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MALDITAS MATEMATICAS


Enviado por   •  22 de Abril de 2014  •  11.963 Palabras (48 Páginas)  •  407 Visitas

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Frabetti, carlo malditas matemáticasDocument Transcript

• 1. Ilustraciones de Joaquín Marín

• 2. © Del texto: 2000. CARLO FRABETTI© De la ilustración: 2000, JOAQUÍN MARÍN© De esta edición: 2000, Grupo Santillana de Ediciones. S.A. Torrelaguna. 60. 28043 Madrid Teléfono 91 744 90 60• Aguilar, Altea, Taurus, Alfaguara, S.A. de Ediciones Beazley, 3860. 1437 Buenos Aires• Aguilar, Altea, Tauros, Alfaguara. S.A. de C.V. Avda. Universidad. 767. Col. Del Valle, México D.F. C.P. 03100• Distribuidora y Editora Aguilar, Altea, Taurus, Alfaguara, S.A. Calle 80, n° 10-23. Santafé de Bogotá-ColombiaISBN: 84-204-4175-9Depósito lega): M-12.253-2000Printed in Spain - Impreso en España porPalgraphic, S.A. Humanes (Madrid)Una editorial del grupo Santillana que edita enEspaña • Argentina • Colombia • Chile • MéxicoEE. UU. • Perú • Portugal • Puerto Rico • VenezuelaDiseño de la colección:JOSÉ CRESPO, ROSA MARÍN. JESÚS SANZEditora:MARTA HIGUERAS DIEZImpreso sobre papel recicladode Papelera Echezarreta, S.A.

MALDITA SMATEMÁTICAS

• Las matemáticas no sirven para nada

• Alicia estaba sentada en un banco del par-que que había al lado de su casa, con un libro yun cuaderno en el regazo y un bolígrafo en lamano. Lucía un sol espléndido y los pájarosalegraban la mañana con sus trinos, pero laniña estaba de mal humor. Tenía que hacer losdeberes. —¡Malditas matemáticas! ¿Por qué tengoque perder el tiempo con estas ridiculas cuentasen vez de jugar o leer un buen libro de aventuras?—se quejó en voz alta—. ¡Las matemáticas nosirven para nada! Como si su exclamación hubiera sido unconjuro mágico, de detrás de unos matorralesque había junto al banco en el que estaba sentadasalió un curioso personaje: era un individuolarguirucho, de rostro melancólico y vestido a laantigua; parecía recién salido de una ilustraciónde un viejo libro de Dickens que había en casa dela abuela, pensó Alicia.

• ¿He oído bien, jovencita? ¿Acabas de decirque las matemáticas no sirven para nada? —pre-guntó entonces el hombre con expresión preocu-pada. —Pues sí, eso he dicho. ¿Y tú quién eres?No serás uno de esos individuos que molestan alas niñas en los parques... —Depende de lo que se entienda por mo-lestar. Si las matemáticas te disgustan tanto co-mo parecen indicar tus absurdas quejas, tal vezte moleste la presencia de un matemático, —¿Eres un matemático? Más bien parecesuno de esos poetas que van por ahí deshojandomargaritas. —Es que también soy poeta. —A ver, recítame un poema. —Luego, tal vez. Cuando uno se encuentracon una niña testaruda que dice que las mate-máticas no sirven para nada, lo primero que tieneque hacer es sacarla de su error. —¡Yo no soy una niña testaruda! —protestóAlicia—. ¡Y no voy a dejar que me hables demates! —Es una actitud absurda, teniendo en cuen-ta lo mucho que te interesan los números. —¿A mí? ¡Qué risa! No me interesan ni unpoquito así—replicó ella juntando las yemas delíndice y el pulgar hasta casi tocarse—. No sénada de mates, ni ganas.

—Te equivocas. Sabes más de lo que crees.Por ejemplo, ¿cuántos años tienes? —Once. —¿Y cuántos tenías el año pasado? —Vaya pregunta más tonta: diez, evidente-mente. —¿Lo ves? Sabes contar, y ése es el origen yla base de todas las matemáticas. Acabas de decirque no sirven para nada; pero ¿te has parado algu-na vez a pensar cómo sería el mundo si no tu-viéramos los números, si no pudiéramos contar? —Sería más divertido, seguramente. —Por ejemplo, tú no sabrías que tienes onceaños. Nadie lo sabría y, por lo tanto, en vez deestar tan tranquila ganduleando en el parque, a lomejor te mandarían a trabajar como a una per-sona mayor. —¡Yo no estoy ganduleando, estoy estu-diando matemáticas! —Ah, estupendo. Es bueno que las niñas deonce años estudien matemáticas. Por cierto, ¿sa-bes cómo se escribe el número once? —Pues claro; así —contestó Alicia, y escri-bió 11 en su cuaderno. —Muy bien. ¿Y por qué esos dos unos jun-tos representan el número once? —Pues porque sí. Siempre ha sido así. —Nada de eso. Para los antiguos romanos,por ejemplo, dos unos juntos no representaban el Número once, sino el dos —replicó el hombre, y,tomando el bolígrafo de Alicia, escribió un granII en el cuaderno. —Es verdad —tuvo que admitir ella—. Encasa de mi abuela hay un reloj del tiempo de losromanos y tiene un dos como ése. —Y, bien mirado, parece lo más lógico, ¿nocrees? —¿Por qué? —Si pones una manzana al lado de otra manzana, tienes dos manzanas, ¿no es cierto? —Claro. —Y si pones un uno al lado de otro uno, tienes dos unos, y dos veces uno es dos. —Pues es verdad, nunca me había fijado en eso. ¿Por qué 11 significa once y no dos? —¿Me estás haciendo una pregunta de ma-temáticas? —Bueno, supongo que sí. —Pues hace un momento has dicho que no querías que te hablara de matemáticas. Eres bas-tante caprichosa. Cambias constantemente de opinión. —¡Sólo he cambiado de opinión una vez!—protestó Alicia—. Además, no quiero que me hables de matemáticas, sólo que me expliques lodel once. —No puedo explicarte sólo lo del once, porque en matemáticas todas las cosas están

Relacionadas entre sí, se desprenden unas de otras de forma lógica. Para explicarte por qué el número once se escribe como se escribe, tendría que contarte la historia de los números desde el principio. —¿Es muy larga? —Me temo que sí. —No me gustan las historias muy largas; cuando llegas al final, ya te has olvidado del principio. —Bueno, en vez de la historia de los números propiamente dicha, puedo contarte un cuento, que viene a ser lo mismo...

• El cuento de la cuenta —Había una vez, hace mucho tiempo, un pastor que solamente tenía una oveja —empezóel hombre—. Como sólo tenía una, no necesita-ba contarla: si la veía, es que la oveja estaba allí; si no la veía, es que no estaba, y entonces iba a buscarla... Al cabo de un tiempo, el pastor con-siguió otra oveja. La cosa ya era más complica-da, pues unas veces las veía a ambas, otras veces sólo veía una, y otras ninguna... —Ya sé cómo sigue la historia —lo inter-rumpió Alicia—. Luego el pastor tuvo tres ove-jas, luego cuatro..., y si seguimos contando másovejas me quedaré dormida. —No seas impaciente, que ahora viene lo bueno. Efectivamente, el rebaño del pastor ibacreciendo poco a poco, y cada vez le costaba más comprobar, de un solo golpe de vista, siestaban todas las ovejas o faltaba alguna. Pero cuando tuvo diez ovejas hizo un descubrimientosensacional: si levantaba un dedo por cada oveja

Y no faltaba ninguna, tenía que levantar todos losdedos de las

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