprensión. También asume que el lector es un procesador activo del texto y que la lectura es un proceso constante de emisión y verificación de hipótesis conducentes a la construcción de la comprensión del texto y al control de esa comprensión.
Predecir, verificar, construir una interpretación
El proceso de lectura implica que el buen lector realice predicciones a medida que lee, de su verificación y de otras estrategias que aplicamos durante su curso y que conducen a su interpretación.
Las predicciones las realizamos sobre cualquier tipo de texto y sobre cualquiera de sus componentes. Para realizarlas, nos basamos en la información que nos proporciona el texto, en el contexto y en nuestro conocimiento sobre la lectura, los textos y el mundo en general. Por ejemplo, cuando no sabemos el significado de una palabra y la deducimos del contexto: “Blancanieves corrió por el bosque hasta que cayó exhausta”; por las acciones “correr” y “caer” se puede deducir que la palabra “exhausta” significa cansancio o agotamiento. Cuando la predicción no se realiza, la lectura es muy ineficaz: primero, porque no se comprende; segundo, porque no se sabe que no se comprende. En estos momentos de la lectura, el profesor debe realizar la corrección de los errores para que el alumno los note y los pueda corregir. En ese momento el profesor tiene el control del proceso de lectura, solo cuando ese control sea traspasado del profesor al alumno, su lectura será eficaz.
Cuando formulamos hipótesis y vamos leyendo, comprendemos, y si no comprendemos, nos damos cuenta de ello y emprendemos las acciones necesarias para resolver la situación. Por eso la lectura es un proceso constante de elaboración y verificación de predicciones que conducen a la construcción de una interpretación. En el establecimiento de predicciones los conocimientos previos y los objetivos del lector desempeñan un papel muy importante. Además, el texto ayuda a sugerirlas.
Collins y Smith (1980) señalan las fuentes de predicciones que se encuentran en la narración:
La atribución de características permanentes (guapo, antipático) o temporales (contento, enfurecido) a los personajes nos pueden indicar cómo es el comportamiento o algún suceso.
Las situaciones en que los personajes se mueven, por ejemplo: el temperamento de un personaje nos permite predecir cómo se comportará ante un problema concreto.
Las relaciones entre los personajes y el hecho de que sus objetivos converjan o discrepen, pueden predecir que van a entrar o no en un conflicto.
La confluencia de objetivos contradictorios en un mismo personaje que lo pueden llevar a tomar una u otra decisión.
Un cambio brusco de situación permite prever un giro en la historia.
Los hechos que ocurren en una historia nos permiten ir prediciendo lo que ocurrirá a lo largo de ella; es un proceso que hay que enseñar y aprender; cuando el profesor formula a los alumnos sus propias predicciones, es importante que les explique en qué se basa para realizarlas; incluso es bueno que haga predicciones que no se cumplan y que revise con los alumnos la causa. Lo importante no es que las predicciones sean exactas, sino que sean coherentes y ajustables a la historia. La condición para que el proceso anterior se lleve a cabo es que el alumno ponga atención a la lectura, que sea un “escuchador activo”, para ser luego un lector activo.
Los textos expositivos también sirven para hacer predicciones, ya que ofrecen una serie de índices que el lector puede usar de manera muy productiva a lo largo de la lectura. Los títulos, subtítulos, negrita, cursiva, esquema. Si se le enseña, el lector puede hacer uso de todos ellos para predecir de qué va a hablar el texto. Además, estos índices le sirven para activar sus conocimientos previos (antes de la lectura) y le serán de gran utilidad si después tiene que extraer lo principal del texto, elaborar un resumen o tomar notas sobre lo estudiado (después de la lectura). Una buena estrategia es que el profesor lea un texto que los contenga y que les explique a los alumnos para qué resultan útiles.
La interpretación progresiva del texto, es decir, la elaboración de su comprensión implica determinar las ideas principales que contiene. Es importante establecer que, aunque un autor puede confeccionar un texto para comunicar determinados contenidos, la idea o las ideas principales que construye el lector dependen en buena parte de sus objetivos de lectura, sus conocimientos previos y de lo que el proceso de lectura en sí le ofrece en relación
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