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Ensayo Todo tiene un precio

Oralia LeonEnsayo19 de Junio de 2018

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Ensayo Todo tiene un precio

EL PRECIO DE LAS COSAS

Este capítulo, en resumen, trata de la interacción económica que existe entre comprador y vendedor para llegar a un acuerdo. Alguna vez te has detenido a pensar por qué compras las cosas, si lo que pagas monetariamente por algo es lo justo.

Si nos ponemos a pensar, algo que nunca va a faltar en un cotidiano día de tu vida va a ser un anuncio publicitario, incitándote a comprar algo, a pagar por algún bien o algún servicio.

Es posible que los mercados sean la institución más eficaz que la humanidad ha conocido para determinar el valor de los bienes y servicios para la gente que los consume. Sin embargo, el proceso de asignación de precios no es de ninguna manera una interacción sencilla y transparente de entre calculadores racionales de costos y beneficios que lo saben todo, debido a que las transacciones de mercado no proporcionan necesariamente a la gente lo que desea o necesita, sino lo que creen que quieren.

Marketing es una palabra inglesa que significa en español mercadeo o mercadotecnia. Esta disciplina se responsabiliza de estudiar el comportamiento de los mercados y de los consumidores. Analiza la gestión comercial de las compañías con la finalidad de atraer, captar, retener y fidelizar a los clientes finales a través de la satisfacción de sus deseos y necesidades. Por otro lado, se conoce como publicidad a aquella técnica que está destinada a difundir o informar a un público general o específico sobre un bien o servicio a través de los medios masivos de comunicación tales como la televisión, la radio, los medios gráficos, Internet, etc. con el objetivo de motivar al público hacia una determinada acción de consumo. El arte de la publicidad es crear la necesidad de poseer dicho producto o servicio; para ello es vital que lo que se venda tenga un valor añadido destacable.

El marketing y la publicidad son dos conceptos distintos y totalmente ligados, que siempre están presentes en cada uno de nuestros días, pero que sin embargo no son lo mismo.

¿Por qué menciono esto? Comprar bienes y servicios es parte de nuestra vida. Tenemos comida, ropa, calzado, entretenimiento, vacaciones, gastos del hogar como lo son por ejemplo el gas, el agua, la televisión por cable, el internet e inclusive para nuestro cuidado personal, champú, jabón, cremas, cortes de pelo, tintes de pelo, etc.

El mercado básicamente es la fábrica de los precios, en donde nacen y adquieren su definición directa.

La gente muy pocas veces sabe el por qué paga determinado costo por algo que adquiere o que desea, inclusive hay veces en que realmente no sabe el por qué desea dicho producto y es aquí cuando ya han mordido el anzuelo de la mercadotecnia.

Los precios de las cosas se deciden dependiendo de cómo es que la gente reacciona ante estos y nos dan una idea más precisa de cómo es realmente alguien. Más de alguna vez se ha visto que la gente se atreve a pagar precios exagerados con la intención de demostrar que pueden pagarlo que por haberlo querido o necesitado. Un ejemplo claro es toda persona que usa un iPhone, es un aparato que actualmente se encuentra de moda y es uno de los teléfonos celulares más caros del mercado. Básicamente todas sus versiones tienen lo mismo, pero con diferente disfraz (diseño), cuenta con las funciones más básicas e inclusive es difícil que puedas tener alguna aplicación o música “piratas” como se diría coloquialmente en México. En la época en la que nos encontramos, cualquier celular funciona exactamente igual que el celular más caro del mercado. No juzgo a quien lo tenga, pero me parece un gasto totalmente innecesario, simple moda, simple vanagloria.

Hay más posibilidades de que las personas paguen por un servicio o un bien de un precio más elevado que por uno de un precio más bajo, ya que regularmente la gente suele relacionar lo caro con lo mejor, es decir, si es caro es bueno. En cambio, si es barato, no sirve. Es una ideología algo incongruente, pero es cierto que todos hemos caído en ello, me incluyo.

Tristemente esta imagen tan distorsionada de “poder” ha servido a muchos para hacerse de una pareja. Se tiene la percepción de que si alguien tiene dinero ya es capaz de casarse, pero no es así ya que, a mi punto de vista, para casarse se requieren de muchas más cosas importantes, una principal son los valores; por ejemplo, el amor. Al igual que el amor, se necesita de tener cierta madurez personal y esto influye en muchísimas cosas. Pero, como dicen por ahí, “a la mujer fea, el dinero la hermosea.” Este refrán alude a la fuerza del dinero que influye incluso en quienes no lo aprovecharán. Toma como referencia el hecho de que, aunque una persona sea fea, no tratándose necesariamente de belleza física, cuando se tiene dinero quién sea en conveniencia sería capaz de estar a su lado.

