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La Verdadera Importancia de la Conciencia

13133026Documentos de Investigación3 de Mayo de 2017

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Problema:

La Verdadera Importancia de la Conciencia

        

Que presenta:

Aguilar Espinosa Omar Desiderio

19/ noviembre/ 2015, Xochimilco D.F

INDICE

Pág.

1 ……………………………………………                CARATULA

2 ……………………………………………                         ÍNDICE

3.………………………………………….          INTRODUCCIÓN

4 ……………………………………………               CAPÍTULO I

5 ……………………………………………               CAPÍTULO I

6 ……………………………………………              CAPÍTULO II

7 ……………………………………………              CAPÍTULO II

8 ……………………………………………              CAPÍTULO II

9 ……………………………………………            CAPÍTULO III

10 …………………………………………..            CAPÍTULO III

11 …………………………………………..            CAPÍTULO III

12 …………………………………………..           CONCLUSIÓN

13 …………………………………………..         BIBLIOGRAFÍA  

Introducción

¿Sabe qué tienen en común el marinero que navega por el océano, el excursionista que atraviesa el desierto y el aviador que vuela entre las nubes? Que todos ellos se verán en graves problemas si no disponen de algún aparato para orientarse. No tiene por qué ser muy moderno; basta con una sencilla brújula.

En esencia, una brújula es un círculo con una aguja imantada que apunta al norte. Pero si funciona como debe, puede salvarnos la vida, y más si contamos con un mapa fiel. Pues bien, al ser humano se le ha hecho un regalo que se parece a la brújula. Me refiero a la conciencia. Sin ella, estaríamos completamente perdidos. Cuando la usamos bien, nos ayuda a hallar nuestro rumbo en la vida  y a no salirnos del camino correcto.

Decidí elegir este tema ya que este mundo está muy influenciado por el mal, estamos en un punto donde el mal es el gobernante mundial, y, si el mal gobierna, el mal influye directamente a nuestras decisiones y pensamientos tanto  individualmente como socialmente y esto es literal.

 Por ello, conviene que  examinemos  qué es la conciencia y cómo funciona, como lo haremos al analizar los siguientes capítulos:

 1) ¿Qué es la conciencia? – Revisaremos las definiciones etimológicas, también los  tipos de conciencia psicológicamente existentes.

 2) ¿Cómo educamos la conciencia? – Breve información para tomar en cuenta cuando eduquemos la conciencia, más algún ejemplo.

3) ¿Cómo trabaja la conciencia?  - Comprenderemos los juicios valorativos de la conciencia y los niveles que abarca.

CAPÍTULO  I 

¿Qué es la Conciencia?

Muchas veces el lenguaje nos juega malos ratos, pues con el tiempo las palabras han ido ganando nuevos significados y perdiendo otros, por eso se me hace necesario redefinir el significado de algunos términos, para asegurar que todos hablamos de lo mismo y no de conceptos diferentes. Este es el caso de la palabra “conciencia”, quizá uno de los conceptos que más significados tiene en función del ámbito donde se utilice. Por eso se hace necesario revisar la gama de usos que tiene, empezando por el etimológico, que suele, muchas veces, arrojar luz sobre el sentido de las palabras.

Conciencia:

  • Viene del latín conscientia que significa literalmente "con conocimiento"

(Cum scientia). Y según la RAE (real académica española) tiene varias acepciones: por un lado puede ser el conocimiento interior del bien y del mal; el conocimiento reflexivo de las cosas; la actividad mental a la que solo puede tener acceso el propio sujeto; el acto psíquico porque un sujeto se percibe a sí mismo en el mundo, etc. Pero la definición más aceptada viene a decir algo así como: capacidad o propiedad del ser humano (o espíritu humano) de verse y reconocerse con todas sus características, así como las modificaciones que experimenta y ser capaz de tener un juicio propio sobre todo ello[1]. Podríamos entenderlo mejor si buscamos su opuesto, que es el inconsciente (y el subconsciente), es decir, todo lo contrario de conciencia: un perder el sentido, no darse cuenta, no estar presentes con nuestra atención, lo que todos conocemos por inconsciencia, lo cual no significa que no afecte a nuestro comportamiento, muy al contrario, al inconsciente van a parar los conflictos no resueltos.

