La Huaconada de Mito y la educación liberadora
JINDEVILXXXMonografía28 de Agosto de 2011
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La Huaconada de Mito y la educación liberadora
La huaconada es una danza ritual que se representa en el pueblo de Mito, perteneciente a la provincia de Concepción, situada en la cordillera andina central del Perú. Los tres primeros días del mes de enero de cada año, grupos de hombres enmascarados, denominados huacones, ejecutan en el centro del pueblo una serie de danzas coreografiadas. Los huacones representan el antiguo consejo de ancianos y se convierten en la máxima autoridad del pueblo mientras dura la huaconada.
Ponen de relieve esta función tanto sus látigos, llamados “tronadores”, como sus máscaras de narices prominentes que evocan el pico del cóndor, criatura que representa el espíritu de las montañas sagradas.
En la danza intervienen dos clases de huacones: los ancianos, vestidos con atuendos tradicionales y portadores de máscaras finamente esculpidas que infunden respeto y miedo; y los más jóvenes, engalanados con indumentarias de colores y portadores de máscaras que expresan terror, tristeza o burla.
Durante la huaconada, estos últimos ejecutan una serie de pasos de danza estrictamente limitados en torno a los ancianos que, debido a su edad, gozan de una mayor libertad para improvisar movimientos.
Una orquesta toca diversos ritmos al compás de la “tinya”, un tamboril indígena. La huaconada, que es una síntesis de diversos elementos andinos y españoles, integra también nuevos elementos modernos. Sólo pueden ser huacones los hombres de buena conducta y gran integridad moral. La danza se transmite tradicionalmente de padres a hijos y los vestidos y las máscaras se heredan.
Máscara del huacón moderno.
En el presente artículo, la escritora y educadora Consuelo Arriola nos habla mucho más de la Huaconada de Mito, pero esta vez desde una perspectiva pedagógica.
De todas las artes, se considera más antigua a la danza. Su quehacer actualmente cobra más importancia por la interconexión con otras artes que la enriquecen. Así por ejemplo, en el caso de la Huaconada de Mito, reconocida recientemente como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO, postulamos que es parte del arte popular que está al servicio de una educación liberadora.
Esta danza, por el disfraz, tiene dos manifestaciones: el huacón antiguo y el huacón moderno. Sin embargo, ello no la inhabilita para mantener la unidad en cuanto a su significado moralizador. Actualmente ya no se expresa en el sentido del castigo físico o moral a los infractores, pero sí lo hace a través de los símbolos del “tronador”, la expresión de las máscaras y la literatura oral que la rodea. Entonces, si ser huacón lleva implícito un significado moralizador, practicar esta danza conlleva a una autocrítica sobre la vida moral del mismo danzante. Por ello, se estaría realizando una de las características de la educación liberadora: la capacidad crítica.
La Huaconada ha dado también origen a múltiples investigaciones, como la del historiador Simeón Orellana. Más aún, existen creaciones líricas, como las de los poetas Armando Casquero Alcántara o Tulio Mora. Este es el cimiento para que niñas, niños y hombres de todas las edades opten por expresar emociones y sentimientos que afloran al vivir esta imponente danza en todo su esplendor, los tres primeros días de enero. Con ello se practica la capacidad creativa.
En el caso de la Huaconada, era acompañada originariamente por la quena y la tinya. En la actualidad se hace con una orquesta que mantiene la tonada alegre y rítmica con un estribillo (Guillén-Napaico: “Monografía de Mito”) que permite grabar en la mente de los bailantes y observadores. Danzar se convierte, así, en una liberación y un placer estético acompañado de la melodía.
En la antigüedad cada danzante elaboraba su propia
máscara. En cada una se nota la expresión autoritaria.
La máscara tallada en madera, preferentemente de aliso, ha sido objeto de variadas investigaciones. En la antigüedad cada danzante elaboraba su propia máscara. En cada una se nota la expresión autoritaria. De manera particular, cada una es única por los detalles que surgen al momento de crearla.
El tronador o “zumba” es otro elemento. Fabricado de tejido artístico de cuero de vacuno, su mango puede ser la pata de un venado, lo cual le da mayor valor. El sombrero tejido y adornado con cintas coloridas y un “rosón” al centro es otro componente que indica poder.
Donde se ha ahondado poco es, quizá, en la textilería. El tejido es otra obra de arte que brota de las manos de tejedores y tejedoras del distrito. Los dibujos en las medias del huacón moderno aluden a las coloridas flores propias del valle, y difieren mucho de los tejidos de otras zonas. Antiguamente también las medias las confeccionaba el propio danzante, su madre, hermana o novia.