Y añadiéndolo a nuestro contexto, la selección sexual adjudica un gran valor a al despliegue de medios caros y estúpidos según algunos biólogos de la evolución y algunos psicólogos.

El valor determina el significado. La economía nació como un desprendimiento de la moral y la ética; la profesión de economista es muy reciente. Adam Smith mismo era un "filósofo moral". Las primeras reflexiones sobre temas económicos trataban de contestar a las siguientes preguntas: ¿Cuál es el precio justo? ¿Es justo cobrar interés por un crédito en pesos? ¿Es lícito el comercio? Las primeras reflexiones sobre economía no respondían a las preguntas: ¿Qué es un precio? o ¿Cómo se determina un precio? Lo que preocupaba a los primeros pensadores era la justicia.

Valor y precio no son lo mismo, pero se tiende a confundirlos bastante. En el uso cotidiano solemos preguntar, por ejemplo: ¿cuánto vale un kilo de tortillas?, ¿cuánto vale una casa?, ¿cuánto vale un automóvil?, etc., y se nos responde, por ejemplo: $10. Ahora bien $10 ¿es el valor o el precio de los artículos? ¿Son el valor y el precio la misma cosa? Desde muy antiguo, los pensadores distinguían entre valor de uso y valor de cambio. Podemos definir valor de uso de una mercancía como la satisfacción o placer que su posesión da a una persona; y valor de cambio de una mercancía como la cantidad de otras mercancías que se pueden obtener a cambio de ella. Por ejemplo, la fotografía de un hijo puede tener un altísimo valor de uso para su madre y, sin embargo, ningún valor de cambio. Valor de uso y valor de cambio son dos conceptos muy distintos, aunque estén íntimamente relacionados.

Aristóteles, como casi todos los filósofos griegos, se preocupaba por la manera de lograr una sociedad justa; por lo tanto, trató tangencialmente los temas económicos cuando se relacionaban con la justicia. Fundamentalmente los problemas económicos estaban relacionados con la justicia en los cambios.

Si bien distinguió claramente entre valor de uso y valor de cambio, hay que recordar en qué contexto lo hace y por qué lo hace. Él no estaba hablando de valor o de precio, sino de las distintas maneras de adquirir bienes que tienen las personas, una de las cuales es el intercambio.

San Agustín parece haber dicho lo mismo que Aristóteles, pero en forma mucho más clara. La siguiente es una de las citas clásicas:

[...] cada cosa recibe un valor diferente proporcionado a su uso. Por esta razón, atribuimos más valor a algunos objetos insensibles que a otros sensibles. Tanto es así, que si de nosotros dependiera nos gustaría eliminar cosas vivientes del orden de la naturaleza, bien sea porque no sabemos qué lugar ocupan en el esquema de la naturaleza, o bien porque, si lo sabemos, las valoramos menos que a nuestra propia conveniencia. ¿Quién no prefiere tener pan en su casa en lugar de ratones, o dinero más que moscas? Pero, ¿por qué sorprendemos cuando en el valor que se asigna a los hombres mismos, cuya naturaleza es ciertamente de suprema dignidad, un caballo resulta con mucha frecuencia más caro que un esclavo o una joya más preciosa que una sirvienta? Puesto que cada hombre tiene el poder de formar su mente como desee, hay poco acuerdo entre la elección de un hombre que tiene verdadera necesidad de un objeto y del que ansía su posesión solamente por placer.

San Alberto Magno fue un gran defensor de la doctrina del justo precio esbozada por Aristóteles. Pero San Alberto Magno da un paso más respecto de Aristóteles, ya que introduce un criterio para saber cómo se determina el "justo término medio". Es decir, esa igualdad entre lo que se da y lo que se recibe está determinada por el costo de producción y cuando no se conserva esta igualdad no se mantiene la Comunidad, ya que no se restituye trabajo y costo.

Santo Tomás de Aquino sigue a Aristóteles y a Alberto Magno casi palabra por palabra. Igual que Aristóteles, Santo Tomás incluye el "Tratado de justicia". Para ubicamos en la época, el lucro y el interés estaban condenados por la Iglesia Católica y lo que intenta hacer Santo Tomás es explicar por qué la búsqueda del lucro y el cobro de interés no siempre es pecado. Para esto decide abordar el problema a través del "precio justo".

En la determinación del "precio" San Bernardino de Siena (1380-1444) es más exacto. “El precio justo es el que se adecua a la valuación del lugar, o sea, a lo que el objeto de una venta es comúnmente valorado en tal momento y lugar.” (H. R. Sewall, op. cit., p. 25.)

Karl Marx fue un filósofo, economista, sociólogo, periodista, intelectual y militante comunista prusiano quien escribió la teoría del valor trabajo y proceso de valorización. “Una mercancía cuyo valor de uso posea la peregrina cualidad de ser

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