Conciencia: f. Conocimiento, noción: tener conciencia de sus actos.  II  sentimiento por el cual aprecia el hombre sus acciones: escuchar la voz de la conciencia[2]

Llegado a este punto, ya nos podemos preguntar si cada uno de nosotros, personas normales, tenemos o no conciencia, y si la tenemos, hasta qué punto, hasta dónde abarca, ¿Necesitamos, como aseguran algunos autores, despertar la conciencia? ¿Qué tipo de conciencia?

La psicología distingue varios tipos de conciencia[3], veamos:

  1. Conciencia individual: Es la conciencia de uno mismo pero en relación al entorno y como este lo puede perjudicar o favorecer, estableciéndose criterios de lo que es bueno o malo en este sentido. Da origen al instinto de supervivencia.
  2. Conciencia social: Es como la anterior pero referida a los miembros de la comunidad, da como resultado el instinto de protección. Surge en el hombre la cooperación y la Inteligencia social.
  3. Conciencia temporal o competente: Es una combinación de la conciencia individual y la social pero proyectada en el tiempo, mirando por el futuro. Es la llamada Inteligencia racional.
  4. Conciencia emocional o empatía: Aquí entra en juego el deseo de no querer hacer daño emocional, con lo que se conjuga la conciencia de cómo el entorno, y la forma de actuar de uno mismo, puede afectar al estado emocional de la comunidad. Esto da nacimiento a la inteligencia emocional.

Las tres primeras no serían exclusivas del hombre, la cuarta sí, pero no con la misma facilidad y asiduidad de las otras, es decir, no es una conciencia que todos los hombres tengan bien despierta. Y si ese tipo de conciencia no lo tenemos todos bien desarrollada ¿qué ven o saben los que sí la han desarrollado? Es más ¿por qué pensar que esta clasificación es la única posible? ¿Y si hay un quinto y un sexto tipo de conciencia? Todo esto apunta a la existencia de un conocimiento sólo propio de los que han despertado a un espacio más amplio de conciencia.

Como expone Ignacio Gómez de Liaño[4] ya la Biblia dice que “el que aumenta el conocimiento, aumenta también el sufrimiento”, no sólo por el esfuerzo que requiere el conocimiento, sino porque el que sabe algo más que los demás y es consciente de ello, sufre porque los demás no se dan cuenta y ni siquiera están interesados en ello.

CAPÍTULO II

¿Cómo educamos la Conciencia?

Como sabemos, no hay ninguna otra criatura en la Tierra a la que se le haya dado esta facultad. Gracias a ella podemos, por así decirlo, mirarnos desde fuera y hacer una evaluación moral de lo que hacemos. La conciencia es testigo, fiscal y juez de nuestros actos y de nuestros motivos. Nos orienta al tomar decisiones y nos indica si el camino que pensamos seguir es bueno o no. Si decidimos acertadamente, nos premia haciéndonos sentir bien; si no, nos castiga con remordimientos.

Es por ello que en este capítulo podremos tomar en cuenta algunas ideas para poder tener una conciencia tranquila, ya que educar a la conciencia es educar a la persona, en cierta manera, la conciencia, influye en todo momento de nuestra vida, tanto personal como laboral también.

¿Entonces?

¿Cómo debe utilizarse la conciencia a la hora de tomar decisiones? Muchos creen que basta con escuchar al corazón. Luego tal vez digan: “Es que mi conciencia me lo permite”. Pero no olvidemos que los deseos del corazón son muy intensos y pueden afectar a la conciencia.

 Al tomar decisiones, la persona que tiene la conciencia bien entrenada no se guía por el egoísmo. Se guía por el temor, es decir, por un verdadero temor. Un temor realmente personal.

 Tomemos por caso el consumo de alcohol. Si asistimos a una reunión social, quizá nos preguntemos: “¿Debo beber, o no?”. Para tomar una buena decisión, primero hay que educar nuestra conciencia examinando los principios personales, morales y hasta bíblicos.

Principios como esos educan la conciencia y la sensibilizan. Así, cuando nos inviten a una reunión social donde quizás se sirva alcohol, debemos preguntarnos: “¿Qué ambiente habrá? ¿Es probable que se descontrole y degenere  esta fiesta? ¿Y qué puede decirse de mí? ¿Tengo enormes ganas de beber? ¿Dependo del alcohol? ¿Lo necesito para sentirme bien y actuar como yo quiero? ¿Soy capaz de decir basta?”. De esta forma enseñamos a la conciencia a ajustarse a los principios personales.

...

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