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Fermin Toro


Enviado por   •  19 de Mayo de 2014  •  2.773 Palabras (12 Páginas)  •  315 Visitas

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Los Mártires de Fermín Toro, tiene el mérito de ser la primera novela venezolana, obra que fue publicada por fragmentos, en 1842. Su peculiar singularidad es que toda la obra, en su marco escénico transcurre en la Inglaterra de la primera mitad del siglo xix. La novela está edificada en el marco de la sociedad inglesa, poniendo de celada toda una concepción ideológica de fondo completamente enmarcada en el aspecto social que para esa época ocurría en Venezuela.

En esta novela, genuinamente bien elaborada, se percibe un clamor que es definido en función social, el cual se traduce de manera ilustrativa al pueblo, tratando de combatir sus vicios a la vez que se tratan de fomentar sus virtudes, denunciando los traspiés de aquel régimen político prevaleciente en el antiguo sistema colonial. Toro se dice fue contra la corriente, él difiere de la mayoría de los hombres de letras de su época, y además ofrece este texto como ilustración en cuanto a condiciones sociales que sobre Venezuela se veían en esos años.

En la historia la visión de la sociedad inglesa se enlaza a niveles no conscientes, profundamente con la situación de las burguesías criollas, pareciera más bien que Toro quisiera de alguna manera pretender dar una crítica a su propia sociedad, trasladando sus males a un ambiente completamente diferente al de Venezuela. Esta novela ideológica, expresa conceptos morales a través de sus personajes, sobre la sociedad no del pasado sino del futuro como probabilidad.

He aquí una peculiar propiedad que destaca en la obra y es que muchas de las reflexiones que Toro hace, permite referir aspectos de la realidad de su propio país a través de su reflejo en el ficticio espejo de la historia.

En la novela se concibe una narración por un narrador personal, que refiere la historia pero haciendo referencia a la novela se dará comienzo a exponer, que en los mártires se presentan características del romanticismo, conocido movimiento cultural y político originado en Alemania y en el Reino Unido, a finales del siglo xviii., que refiere la historia.

a) La primera característica aquí encontrada es, la de la conciencia del Yo como entidad autónoma y, frente a la universalidad de la razón dieciochesca, dotada de capacidades variables e individuales como la fantasía y el sentimiento, ejemplo de ello lo veremos aquí:

- Yo me iba por la calle del Regente…

- Era ya entrada la noche cuando dejaba yo mi triste y solitaria mansión…

- Una nueva escena en quien sin querer fui actor, vino a sacarme de mis importunas reflexiones. Mi inmovilidad y actitud pensativa habían llamado la atención de dos jóvenes perdidas, que sin yo percibirlo, acababan de colocarse a mi lado, en el recodo o alfeizar de una puerta donde yo me había refugiado.

- Yo también debía proseguir mi camino; tenía que ver a unos amigos desgraciados, y comenzaba ya a hacerse tarde.

- Buscaba yo en la más lóbrega e inmunda, la más pobre y humilde casa que puede habitar un ser sensible.

- Yo me había sentado al lado de Tom, y contemplaba en aquel momento su figura.

-Yo habría dado en aquel momento mil veces la vida por poder soplar la peste sobre aquella impía Babilonia; y ver morir a millares sus habitantes por minutos; y ver las calles obstruidas con los montones de cadáveres; y sentir la atmósfera infestada con sus mortíferas exhalaciones; y ver las aguas del Támesis verdi-negras, corrompidas llevar al mar vecino pestilencia y destrucción…

- Yo me hallaba en una de esas situaciones de alma difíciles de expresar.

Estas características reflejadas en la novela de Toro, describen como se valora la expresión subjetiva y el conflicto interior de sus sentimientos emociones y pasiones. Aquí se refleja el amor como sentimiento máximo, un amor que rompe con las convenciones sociales, aunque el fin de este amor es muchas veces una muerte trágica. Otra característica del romanticismo es:

b) La primacía del genio creador de un universo propio, el poeta como demiurgo, ejemplo de ellos es:

- Nebuloso estaba el tiempo y destemplado, y el ambiente se sentía frío y desapacible; mas el bullicio de la gente que por las henchidas calles discurría; el rodar estrepitoso de los coches cruzándose en todas direcciones, y sobre todo, la brillante iluminación que hacía aparecer como en medio de una aurora boreal los alcázares y templos de la soberbia Londres, producían un efecto mágico, y daban a la escena tal color y brillo, que arrobada la imaginación, quedaban en suspenso los sentidos.

- Aquí me detuve a contemplar por algunos instantes el espectáculo que se presentaba a mis ojos. Por doquiera que los tornaba no veía sino luz y movimiento. El Circo resplandecía como el sol: las iluminaciones de la calle de Piccadilly se extendían a perderse de vista de los confines de la ciudad; en la plaza de Waterloo los Clubs Ateneo, los dos Militares y el Clarence habían con sus galanas invenciones atraído un concurso que no cabía ya en aquel vasto recinto. ¡Cuán bella está la ciudad, me decía, cuán ataviada y pomposa! ¡Quién dijera que hay en su seno hambre y desnudez! Hoy sin embargo no está en tinieblas la morada del pobre: el mendigo esconde sus andrajos bajo las galas del trono; y suspende la miseria su fatídico clamor para que sólo se oiga el himno epitalámico. ¿Quién le entona? Veinticuatro millones de almas.

- Dejaba ya a las espaldas la plaza de Trafalgar siguiendo por Charing Cross para coger el puente de Westminster. El edificio de las guardias reales de caballería y el Almirantazgo, decorados e iluminados suntuosamente, llamaban la atención; pero el tumulto, la masa inmensa, compacta y verdaderamente impenetrable ocupaba todo el frente de las casas del Parlamento.

Los escritores románticos, se preocupaban por la historia de su país, por el conocimiento de las costumbres, las tradiciones, otros.

En consecuencia, ha de sufragarnos otra característica de dicho movimiento cultural y político.

c) Valoración de lo diferente frente a lo común, lo que lleva una fuerte tendencia nacionalista.

- ¡Cuán bella está la ciudad, me decía, cuán ataviada y pomposa! ¡Quién dijera que hay en su seno hambre y desnudez! Hoy sin embargo no está en tinieblas la morada del pobre: el mendigo esconde sus andrajos bajo las galas del trono; y suspende la miseria su fatídico clamor para que sólo se oiga el himno epitalámico. ¿Quién le entona? Veinticuatro millones de almas. De este número, algunos son poderosos,

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