El bordado de los mandiles y zapatillas del huacón moderno, por su parte, esboza en el delantal de satén figuras de picaflores, flora del valle, corazones, lazos de amor y mensajes sublimes. Es una pena que estos bordados están siendo reemplazados por la “pana china” y van quedando en el olvido.
Por el rol moralizador que cumplían los huacones, no se daban a conocer por su nombre propio. Así, eran “bautizados” como “El zorro”, “Yanacata”, “Chihuaco”, “Chico Malo”, “Mantarino”, “Ají verde”, entre otros. Cada uno tiene un significado, a veces irónico, pero siempre acorde con la personalidad, característica física o psicológica del nuevo huacón que se inicia con el rito del “corta rabo”.
El atuendo del huacón antiguo, por su parte, conserva su propio significado, que nos remite a épocas preincas, donde lo básico es una máscara grotesca. Los tejidos están hechos de lana de oveja y las ojotas de cuero.
La declaración de la UNESCO, finalmente, debe servir para preservar los valores de esta danza milenaria, cuyo significado, música y elementos forman el juicio crítico y las características de una educación liberadora. Que las nuevas generaciones no la sacrifiquen en aras de la modernidad y la moda, la libertad o la identidad del pueblo, porque “la voz del pueblo, es la voz de Dios”.
Todo indica que la Huaconada es prehispánica. Algunos
aseguran que tiene más de mil quinientos años.
Felipe Guaman Poma de Ayala, en 1613, presenta el dibujo de una danza llamada “uaco taqui uacon”, que significa algo así como “canto o canción del baile de los enmascarados” y formaba parte de las festividades del Chinchaysuyo, a cuyo territorio pertenecía el reino Huanca. La máscara era un venado disecado o imitaba a este animal.
En 1616, fray Martín de Murúa afirma la existencia de una danza de enmascarados, denominada “guacones”, que era practicada por los nativos desde el Incanato.
Por otro lado, la Danza de las Tijeras, a decir del sociólogo Vicente Otta Rivera, es una danza de hombres que se desarrolla en contrapunto (Atipanakuy), al son del arpa y del violín. En el campo, antaño, se llamaba “Supay huapasi tusak” o, traducido, “el danzante en la casa del Diablo”. Fue José María Arguedas quien generalizó el nombre “danzante de tijeras” por esos adminículos filosos que los danzantes (“danzaq” en Ayacucho) llevan en la mano derecha y que las entrechocan mientras bailan.
En la sierra sur se baila desde abril hasta diciembre y cada melodía corresponde a distintas estaciones de la danza: pasacalle, para marchar en las calles; y “Wallpa wajay”, cuando son las tres de la mañana y canta el gallo. Durante el día, se toca en tono mayor, por la noche, en tono menor. “El primer día (Anticipo), llegan al pueblo los músicos y danzantes. A las 12 de la noche, en secreto, hacen el pago en la plaza, la ofrenda al Huamani. El segundo día (Víspera), desfilan por las calles y bailan en contrapunto desde las 6 de la mañana hasta las 8 de la noche. El tercer día (Día Central), se hacen las pruebas: hacen números de magia, se traspasan con agujas y espinas, suben a las torres de la iglesia (torre bajay) donde realizan demostraciones de equilibrio y acrobacia. El cuarto día (Cabildo), bailan otra vez hasta las 8 de la noche y el quinto día (Despacho), regresan a su lugar de origen”, explica Otta Rivera.
Estas dos danzas, con el transcurrir del tiempo y su incorporación a los espacios urbanos, operaron profundos cambios, al punto que ahora es posible hablar de versiones antiguas y modernas. Como fuere, lo cierto es que estas dos danzas milenarias de nuestras entrañas terrenas han vuelto a ponernos en la cresta de la cultura mundial.
Más datos:
Actualmente, en Mito hay cultores del arte del tallado de máscaras: Abel Beriche Macha, Andrés y Julio Landeo Alvarez, Carlos y Juan Verástegui Perales, entre otros. En la textilería destacan doña Antonieta Picho Verástegui y Mercedes Acosta Palomino.
COREOGRAFÍA
La coreografía propiamente dicha empieza con la “Entrada”, luego viene el “Escobillado” y el “Puntillado”, especie de competencia entre parejas. Por último llega la “Caída” o el “Tajteo”, que es un compás más ligero. Después cerca del mediodía se ejecuta la “Caramusa” que comprende pruebas algo difíciles o caprichosas, tales como: saludo, cruce de brazos, vuelta o giro, cruce de tronadores etc.
El Huacón antiguo o tradicional usa indumentaria opaca, sin colorido, casi sombría, elaborada con lana de ovino, intencionalmente vieja, rotosa y parchada. El protagonista baila con las manos atrás, agachado hacia
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