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Ensayo Cartas A Un Joven Novelista


Enviado por   •  12 de Noviembre de 2014  •  3.332 Palabras (14 Páginas)  •  611 Visitas

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Introducción

Muchas historias empiezan con grande ideas y esta no es la excepción, hay una etapa en la vida en la que la sociedad nos exige decidir nuestro futuro a una corta edad, algunos elegimos la medicina, otros la educación.... Y otros como nuestro querido amigo Mario eligió la carrera de escritor, la cual requiere mucha dedicación y en sus cartas nos explica el porqué.

En la obra cartas un Joven Novelista, Mario Vargas Llosa nos narra todo por lo que una persona debe de pasar para poder convertirse en un escritor, lo bueno y malo que está noble profesión da.

Además, mediante este puñado de cartas, Vargas Llosa explica, a su interlocutor imaginario, los principales recursos de los que se valen los novelistas para crear sus ficticias historias a la vez que da nutridos ejemplos extraídos de las novelas y cuentos de algunos autores reconocidos, muy queridos por él. Hablaremos de la vocación, el talento y las dificultades que tiene una persona en todo el camino para llegar a ser un escritor.

Desarrollo

Desde un principio, el autor muestra interés por ayudar a desarrollar la vocación literaria del joven, guiándolo, compartiendo experiencias y anécdotas propias ;en la carta enviada, narra cómo desde muy pequeño, nació la ilusión de llegar a ser, algún día, un famoso escritor , tal como los más grandes que admiraba: Faulkner, Hemingway, Malraux, Dos Passos, Camus, Sartre.

Sin embargo, sentía una enorme confusión, sobre qué pasos seguir, es así, que surgió la idea de escribirles: “Muchas veces me pasó por la cabeza la idea de escribir alguno de ellos (todos estaban vivos entonces) y pedirle orientación sobre cómo ser un escritor”. (Vargas, 1997, p. 5). Lamentablemente, no se atrevió, por temor a que nunca le contestaran. Cosa que nos ha ocurrido muchos, no solo en el ámbito de la escritura, sino en otros, por temor a errar o a ser avergonzado por lo que hicimos no fue del agrado de quienes lo vieron, decidimos esconderlo y no demostrar nuestro talento. Cada persona desde que nace, crece y se va desarrollando debe encontrar su vocación y darla a conocer.

Es así, que Vargas Llosa nuestro premio nobel del año 2010 decidió seguir su vocación literaria, a la que atribuye: “Tal vez el atributo principal de la vocación literaria sea que quien la tiene vive el ejercicio de esa vocación como su mejor recompensa, más, mucho más, que todas las que pudiera alcanzar como consecuencia de sus frutos “.(Vargas, 1997, p. 7).

Con esta frase podemos comprender que el talento es una parte importante de nuestro desarrollo como escritores, pero algo que es verídico es que no necesariamente el que tiene mayor talento es él más exitoso o reconocido, sino quien supo dar a conocer su trabajo, pero de qué sirve el dinero “fruto” de tu trabajo si es que tú como escritor no sientes que tu obra te llene el alma.

El referido autor, siente que un verdadero escritor debe sentirse realizado consigo mismo, volcando lo mejor que posee, sin la sensación de estar desperdiciando su vida, considera que nadie nace con el talento innato de escribir, ni tampoco se convierte en un escritor precoz, a diferencia de los músicos o poetas que pueden llegar a ser precoces (Mozart o Rimbaud por ejemplo) ( Vargas, 1997, p. 12), el verdadero escritor se desarrolla, se madura como si se tratase de un vino tinto, y va tomando forma, va creando su estilo, con el paso de los años; alimentado por el principal impulso de esta noble causa , la vocación, la cual actúa como motor permanente en la creación de historias, alimenta de manera extraordinaria el nacimiento de nuevas narraciones ficticias, ya que sin ella, difícil sería el camino de plasmarlas en papel.

El autor, considera que el origen, de la más pura ficción de un determinado autor, debe estar precedido por sus experiencias, vivencias, situaciones y emociones. Tal como cito textualmente: “La raíz de todas las historias es la experiencia de quien las inventa, lo vivido es la fuente que irriga las ficciones”. (Vargas, 1997, p. 14).

El novelista no desnuda su alma en sus obras, al contrario, ya con su alma desnuda trata de vestirla de ficción a tal punto que ni el mismo autor es capaz de reconocer que el producto terminado es el resultado del juego de su imaginación, incluso siente terror de su poder mental, al construir una historia partiendo de aquellos sucesos agazapados en su memoria.

Es por eso, el autor considera: “El novelista se alimenta de sí mismo como el catoblepas, ese mítico animal que se le aparece a san Antonio en la novela de Flaubert (La tentación de San Antonio) y que recreó luego Borges en su Manual de Zoología Fantástica. El catoblepas es una imposible criatura que se devora a sí misma, empezando por sus pies”. (Vargas, 1997, p. 21).

Un autor al desnudar su alma, no elige un tema, el tema lo elige y con sus vivencias y demás lo va creando, vistiendo poco a poco hasta llegar convertir lo desnudo en una obra maestra.

¿Cómo hacer creíble una historia llena de personajes ficticios que son fruto de la imaginación?, esta interrogante, alejada del subjetivismo de los dos primeros capítulos, se entraña más específicamente en lo literario.

Considera que el lector debe sumergirse, en la novela, que viva las experiencias propias de los personajes y los considere tan reales, a tal punto que considere que fueran seres autónomos y no la irreal invención de un escritor : “Para dotar a una novela de poder de persuasión es preciso contar su historia de modo que aproveche al máximo las vivencias implícitas en su anécdota y personajes y consiga transmitir al lector una ilusión de su autonomía respecto del mundo real en que se halla quien la lee”.

Aquí, es donde entra a tallar la capacidad del autor, de relatar historias de forma tal, que lejos de verse como un artífice de una obra mecánica, más bien se vea como un espectador más de esa vida ficticia que por la habilidad narrada parece tomar vida propia.(Vargas, 1997, p. 33).

El lector, debe buscar identificarse con los personajes, y no percibir como subliminalmente, el autor transforma la realidad.

En cuanto al estilo, lo considera como la forma que tiene el autor de expresar su irrealismo, es decir la organización del lenguaje que utiliza, según cito: “Las novelas están hechas de palabras, de modo que la manera como un novelista elige y organiza el lenguaje es un factor decisivo para que sus historias tengan o carezcan de poder de persuasión” (Vargas, 1997, p. 39).

No significa esto, que el autor debe aplicar fielmente los convencionalismos académicos y las exigentes

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